Desde el primer día, Martín Elizalde debió haber imaginado que noviembre de 2023 no iba a ser un mes cualquiera en su vida. Lo había comenzado en Niceto junto a Falsos Profetas, su banda histórica, con la que dio un show de reencuentro luego de cinco años de silencio. Una noche necesaria para ponerse al día con el pasado. Después se dedicó a pensar en el futuro. A trabajar en su séptimo disco solista. Un proyecto que lo entusiasmaba y que tenía casi listo. Así lo hacía saber a través de las redes. Reconocía estar “muy manija” y alimentaba la expectativa.

El viernes 24 publicó el primer adelanto. Era una canción llamada “Por que rías” con la que había cumplido “un viejo sueño”: cantar con Jorge Serrano, de Los Auténticos Decadentes. El Perro aportaba su voz en el nuevo tema, que empezaba con cuerdas beatle que se mezclaban con la entonación tanguera de Martín. “Vos comprabas porquerías/ Yo moría por que rías”, decía. La combinación de letra, voces y música generaba esa nostalgia optimista que Martín solía transmitir. Un clima que muchas veces parecía estar más cerca del disfrute por el camino recorrido que del lamento por lo que ya no iba a volver.

Ese mismo viernes hizo un posteo en Instagram. “Las primeras horas (de un secuestro y de un lanzamiento) son muy importantes”, dijo, con el humor habitual que tenía, y agradeció a todos “por darle tanto amor” a la nueva canción. No sabía que el tema transitaba su comienzo mientras él avanzaba hacia el final. Al día siguiente, el sábado 25, subió una foto del primer ajo de su huerta. Siempre había sido un tipo del cemento, pero se entregaba con pasión al cuidado de las plantas de su terraza. “Hace meses que te estaba esperando”, escribió. En la imagen se podía ver una de sus manos con rastros de la tierra que había removido poco antes de sacar la foto. Fue la última que publicó. Murió en su auto en la madrugada del domingo 26 de noviembre, en un accidente de tránsito ocurrido sobre la autopista Panamericana, en la zona de Pilar. Desde entonces, la publicación del ajo es la que sus amigos y fanáticos suelen usar para enviar mensajes virtuales cuando quieren recordarlo.

“Por que rías” fue lo último que Elizalde publicó en su vida, pero no es lo que cerrará su repertorio. En enero de este año apareció “Nuestra casa”, un tema inédito, el segundo adelanto de ese álbum que en 2023 estaba casi terminado. Esta vez, el invitado es Manuel Moretti, de Estelares. La familia, los amigos y colegas de Martín quieren editar el disco entero con todos los detalles que él imaginó para sus nuevas canciones. En eso están.

Falsos Profetas, la banda histórica de Elizalde. Foto: Archivo.

MÁQUINA DE CANCIONES

Milagros Pini sale al patio de su casa para que las voces de Carmela y Alfonsina, las hijas que tuvo con Martín, no se escuchen demasiado durante la charla. De todos modos, está acostumbrada a rodearse de chicos. Mili, como todos la llaman, es artista visual y está a cargo de Submarino Amarillo, un espacio de arte donde se dictan talleres infantiles. Mili iba en el auto la noche del accidente. En el tiempo en que tardó en recuperarse, los amigos de Martín, tanto sus compañeros de Falsos Profetas como los músicos de su etapa solista, pensaron en la idea de completar el disco.

“Todos sus amigos me lo preguntaron primero. ¿Te parece? ¿Tenés ganas de que esto suceda? Y me pareció que esto tenía que salir para que se escuchara. Martín era una persona que terminaba un disco y ya tenía grabado otro. Siempre estaba produciendo. Era así él, como una máquina. Entonces me parece que fue natural decir no, esto no puede quedar acá guardado”, dice.

El disco tiene once canciones. Está listo “en un 95 por ciento” y aparecerá de a poco, a medida que se puedan conseguir las voces invitadas que Martín pensó y dejó anotadas en una de las diferentes libretas en las que escribía sus ideas. “Cuando Mili se puso mejor hicimos una reunión en la que escuchamos el disco y analizamos todo esto. Ahí fue donde vimos la lista en concreto. También hemos hecho algunas sugerencias, porque Martín no había hecho la lista final”, cuenta Alex Fank, encargado del cierre de la mezcla y del mastering del disco. Alex también es el baterista de La Soloman, la banda que lo acompañaba en su etapa solista. “Ahora arranca todo un trabajo que es contactar, coordinar agendas, ver si es factible. No toda la gente a veces cuenta con el tiempo suficiente. Creo que la idea final que tenemos todos es terminar con el mejor disco que Martín hubiese deseado, siendo que él lo puso todo, y creo que tenemos todo para hacer eso y que no quede en el tintero”, agrega.

