Exhuma 5 puntos 

Pamyo, Corea del Sur, 2024 

Dirección y guion: Jang Jae-hyun 

Duración: 134 minutos 

Intérpretes: Choi Min-sik, Kim Go-eun, Lee Do-hyun, Yoo Hae-jin, Jeon Jin-ki 

Estreno en Flow.

Como la fruta, que nunca cae lejos del árbol, Exhuma es un exponente típico del (ya no tan nuevo) cine surcoreano, cuyos directores de referencia (Park Chan-wook, Bong Joon ho, el fallecido Kim Ki-duk) llevan más de 30 años haciendo películas que combinan temáticas y géneros populares con un fuerte elemento autoral. Acá se trata de una película de fantasmas con una importante raíz folklorica, que hace gala de una puesta en escena prolija, por momentos hasta virtuosa, y aprovecha las estructuras clásicas del cine occidental para aplicarles sus rasgos de identidad. Al menos de forma superficial.

Se trata de la tercera película del cineasta Jang Jae-hyun y la tercera que desarrolla dentro del género sobrenatural, utilizando en todos los casos prácticamente los mismos recursos enumerados. Kim San-deok es un experto en geomancia que usa sus conocimientos para reubicar tumbas o cementerios completos y luego destinar los terrenos liberados al negocio de los bienes raíces. A partir de la realización de distintos ritos, Kim y su equipo se encargan de que el traslado de los restos sea realizado respetando cierta tradición religiosa coreana, para que los terrenos en cuestión queden libres de indeseables presencias espirituales. En otras palabras, de fantasmas.

La cosa se complica en un caso particular, con la tumba de un hombre, patriarca de una familia aristocrática, ubicada en la cima de una montaña casi en la frontera con Corea del Norte. Desde su muerte, los primogénitos varones de la familia padecen cierto tipo de afecciones que interpretan como reclamos del fallecido desde el más allá, detalle que vuelve al trabajo más delicado que de costumbre. Y todo lo que podría salir mal, saldrá peor. Jang maneja los climas con pericia, aunque es propenso a extender las secuencias, provocando que las mismas vayan perdiendo tensión, efecto que se vuelve más notorio a medida que la película se va acercando a su final.

El director pone especial atención en el registro de algunos rituales, que a los ojos de un espectador occidental pueden resultar ominosos. Sin embargo, la estructura narrativa es prácticamente la misma que la de cualquier película de exorcismos, en la que lo único que cambia es la dinámica de los rituales, que acá no tienen nada que ver con los de la ficción católica, tan populares desde el estreno de El exorcista en 1973. Es decir, casi lo mismo de siempre. Pero además, el guion de Exhuma comienza a entreverar dentro de la trama distintas cuestiones vinculadas a la historia coreana, como la división del país a mitad del siglo XX o el rol opresor que jugó el imperio japonés hasta la Segunda Guerra Mundial. Los resultados no son necesariamente efectivos y hasta pueden resultar confusos.