“Putamadre”, la performance escénico-literaria de la primera novela de la periodista y actriz Carolina Fernández, llega a Mar del Plata. El recital recrea -a la manera de un podcast en vivo- episodios de la vida de la autora con su hijo interpretado, por Juan Solá. Juntos construyen un mundo íntimo y roto, miradas desprejuiciadas sobre el sexo, el consumo, los vínculos familiares y la maternidad desdramatizada, permitiéndonos entrar en las heridas de madres e hijos.
Fernández creció en Carmen de Patagones. A los 17 se mudó a Buenos Aires y a los 19 años se fue a vivir a México. A los 22, regresó por amor. Estudió Cine (ENERC), trabajó como actriz, productora y adaptó su primer guión a los 20 años. Parió a su primer hijo y cuando el niño cumplió tres años, dejó el sueño de ser actriz y volvió a su pueblo para darle una vida más tranquila. Creó su medio de comunicación y comenzó a militar en Actrices y Periodistas Argentinas. Después de la detención de su hijo regresó a Buenos Aires con su niña de nueve años. Actualmente conduce “Campanas en la Noche” por Radio Splendid.
“Putamadre” es su primera novela. Se enmarca en la autoficción y fue publicada por la editorial Sudestada. Es un texto imprudente que se mete con lo más incómodo de la maternidad. El deseo por momentos de deshacerse del vínculo filial.
A ella la empiezan a conocer como “la atorranta que volvió al pueblo” y su hijo es marginado y comienza a consumir cocaína a los 14 años y más adelante, crack. “¿Esto es normal? ¿La culpa la tengo yo?”, se pregunta mientras el número de la Policía se convierte en el más frecuente de su teléfono, debido a las veces que su hijo se lastima, rompe cosas en casa o se escapa. Luego vienen una internación y un allanamiento, que se transforman en una condena a prisión de 4 años y 8 meses para su hijo.
Fernández relata que le leyó la novela a su hijo por videollamada, que se tomaron algunas partes con humor.
“Lo que más nos atravesó a mi hijo y a mí, que es de donde parte esta historia de autoficción, fue el mote de puta, la estigmatización de una sociedad y de una mirada que dice que para ser buena madre una mujer no debe ser puta. Me refiero a la fantasía que tiene la sociedad de lo que implica ser puta. A lo que se considera en los pueblos ser una atorranta, que no es más que tener una vida sexoafectiva más libre, no tener pareja estable, por ejemplo. Yo nunca ejercí la prostitución y así fui nombrada en el pueblo”, cuenta Fernández y agrega: “Mi hijo era muy chiquito y le decían todo el tiempo que yo era una puta. Eso le quebró la inocencia. Ponerle este título a la novela es una provocación. Cuando me decían puta, la gente creía que me hacía daño a mí y al que lastimaban era a él”.
El texto descarnado e imprudente es un tobogán de emociones extremas, desde la felicidad y complicidad de una madre con su hijo, hasta lo innombrable como fantasear con matarlo o morirse. ¿Qué pasa cuando lo que debería ser hermoso se transforma en una pesadilla? ¿Cómo surfear el amor inconmensurable con la necesidad vital de dejar de ser madre?.
“Yo no siento la maternidad como un mandato, fue una elección y fue un deseo. Pero aunque haya sido un deseo, no significa que la pases bien. Mi deseo se rompió en un momento. Se puso muy duro cuando mi hijo empezó a tener tantos problemas de consumo. Se me fue de las manos. Todos los días hago el esfuerzo de agarrar esos pedacitos de madre que quedan dando vueltas, esos pedacitos de hijo y trato de reconstruir el vínculo, que ya no sé si es de madre e hijo”, reflexiona Fernández.
Franco Torchia problematiza la desfamiliarización de los vínculos y, para él, el libro de Fernández es un alegato en esa línea. “Él me dijo que no tengo noción todavía de lo que hice con “Putamadre” en relación a eso. Lo que muestra el libro es que se puede reconstruir un vínculo desde y con el amor, aunque no necesariamente desde los lazos familiares o la imposición”, dice.
El libro se presentó por primera vez en Santos 4040 con Sofía Gala Castiglione y Juan Solá en una presentación performática también, con música en vivo. “La recepción fue increíble, estuvo a sala llena, empezaron a llamarnos de otros lugares. A las presentaciones van madres,
van pibes, en las redes sociales me explotaron los mensajes privados con este tema. Muchas madres me cuentan las historias que tuvieron con sus hijos adictos o los chicos me escriben para decirme que después de leer la novela decidieron volver a hablar con sus madres”, dice.
El relato lo tejen a dos voces entre la madre y el hijo. Eso fue lo que convocó a Juan Solá. El texto se lo acercó Thelma Fardín, amiga de ambos. Solá dice que mientras leía el material y luego cuando empezó a interpretarlo pasó por muchos estados. “Yo lo quise, lo detesté, me dieron ganas de matarlo. Es un personaje tremendo”, afirma.
“Pasa algo psicomágico en escena. Nos convertimos en madre e hijo. Nos podemos abrazar, tocar, mirarnos con odio, amor, transmitir el dolor. Hay algo muy fuerte que nos sucede”, dice Fernández, que ahora está trabajando para convertir la novela en una película.
La función será el 28 de febrero a las 22:00 en la Sala Bristol del Teatro Auditorium de Mar del Plata, Boulevard Marítimo 2280. Las entradas se pueden adquirir por Plateanet.