El título del disco por ahora no será difundido. La decisión obedece a que el nombre que Elizalde eligió para el álbum tomó otra importancia tras el accidente. Según cuentan, muestra una conexión sorprendente que también se percibe en las canciones que lo integran. “Es medio loco el título que eligió, con lo que pasó. Viste esas cosas que decís… No sé, la vida es rara. Qué te voy a decir”, dice Mili. “Es tremendo”, dice Alex. “Martín no era consciente de todo lo que iba a pasar, pero lo escuchás y se resignifica a un nivel impresionante. Es increíble. Escuchás y todo funciona desde los dos lados que mires la historia”, agrega. El disco fue grabado en 2023 en La Siesta, el estudio que Martín tenía en su casa, muy cerca del Parque Las Heras. Un lugar chico pero bien equipado que lo reflejaba en sus gustos y obsesiones. “Apenas entrábamos dos o tres personas en el estudio, pero era muy mágico, tenía mucho de él. Se notaba que su vida transcurría ahí adentro”, dice Agustín Macias, bajista de La Soloman, un grupo que se completaba con Augusto Coronel Díaz en guitarra. “Porque su vida eran las canciones. Yo siempre dije eso de él. Fue siempre un tipo que vivió para escribir canciones. Era lo que le gustaba hacer. Así como una persona se sienta a mirar series, él se sentaba a hacer canciones y a producir discos. Era una persona muy especial. Y La Siesta tomaba ese color de él. Tenía el espíritu Elizalde”.

Con su acento correntino bien marcado, Agustín, oriundo de Goya, cuenta sus recuerdos de ese lugar donde Martín pasaba la mayor parte de los días: “Abrías la puerta y estaba la computadora con todos los instrumentos que tenía. Tenía colgadas en la pared las guitarras y el bajo. Tenía sus teclados, era lo que más dominaba la escena. Tenía su teclado principal y a su derecha tenía, bajo una ventanita muy chiquita que daba a una muy pequeña porción de cielo, sus otros dos controladores. Después tenía muchos juguetitos: mini sintetizadores que tenían unos sonidos muy particulares. Tenía muchas obras de Mili. Él dibujado con sus hijas, o cosas así, abstractas. Mucho papel, mucho librito. Discos que estaba escuchando en el momento. Había shakers, había panderetas, micrófonos, equipos, parlantes, la compu. Mucho. Como era él”.

El músico era un prolífico hacedor de canciones. Foto: Archivo.

TODO LO QUE NOS PASÓ

Fue tanta la música que Martín Elizalde hizo en sus 45 años de vida, que es lógico que las canciones todavía broten como surgían cuando se la pasaba encerrado en La Siesta. Ahí adentro, hacía de todo. Desde sus propios discos y también producción para otros artistas, hasta trabajos de publicidad. En el último tiempo, también estudiaba piano por las noches. Cuando pasaba cerca, Mili sólo escuchaba el ruido de las teclas presionándose, porque usaba auriculares para no despertar a las nenas. Pero no todo eran canciones. Mili cuenta que era un compañero comprometido con su casa y un padre presente con Carmela y Alfonsina, que hoy tienen nueve y siete años. “Éramos un equipo. Martín y yo criábamos a la par. Así que primero estaba la logística familiar y después él encaraba lo suyo. Siempre se quedaba en su estudio trabajando, y siempre, entre los huecos que le quedaban, estaba mezclando un tema. O estaba escuchando de nuevo un tema que grabó para ver qué le tenía que modificar. Siempre que había un hueco en su vida estaba haciendo algo en relación a su obra. Siempre”, dice.

