Guido Carmona siente exagerado. Tiene el sentimiento a flor de piel, no lo esconde. Así compone, sintiendo en el momento. Desde la ilusión, desilución o desespero por un amor. Escribe por eso, pese a eso. Habla de lo que todos quieren: el amor. Lo milita desde su proyecto musical como solista Un Muerto Más. Tiene 31 años y pertenece a una generación híbrida que alcanzó a ver la versión análoga de las cosas, pero que también habita la digitalidad de hoy. Pasó por los teclados de las máquinas de escribir, las llamadas por teléfonos de línea, los mensajes en papel, la visita inesperada que toca el timbre, las irrupciones sin pedir permiso. La espera. Ver pasar el tiempo sin desespero, atravesarlo. Se aferra un poco a eso. También es de esta época en la que se matchea en aplicaciones para conseguir el amor. Muchos likes, muchos chats abiertos, algunas promesas de citas, pocos tragos o cafés concretados, nulos matches reales. Todo para terminar, casi siempre, más solos.
Verano en invierno (2022) es su primer álbum. Once canciones, más de 30 minutos en los que hace un recorrido por algunos de los momentos del amor: la ilusión, el deseo, la pasión, el desengaño, la ruptura, el despecho, la soledad. Y vuelve y empieza. Por sus letras lo clasifican como indie pop, pero es un poco de todo: algo de punk, de rock, de soul y hasta de electrónica. Guido es Un Muerto Más desde la pandemia. Antes de eso era parte de Paprika, una banda de ska y reggae que formó al salir del secundario y que mantuvo por diez años junto con nueve personas más. Él componía, cantaba y producía. Se formaron en la calle y ahí se hicieron conocidos. En esa época Guido dice que era más revolucionario y combativo, y las letras que componía hablaban de esa incomodidad. Tocaba en la calle y tenía que lograr que el que pasara se detuviera a escucharlo. Aplicó el marketing callejero. Con Paprika no sólo ponían el cuerpo en la vereda para cantar, hacían algo cercano al performance, se peleaban la atención y lo lograban al punto de que en producción estaba considerado el montaje, el show y el escape, porque la acción no dejaba de ser ilegal y la policía eventualmente llegaba. Algo de eso está hoy en sus los recitales: sale con camisa blanca algo desajustada y sangre en su pecho.
De padres laburantes, Clarissa Noales y Eduardo Carmona, surgieron tres hijos mediáticos. Además de Guido, están Marico Carmona, poeta y performer, y Sofi Carmona, locutora y periodista. En la música Guido arrancó con la batería y fue por casualidad. La familia por parte de su madre es de Mar del Plata y en unas vacaciones a uno de sus tíos le habían dejado a cuidado una batería. Para pasar el tiempo, Guido aprendió a tocarla. Tenía seis años. Luego de eso su familia empezó a regalarle una por partes: un redoblante, un hit-hat, un platillo. Empezó a tocar con sus amigos, a formar bandas y con el tiempo se dio cuenta de que nadie componía, lo intentó y fue el lugar en el que se sintió más cómodo.
Guido hoy no solo habla del amor, lo descontractura. Hace algo obvio, pero necesario en estas épocas inmediatas: lo naturaliza. No lo juzga, dice. Entre sus referentes están Charly, el Pity Álvarez y The Clash. A los 9 años escuchó Piano bar, en un CD que encontró en su casa. Lo escuchaba en el living, cantaba mientras leía la letra: “¿Será que nací en el sur?/ ¿Será que encendí la luz de tu amor?”. No entendía nada pero sabía que había un sentimiento ahí, un vacío en la panza. No tenía que ver tanto con la técnica, había una emoción que se condensaba en las letras, él quería poder hacer lo mismo. Poner el amor en un frasquito, entregárselo a alguien para que sea su remedio, para que sea su veneno. Al Pity llegó después, ahí entendió cómo atravesar una metáfora. Cómo decir algo tan duro, tan fuerte, que de crudo se convierte en metáfora. “Y estoy orgulloso de quererte romper/ la cabeza contra la pared”. A Intoxicados o a Viejas Locas sigue acudiendo cuando quiere entender algo, es su refugio, su lugar de consuelo. Le compuso una canción. Un rap, algo de hip hop que dice “Ojalá seas mi miti/ Y que liberen al Pity/ Como Charly chipi chipi/ Caminemos por la city”.
En la pandemia componía en la casa y en Un verano en invierno eso se nota. Pareciera que compuso con una guitarra criolla en la intimidad, habitado por un deseo, un enamoramiento, un desengaño. Luego le mostraba a Polska, su productor, y él lo volvía canción. Hay guiños pensados. Frases de un capítulo de Rugrats y el canto de la nena de Monsters Inc. De la época de Parpika a Guido le quedó pensar en la producción de manera integral. El lanzamiento y la gira de Un verano en invierno, se asemeja, dentro en su proporción, a DtMF de Bad Bunny. Un proyecto pensando desde el concepto. La temática, las canciones, los videos y, por supuesto, las presentaciones.
Si se ven los videos hay color, fotografía, vestuario, maquillaje; una estética pensada, concebida. Si es en las presentaciones en vivo, está el teatro, la escena, las luces, el sonido. Un verano en invierno tuvo una gira por barcitos de España. Tocaban para pocas personas y por eso la escena de mesitas y parejas y lo que pudiera estar ocurriendo ahí era relevante. De ahí que Guido pensara las presentaciones en Argentina a lo C Tangana, con un show que mezcla artes y mantiene la atención del público en estas épocas de disfrutar a través del celular. En La gira, el evento con el que presentó el disco, hubo invitados en escena: Marico, músicos que actúan, actores que cantan, público que interviene y cambia el desenlace del recital.
Algo de esto se verá el próximo domingo en el Konex con Un Muerto Más a cielo abierto, en donde el público será parte de la escena, donde estarán presentes las varias artes para poder transmitir, traspasar ese sentimiento en cada recital. Dice que es el show más grande que ha producido, dice que la gente que ya lo vio igual se va a sorprender porque siempre hay algo nuevo, dice que quienes no lo han visto se encontrarán con ese puño en la cara de sensaciones. Mientras tanto está la música, un antídoto para estas épocas de crueldad. Mientras tanto cantar, mientras tanto bailar. “Mientras se incendia toda la Argentina/ Los dos bailando, el mundo se termina”.
Un Muerto Más a cielo abierto se presenta el domingo 9 en el Centro Cultural Konex, Sarmiento 3131. A las 19.