En plena madurez creativa, Sebastián De Urquiza no para. El contrabajista y compositor argentino está mezclando en Nueva York el disco que grabó hace semanas con Leo Genovese en piano, Vinicius Gomes en guitarra y Rudy Royston en batería, y hace días terminó en Basilea la grabación, junto a Sebastián Greschuk, de la música de un proyecto colectivo. Regresa a Buenos Aires para mostrar The Ordeal Suite, un trabajo notable, con el que ganó el premio de composición Herb Alpert Young Jazz Musicians de ASCAP –la asociación de compositores de Estados Unidos– en 2022. Este viernes, a las 20 y a las 22.45, en Thelonious Club (Nicaragua 5549), De Urquiza se presentará al frente de un octeto que se completa con Sergio Wagner y Juan Cruz de Urquiza en trompetas, Lucas Goicoechea en saxo tenor, Franco Espíndola en trombón, Juan Filipelli en guitarra, Dante Picca en piano, Carto Brandán en batería.
A partir del jazz, The Ordeal Suite, una obra de largo respiro formal, se deja atravesar por gestos y recursos de la música sinfónica y el rock progresivo, señalando horizontes sonoros variados y sorprendentes. “Formalmente The Ordeal puede ser pensada de varias maneras. De hecho no sé si 'suite' es la más apropiada, aunque me gusta, por la variedad de climas y texturas que tiene”, repasa De Urquiza en diálogo con Página/12. “Es cierto también que hay un aire sinfónico y es inevitable, porque parte de mi preparación para escribir esta obra fue analizar distintas sinfonías. Pero lo que en realidad busqué en esta obra es un viaje para el oyente, con un concepto en concreto, y que a partir de esa idea la música sea la guía”, continúa el contrabajista.
Enumerando inspiraciones y motivaciones que se destilan en The Ordeal Suite, De Urquiza habla de las sinfonías de Mahler, la película Fantasía de Disney y la Consagración de la Primavera de Stravinsky, pero también de discos como To Pimp a Butterfly del rapero Kendrick Lamar, Foxtrot de Génesis y la discografía completa del trompetista Ambrose Akinmusire. “De alguna manera quería interpelar al oyente, proponerle una actitud activa y selectiva, que le permita tomar de esto lo que quiera escuchar, como quien da un click a un track. Un tipo de escucha que hoy día casi no existe”, reflexiona el músico. El título The Ordeal remite a las ordalías, las pruebas que en la Eda Media tenían que ver con el juicio de Dios. “En este caso es como un desafío que te pone la vida, que puede costar mucho enfrentarlo, pero que a su vez puede tener una recompensa enorme. Y es de eso que habla la obra, los distintos planos que puede tener el Ordeal interno”, revela.
De Urquiza nació en Boston en 1992, cuando su padre, el notable trompetista Juan De Urquiza, cursaba en la Berklee. Se formó en Buenos Aires, se graduó en Artes Musicales con Especialización en Contrabajo, en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). En 2019, fue seleccionado para el proyecto Orquesta Focusyear, en Suiza, donde pudo interactuar con destacadas figuras del jazz contemporáneo, como Kurt Rosenwinkel, Jorge Rossy, Jeff Ballard, Ingrid Jensen y Anat Cohen, por ejemplo. En 2022 fue finalista en el prestigioso concurso UNISA y The Ordeal es su quinto disco editado.
– Pensaste “The Ordeal Suite” para un orgánico grande. ¿En base a qué idea elegiste los instrumentos que integrarían el octeto?
– La instrumentación es muy precisa, convencional. Pero no pensé en los instrumentos sino en quienes los iban a tocar. Su manera de tocar, sus puntos fuertes, la relación de cada uno con el resto de la banda, con quienes resuenan mejor, qué tipo de líneas les va mejor, el grupo en sí mismo, entre muchas otras cosas humanas, fueron tenidas en cuenta antes de escribir una nota. Y cada cosa que puse en el papel fue especialmente pensada para cada uno. Siento que eso favoreció que el disco saliera con más fluidez, y la manera en que la tocaron no pudo haber sido mejor.
–Grabaste esta obra en Suiza en 2021, con músicos distintos a los que la van a tocar ahora en Buenos Aires. ¿Cómo se adaptará esa escritura personal?
– La tocamos hace unos días en (el club de jazz) Prez. La experiencia fue increíble, porque entre otras cosas también conozco a los músicos que participan de esta versión. Todos pudimos tener nuestro viaje personal, unidos por la música, por el mensaje que tiene. Es cierto que para clubes de jazz este tipo de propuestas por ahí no resulta muy convencional, porque en un punto es más como un proyecto académico, pero fue una alegría la predisposición que hubo de tener otro tipo de escucha.
–¿Qué relación hay entre la música de "The Ordeal" y la de tus discos anteriores?
–Creo que todos mis discos, y sobre todo los dos anteriores –los dos volúmenes de Unity–, con la misma formación de octeto, fueron parte de la larga preparación para lo que después fue esta The Ordeal Suite. Siempre soñé con escribir algo como esto, pero no me sentía del todo preparado. En todos los discos fui probando técnicas y posibilidades en algunos temas que eran más como contar una historia, con varias partes. Eso fue de alguna manera empezar a imaginar otro camino, que me permitiría, de a poco, agrandar el discurso y hacer algo que tuviera una forma mucho más grande, un mundito en sí mismo. Los últimos dos discos fueron claves para eso, porque experimenté con la formación con la que terminé grabando, y sobre todo pude conocer en profundidad a los músicos con los que toco. Eso fue determinante para potenciar a cada uno, de la mejor manera.