Estuvieron en pareja dieciséis años. Se habían conocido a través de amigos en común y hasta coincidieron en un trabajo en un call center. “Éramos amigos y terminamos juntos. Era muy gracioso. Una persona muy divertida, muy inteligente. Para mí eso es inteligencia, el humor. Era muy rápido, fan de Seinfeld. Enseguida tenía un comentario. No el típico comentario del que se quiere hacer el gracioso. No era ese tipo de humor. Era gracioso porque era rápido en sus respuestas. Ocurrente. Mentalmente rápido”, cuenta. Las palabras le surgían a la par de la música. “Era una especie de enciclopedia de letras”, dice Agustín. “Vos podés ver su vida en sus canciones. Hizo canciones para cada una de las hijas, para su mujer, para sus amigos, para sus mascotas, para los lugares que visitaba. Y siempre estaba abocado a la canción rioplatense o al pop rock. Ése era su nido. Y sus letras son muy de cantautor, por eso describen cada segundo de su vida”, agrega. Mili cree que ese rasgo le viene desde sus inicios en la música, a mediados de los noventa, cuando comenzó con Falsos Profetas. “Escuchás las letras y parece que escribió un señor (risas). Yo siempre le decía ‘Vos tenés vejez prematura’ (risas). Pasa que Martín escuchaba mucho tango. Mucho. Entonces estaba re influenciado por todo eso. Y creo que también usaba su música para poder expresar un montón de cosas”, dice.

Agustín dice que si bien Elizalde sabía cuál era su eje, no siempre se quedaba quieto: “De repente te sacaba un reggae, una balada. Con Falsos Profetas tenés tango, tenés milonga. En el medio tenés algo muy extraño, medio Damon Albarn, ese estilo de britpop. Me acuerdo perfecto cuando descubrió Wilco y cómo su música pegó un giro hacia ese lugar, hacia esa música pop rock pero súper producida, con muchos arreglos, con mucha presencia de climas. Era un tipo bastante completo. Era muy certero con lo que quería. Decía ‘Yo quiero que esto suene así’. Y te lo decía y vos tenías que llegar, con lo que vos querías, a eso que él te decía”.

Martín, que había estudiado la carrera de Comunicación y asistió al taller de escritura de Diego Paszkowski, también escribía narrativa. En 2014, a través de la editorial Otro Contar, publicó la novela No hay nada de romántico en Buenos Aires. “Siempre escribió. Muchos cuentos cortos, que de hecho el otro día pensaba dónde estarán”, dice Mili. “Un día le surgieron las ganas de escribir una novela. Y se mandó. La corrigió un montón de veces. Se lo propuso y la terminó. Está buena, es bastante autobiográfica para mí. Y bueno, si la vida me lo permite, tengo ganas de hacer una reedición. Por lo menos hacer una tirada para los amigos. Hay mucha gente que no la tiene”.

Elizalde también era escritor y publicó una novela. Foto: Archivo.

SABER VOLVER

El próximo adelanto del disco tendrá como invitado al cantante Cucuza Castiello, que ya grabó en La Siesta, por lo que el tema podría aparecer en marzo. Según publicó Rolling Stone, su título sería “Hablabamos de un bar”. “En sus últimos dos años de shows, todas las veces que tocó creo que casi en ninguna faltó Cucuza, que es un ser adorable. Había un amor mutuo entre los dos que se veía cada vez que cantaban. Y en esta canción pasó literalmente eso. El día que la grabamos fue una cuestión muy movilizante para todos. Hay una cosa que es bastante armonizada entre los dos en el cantar. Tienen mucho que ver, una esencia bastante parecida”, dice Alex, que anticipa que el single “es un tema bellísimo”.

Para todos sus discos, Elizalde, que era un artista autogestivo, recibía la ayuda de sus amigos. Como el periodista Bebe Contepomi, que a través de su productora El Bajo, hoy también trabaja para lograr las colaboraciones que faltan. “Estamos contando con el apoyo del Bebe. Los chicos de los Falsos Profetas también están ayudando con el tema de logística, si hay que contactar a alguien, si hay que hacer trámites para la parte más de derecho intelectual. Se armó un equipo de trabajo que está bueno que hace que hagamos girar una rueda un poco más constante y que todo tenga sentido en un tiempo menor”, dice Alex.

Todos trabajan para responder una pregunta que su autor dejó grabada en A la hora del calor, un disco solista de 2022. Allí, en “Amigo”, el primer tema, canta: “¿En qué anda esa canción que nunca terminamos?”. Como si no faltaran premoniciones. Como si eso no fuera una prueba clara de que la música no tiene tiempo. Que nunca es tarde ni temprano para escuchar a un artista. Que Martín Elizalde, como el tango, espera.