Más que el hierro, más que el plomo, más que el oro, necesito electricidad.

La necesito más que cordero o cerdo, lechuga o pepino.

La necesito para mis sueños.

Los versos con los que arranca esta nota fueron escritos por una inteligencia artificial en el año 1984. Forman parte del libro The Policeman's Beard is Half Constructed. En la portada dice que la autora es Racter, una IA creada por William Chamberlain y Thomas Etter que generaba texto mediante un sistema de plantillas de frases y módulos gramaticales predefinidos, combinados con una selección aleatoria de palabras.

Sus creadores fueron visionarios, pero no los únicos. Veinticinco años antes, en 1959, el matemático alemán Theo Lutz usó su computadora Zuse Z22 – un gran armatoste que podía ocupar una sala casi entera – para armar un programa generador de texto y creó la primera poesía electrónica. Su prototipo fue “entrenado” con fragmentos de la novela El castillo de Franz Kafka y su algoritmo combinaba aleatoriamente sustantivos, verbos y conectores, dando luz a un texto inédito.

El poema de Racter ilustrado por Joan Hall.

Más acá en el tiempo los experimentos se repitieron de forma cada vez más habitual. Sin ir más lejos, la popularización de los grandes modelos de lenguaje (LLMs, por sus siglas en inglés), como ChatGPT, Gemini, LLaMA, entre otros, puso al alcance de cualquiera la posibilidad intercambiar conversaciones con una máquina. Y, claro, pedirle que escriba. Pero eso que escribe, ¿qué es, realmente? ¿Es poesía? Y sobre todo, ¿por qué esta pregunta?

La IA y la poesía

Quizás sea útil desmenuzar la cuestión por partes e ir tejiendo una respuesta que sirva para cubrir el panorama. ¿El texto que escribe una inteligencia artificial es poesía? Intercalar palabras, verbos, sustantivos, adjetivos de tal o cual manera según diferentes parámetros, ¿puede dar como resultado un buen poema?

El lingüista y poeta peruano Mario Montalbetti, autor de una gran cantidad de libros de poesía y de ensayos, entre ellos El pensamiento del poema (n direcciones) y Lejos de mí decirles (Mansalva), dio a este medio una respuesta a esta pregunta:

— ¿Cree que un LLM (Large Language Model como ChatGPT, Gemini, etc.) puede escribir un buen poema? ¿Por qué?

— Cualquier respuesta es irrelevante en este momento porque, en verdad, no sabemos qué es un buen poema o, para tal caso, qué es un poema. Hasta finales del siglo XIX los poemas eran objetos bien definidos: si uno hacía un poema, uno hacía un soneto o una décima o una cuarteta... y cada una de estas formas tenía reglas perfectamente establecidas. A partir del advenimiento del verso libre (Mallarmé) todo cambia, ya no hay reglas preestablecidas, algo es un poema si se parece a otro o si alguien dice que lo es. La cuestión se agudiza aún más si nos preguntamos qué es un buen poema. Entonces, un LLM puede producir objetos verbales, pero no sabemos muy bien si son o no son poemas o si son o no son buenos.

A esta respuesta, de todos modos, Montalbetti le sumó una pregunta que abre el juego más allá del tecnicismo: “Lo que no entiendo es por qué alguien le encargaría a un LLM que haga un poema. ¿Por flojera, desgano, pocas ganas de trabajar? Para mí, el trabajo de hacer un poema es su propia recompensa y tal vez la parte más interesante de todo el proceso porque es el momento en el que uno escribe mientras piensa. Creo que si alguien le encarga a la IA que haga un poema, uno abandona la posibilidad de acceder al pensamiento del poema.

Riquelme en su visión del poema encuentra el hueco detrás del 4, Góngora se mete en el atolladero de jugadores, la IA ¿qué lugar ocupa en el partido?

— La diferencia entre escribir un poema y encargarle un poema a la IA es la misma que hay entre un gol de Riquelme en la Bombonera y un gol del avatar de Riquelme en FIFA 2025.

Llamado por los malos poetas

En su icónico poema Llamado por los malos poetas, Rodolfo Fogwill alza su voz y declara:

Se necesitan malos poetas.

Buenas personas, pero poetas

malos. Dos, cien, mil malos poetas

se necesitan más para que estallen

las diez mil flores del poema.

