Víctor Hugo Morales criticó a Javier Milei y cuestionó a la ultraderecha por la avanzada en el recorte de derechos, al tiempo que cuestionó la utilización de un sector de la política de la muerte de la niña Kim, en la ciudad de La Plata para atacar al gobernador Axel Kicillof. 

El editorial de Víctor Hugo Morales

El presidente español Pedro Sánchez describió a la ultraderecha. La ultraderecha es como la criptomoneda de Milei: los de arriba se quedan con la plata de los de abajo. Ultraderecha es robar a los pobres. Un buen gobierno lucha por evitarlo, ayudando a que haya trabajo, que lo paguen bien y existan los beneficios sociales para los más afectados por el capitalismo.

Pero mientras Milei es un ladrón más, llevado en andas por el poder real, del otro lado, cruzando el Riachuelo, Kicillof es demonizado a tal extremo que hoy, hilvanando sus maldades, en la tapa del diario de Satanás asocian el terrible crimen de Kim en La Plata con Kicillof. La fiscal que dejó libre a uno de los asesinos fue señalada por el gobernador para una cámara de la justicia. Ergo, ahí tenemos al culpable.

Es el desafío cotidiano: luchar contra la infamia. Aprovechar la muerte, el dolor ajeno, la desgracia de la lotería fatal de la violencia entre clases, es lo que hacen "ellos". Los liberales de la economía que depredan, empobrecen, humillan y resienten a millones de indefensos. La casta de la crueldad, sin embargo, disimula su responsabilidad ante el escarnio que padecen los millones de expulsados del sistema y elige a los culpables que les convienen.

Lo que dice el presidente español es cierto, pero insuficiente. Lo más grave de las cripto es que, si lo hacen los ricos o sus representantes, no pasa nada. Ante los ojos atónitos del mundo, Milei designa a una amiga de confianza para que lo investigue por su estafa, una mujer que ya vació el organismo que luchaba por encontrar a las personas apropiadas por la dictadura. Eso dice la mujer a la que Milei le dice “investigame”. Pero eso no lo denuncia la mafia. Porque ella es una jugadora de ellos, los que roban a los pobres están bien. A esa jugadora no la van a tocar.

Se sirven de la muerte. La que ellos mismos fomentan con tanta injusticia social les permite ir contra la casta cruel y rapaz. Saben que, como hay una muerte infantil de por medio, pueden aprovechar el dolor e impulsarlo hacia donde les conviene. Saben encontrar los culpables del hambre y la desigualdad entre los que luchan por evitarla.