En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, advirtió sobre cómo Milei y los medios concentrados manipulan la agenda mediática para desviar la atención de sus propios escándalos; la designación de jueces por decreto, por un lado; la de la compra ilegal de Telefónica, por el otro. En tanto, aseguró que la Corte Suprema, moldeada por Macri y Milei, responden a los intereses del poder.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Milei quiere marcar la agenda con el desastre, nada novedoso, de designar jueces a dedo. A Milei le viene bien porque estamos hablando de Lijo y del otro tipo designado (Manuel García-Mansilla), y no de su estafa con Libra. A Clarín le viene bien para que pase por su esófago, tan exigido, el acumulado de su estafa al país.
Mejor Lijo que Telefónica, mejor Lijo y el otro tipo que Libra.
Tienen todo bajo control. Ningún político se le animó al fraude periodístico del malandra nacional. Y, para completar, Milei cumple con el cuarto nombramiento a dedo, tercero y cuarto de la Corte más estrafalaria y obscena que se haya consumado.
Dos de Macri, dos de Milei y todos de Magnetto. Lorenzetti es el roto que no falta para los descosidos morales de una Corte que avergüenza.
Libra y Telefónica, los bochornos de la semana.
En España piden juicio y quizás lo hagan en Estados Unidos. Por lo menos son más confiables que Eduardo Taiano. Milei es una vergüenza internacional. Una manera de estar en el mundo, pero es el orador lógico designado para hablar por el país, lo representa.
Si la Tierra tuviera que enviar un emisario a representar sus valores en una conferencia espacial, el disertante sería Trump. El de la Argentina es Milei. Así lo quisimos.
Los temas vuelan. Entre el lunes y hoy miércoles pasaron cien años. Estamos hablando de otras cosas. De Lijo y el otro, por ejemplo. De Larreta, que vio que había apagón en la ciudad y volvió, sin la plata, pero con la que corrompía, caminando a tientas. De la sangría de dólares. De Cositorto, que dice que si a él le dan 10 años, a Milei le tiene que dar 500.
Pisarello, el diputado español, nombró a Al Capone, y es atinado. Él también escondía sus muertos con rapidez, designaba jueces, tenía políticos y, sobre todo, tenía un diario en el que anotaba todas sus estafas.
Diariamente pensamos en Capone.