Las chicas salen de nuevo a la ruta, pero esta vez el gran escape no las lleva a recorrer la Patagonia sino el extremo norte de nuestro país, con una última parada en Brasil. La descripción precedente podría formar parte de una sinopsis más o menos inofensiva de una secuela disparatada, pero ¡Caigan las rosas blancas! no es una segunda parte cualquiera. Ni siquiera es una segunda parte en sentido estricto, aunque las protagonistas sean las mismas de Las hijas del fuego, la película de Albertina Carri que puso a dialogar dialécticamente los territorios del porno como formato, estética y política hecha carne y cine. Si en aquella aventura geográfica y genital la directora de Los rubios y Cuatreros ponía los cerebros y las lenguas en movimUn viaje donde el cine dentro del cine se abre a la fantasía y en el cual tienen espacio la road movie, el vampirismo, la comedia, el body horror y hasta el musical