¿Se puede leer en estos versos algo sobre la pregunta que dejó abierta Montalbetti? ¿Explica en algún punto algo del por qué la curiosidad sobre si una inteligencia artificial puede hacer poesía?

Quien tomó la posta de esta cuestión es Ksenija Vraneš profesora de Literatura y Cultura Hispanoamericana de la Universidad de Belgrado, que analizó este tema en una publicación titulada Artificial Intelligence and the Challenge to Human Literature: Revisiting Borges and Cortázar (La inteligencia artificial y el desafío a la literatura humana: una revisión de Borges y Cortázar) y reflexionó con Página|12 con qué tiene que ver esta búsqueda.

“Es interesante cómo el avance tecnológico demuestra que, pese al predominio de un mundo regido por el mercado, la tecnología o incluso la tecnocracia, ha perdurado una visión esencialmente humanista de la humanidad y su naturaleza. Aunque las computadoras llevan tiempo realizando cálculos matemáticos complejos, solo cuando pareció que podían crear literatura comenzó a surgir el temor de que se nos asemejaran demasiado”, comenzó analizando Vraneš en medio de días tumultuosos en los que Serbia vive jornadas de lucha contra el Gobierno encabezada por universitarios.

Y, en este punto, añadió: “Esto se debe a que la creación artística representa, en última instancia, la expresión más elevada de la creatividad humana, aun cuando en el mundo contemporáneo a menudo se le cuestione su valor de uso. La poesía no es esencial en el sentido más crudo de la supervivencia, pero es precisamente gracias a ella y al arte que la vida deja de ser mera existencia y adquiere sentido”.

“A mi juicio —sostuvo Vraneš a este medio—, ahí radica nuestra fascinación con la idea de que las máquinas puedan escribir poesía: implicaría que poseen una necesidad de expresión artística, un deseo de comunicar su existencia y experiencia a través del arte, y, en última instancia, una búsqueda de catarsis o de conexión con el Otro. Todas estas son cualidades que, hasta ahora, hemos considerado exclusivas de los seres vivos”.

— ¿Puede existir literatura sin experiencia viva? En otras palabras, ¿puede la literatura reducirse a un cálculo matemático de probabilidades sobre el orden de palabras en base a decenas de miles de textos previos? ¿Es la literatura algo diferente a eso?

— Creo que nunca podremos perder aquello que hace que la literatura sea esencial para nosotros, sin importar si se desarrollarán inteligencias artificiales capaces de generarla. Aunque la creación literaria da lugar a un resultado tangible en forma de una obra literaria concreta, no puede reducirse únicamente a ello, pues el sentido más profundo del arte reside en la experiencia de su proceso de creación y en la vivencia directa de su disfrute. Por eso, nadie puede expresar en nuestro lugar nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos a través de un poema, nadie puede llorar por nosotros al leer poesía, ni experimentar la catarsis o sentirse menos solo tras la lectura. Precisamente por eso pedirle a una IA que escriba un poema carece de sentido, y por eso nunca podremos perder aquello que esencialmente nos distingue de las máquinas.

“La necesito para mis sueños”

En el breve poema con el que arranca esta nota, escrito por una inteligencia artificial, aparece este verso sobre la electricidad (“electricity”): La necesito para mis sueños (I need it for my dreams).

Tómese un tiempo.

¿Qué piensa al leer esto?

En estos versos de 1984 parece haber algo que se quiere escapar del texto: algún rasgo de autoconsciencia. Incluso una mirada provocadora frente a lo humano. Por supuesto, para hacer esta lectura hay que dejarse llevar por los versos, otorgarles un sentido antropomórfico y leer cómo se subvierte el orden de esencialidades. Para una IA la vitalidad es la electricidad. La necesita para soñar. Pero, ¿qué es soñar para una computadora?

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, libro de Philip K. Dick

Si las IA entienden como nosotros entendemos el lenguaje es una gran pregunta, porque lo que sucede con los LLM es que hay una línea muy fina entre el entendimiento y el razonamiento. Un modelo de lenguaje usa datos para entrenar un algoritmo altamente eficiente donde se conectan trozos de texto a través de probabilidades, así como funciona el predictor de WhatsApp cuando uno completa una palabra, pero de una manera mucho más sofisticada”, explicó a Página|12 Carlos Chesñevar, director del Instituto de Ciencias e Ingeniería de la Computación (CONICET - UNS).

