Cristina Aguayo
Estuve con Pappo en una reunión de prensa para auspiciar el Festival de Blues que hicimos en el cine teatro Broadway, con Celeste Carballo y otros. Recuerdo que constantemente me preguntaba si estaba bonito. Era muy simpático y nada tímido sobre todo con las mujeres, y yo lo cargaba diciéndole que era feo, pero que su guitarra hacía que uno lo viera hermoso. Y eso lo complacía. Siempre lo extrañaremos muchísimo.
Mono Izarrualde
Lo conozco desde fines de los '60, cuando comencé a trabajar como músico en Buenos Aires. Fue y será el violero destacado del blues. Un tipo muy personal, con aspecto de duro, pero muy macanudo y llevadero. Una anécdota graciosa fue cuando lo invitamos al escenario de Obras con Piero y Prema, y Piero lo quiso vestir de blanco. ¡Pappo lo sacó cagando! El loco, siempre de negro con campera de cuero, se subió a tocar como lo hacía... tremendamente, mientras se reía viéndonos tirar flores blancas al público. Un día espectacular en mis recuerdos.
Claudia Puyó
Para nosotros un guitarrista único, fundacional. Tuve la suerte de escuchar muy pequeña, a los 12 años, una de mis bandas predilectas: Pappo's Blues. Y en los '80 tuve el placer de compartir escenarios zapando con él. Además, pude conocer “a los dos”. A Norberto cuando estaba solo y al “Carpo”, cuándo aparecía una persona. Pero en el fondo era un ser tierno y cariñoso, y amante de la música. Lo extrañamos.
Gabriel Jolivet
Pappo es una influencia directa al corazón de la gente. Y ni hablar de la influencia sobre los guitarristas. Yo lo encontré en el primer disco de La Pesada dónde, de la mano de Billy Bond, se despachaba con unos solos increíbles. Solo el primo de Willy Gardi (Poli Martínez) se le arrimaba un poco. En ese primer disco y en el segundo con Alejandro Medina -La maldita máquina de matar- suena a nivel mundial. Ese mismo año vi la presentación de Pappo's Blues II. Esa Gibson de un micrófono P90 y la foto del interior con el Robertone me atraparon para siempre. También presencié el show del Volumen III con Pomo y Machi... ¡demoledor! Fue como ver a Cream. Y así nos fue Pappo acostumbrando a un nivel de excelencia, no acompañado por la crítica del periodismo. Una especie de Superman quien, pese a la adversidad, editó una saga de discos importante y variada, si se suma su etapa hardrock con Aeroblus, con Castello Junior en batería y Medina en bajo. Tuve la suerte de tocar en Pappo's Blues en 1978 y hacerle comprar su primer bondi. Luego me llamó para Riff, pero yo tenía contrato con Dulces 16 y le mandé a Boff, a quien reemplacé en un show en Montevideo. En 1994 volví a Pappo's Blues para la gira nacional, y tocamos en el Gran Rex con BB King, las seis noches, y con Deacon Jones en Obras. La última gran estrella del Rock, Pappo.
Cristina Dall
Tuve la gran fortuna de haber llegado a compartir su escenario con Las Blacanblus. Y este es un punto que trae algo así como una síntesis de lo que para mí significó conocerlo. Es verdad que su imagen puede arrojar un personaje machista, agresivo y varios etcéteras más allá de su enorme talento, y ahondando un poco más en alguna convivencia en giras, por ejemplo, haber conocido su lado más gentil y tierno también. Así es como me cabe recordar que cuando fuimos invitadas a un Obras, nos convocó a que hagamos un pequeño set con nuestra propia música, donde no solo participaban las voces desde el arquetipo standard de "chicas de los coros", sino que en lo que a mí respecta, la posibilidad de llevar el piano como base sólida para expresar nuestras canciones. Algo así como una mirada íntegra, de avanzada si se quiere, cuando aún la presencia femenina de mujeres instrumentistas no estaba ni siquiera vista. Fue el único solista que abrió el espectro a una mirada más allá de lo que en ese momento significaba este tipo de presencia femenina en escenarios. Eternamente agradecida de haber podido conocer y reconocer sus dos lados.
José Luis Fernández
Pappo era un tipo autentico y querible. Aunque hacia afuera el personaje era el de un rockero bastante camorrero, creo que era alguien muy sensible y además tenía la sencillez de los grandes. Con su partida perdimos a uno de los guitarristas mas grosos de nuestro país, y sin duda un icono para todos los que la seguimos rockeando.
Claudio Marciello
Pappo convocó a Almafuerte para participar en el disco Pappo y Amigos. Tuvimos una jornada maravillosa de grabación con él y después cada uno se fue yendo para su casa, menos yo, que me quedé hablando con él, en el estudio. Estaba muy bien en esa época y cuando terminamos de charlar, había llovido, era de noche, y me ofrecí llevarlo a la casa. Aceptó y cuando fuimos al auto –un Corsa de dos puertas-, éste tenía una rueda pinchada. Yo no estaba en muy buen estado, y Norberto me miró y me dijo "¿Estás en condiciones de cambiar la rueda?" Le respondí que sí, pero que me diera un poco de tiempo, porque tenía un pequeño choque de trenes en la cabeza, pero me pidió hacerlo él. "A ver si te lastimás", me dijo. Se sentó de culo al barro, sacó la rueda de mi auto, la cambió, le dije si quería manejar él y me respondió "No, si te agarro este coche yo, te lo rompo". Arrancamos, llegamos a su casa de La Paternal –yo vivía en Floresta-, bajó y me dijo "Lo que necesites, equipos, violas, lo que sea, me lo pedís y lo venís a buscar. Y venime a visitar cuando quieras porque en la panadería de la esquina de casa, las facturas son riquísimas".