“El tema que se logra es que es tan altamente buena la respuesta, que es indistinguible de lo que es el proceso de pensamiento humano. Si uno imagina que toma todo el conocimiento humano que está en internet y lo mete en una especie de máquina que mezcla todos esos textos, calcula las probabilidades y hace todo una especie de nube, lo que termina saliendo es muy difícil de distinguir de lo que emerge del pensamiento humano para muchísimas situaciones. A partir de ahí empieza toda una cuestión sobre qué significa la creatividad”, añadió.

Un ejemplo claro de esto está en la página web Rupi or not creado por un usuario que tuvo la idea de que “con un poco de programación debería ser bastante fácil generar poesía al estilo Rupi Kaur” —una popular poeta canadiense que con 21 años y de la mano de una poesía compacta y directa, logró un best seller mundial— y armó un juego en el que hay que adivinar si el poema es escrito por una IA o por la poeta.

"Hay una belleza arraigada/ tan profundamente en ti/ que no puedes evitar/ verla en todas partes", el juego para adivinar la autoría de un poema.

— ¿Qué ocurre tras bambalinas cuando se le pide a una IA que, por ejemplo, escriba un poema como Alejandra Pizarnik?

— Lo que ocurre tras bambalinas es que el LLM tiene disponible todos los textos de Pizarnik, esos textos son usados para calcular cómo combinar frases usando sustantivos, verbos, adjetivos y sus relaciones y lo que emerge es algo que, cuando uno lo mira, aparece de alguna forma ese sesgo que tiene el autor original. La cuestión en todo eso es que para el LLM que da esa respuesta, hay cero entendimiento real de lo que significan esas palabras. Si uno en castellano dice 'mi alma se siente que vuela por el cielo', una persona puede decir que es una metáfora. Que el cielo es una metáfora. Pero para el LLM es un token. Es una palabra que tiene cierta probabilidad de aparición en un contexto. Y si estás hablando de Pizarnik quizá sea una palabra que usaba típicamente.

Vusco volvvver de golpe el golpe

El campo de la literatura y, sobre todo, de la poesía, parece tener algo particular: aparece como un espacio en el que el lenguaje se rompe. Los ejemplos son miles y muchos de ellos, memorables: como el vusco volvvver de golpe el golpe del poeta peruano César Vallejo. ¿Qué combinación de tokens en una inteligencia artificial podría dar este resultado?

Julia Milanese, licenciada en Letras especializada en Procesamiento del lenguaje natural, consultada por Página|12 tomó este tema y reflexionó sobre los límites de la IA en el campo de la literatura: “¿Por qué alguien seguiría escribiendo poesía si una máquina lo puede hacer con solo pedirle que lo haga? ¿En qué trasciende la poesía humana la poesía del bot? Creo que hay una respuesta a eso, que es que el bot solo escribe sobre lo que ya existe. No puede crear el mundo sobre el que va a escribir. Porque es un modelo estadístico de cómo funciona la lengua. Podría escribir un verso que te mate la cabeza, pero es casual. Sería una cuestión estadística, no una cuestión humana”.

“Yo creo que acá hay una fantasía, que es que estos modelos de lenguaje hablan de una manera tan similar a la humana —incluso la sobrepasan, porque hablan en muchos idiomas sobre dominios que uno no tiene— que es como si superaran la capacidad de razonar. Y hay un intento de que el público consuma como que atrás de la IA hay un razonamiento del tipo humano. Entonces, yo creo que la intriga podría venir de ese lado. Cómo hablaría una máquina cuando habla. Como si pudiera decirnos algo que los humanos no sabemos”, finalizó Milanese.

Tomar prestados algunos versos del ex-poeta chileno José Ángel Cuevas (Liquidación del yo) puede funcionar a modo de cierre y apertura para esta pregunta sobre máquinas y poesía:

Sólo creo en mí mismo


aquí dentro está el universo

resuenan épocas / gritos

por las calles en silencio


sólo creo en mis propios

zapatos cafés / subiendo

la escalera de todos los días.