Tras la dura eliminación ante Alianza Lima en la fase 2 del repechaje de la Copa Libertadores, una de las derrotas más duras de Boca en la historia del torneo, la continuidad de Fernando Gago pende de un hilo. Si bien aún tiene varios meses de contrato por delante, su futuro como entrenador del club Xeneize es incierto.

Fernando Gago dirigió la práctica del miércoles y la del jueves. También estará en el banco para el partido del sábado ante Rosario Central. Pero hoy es una incógnita su futuro más allá de ese encuentro. El contrato de Pintita con Boca finaliza en diciembre de 2026, por lo que si los dirigentes deciden despedirlo deberán indemnizarlo y pagarle hasta el fin de su vínculo.

"Este es un golpe muy duro, pero seguiremos en el Apertura y después se viene el Mundial de Clubes... Tengo fuerzas para seguir, al ciento por ciento. Seguro hay que seguir peleando, buscar, intentar mejorar... Siempre uno lucha para lo mejor", declaró Gago tras el golpazo ante Alianza Lima. Está claro que la renuncia no es una opción para el entrenador. Al menos hasta el momento.

Existen versiones periodísticas de todo tipo. La mayoría indican que los dirigentes de Boca ya tomaron la decisión de terminar el ciclo Gago tras el partido del viernes. Otros aseguran que desde el club intentarán consensuar una salida para evitar el pago de una indemnización completa. Pero incluso hay quienes sostienen que desde el Consejo de Fútbol, más específicamente Marcelo Chelo Delgado, le comunicaron al cuerpo técnico que nunca se evaluó su despido.

El ciclo de Gago en Boca

Fernando Gago llegó a Boca en octubre de 2024. En aquel entonces tenía contrato vigente con Chivas de Guadalajara y se fue en muy malos términos del club mexicano: el entrenador aseguró que no había hablado nunca con dirigentes del Xeneize, pero a las horas se tomó un avión hasta Buenos Aires. En ese momento, Boca tuvo que desembolsar casi 2 millones de dólares para romper el contrato que Gago tenía con Chivas.

El exvolante lleva apenas 22 partidos como DT en el club de la Ribera, con un saldo de 11 victorias, 6 empates y 5 derrotas, lo que supone una efectividad del 59%. Más allá de los números, que no son tan malos teniendo en cuenta que su ciclo comenzó hace poco, en estos meses como entrenador Boca no jugó bien nunca. El equipo no parece tener una idea de juego, tampoco identidad.

El DT cambia de formación permanentemente —patrón que repitió en equipos anteriores— y en algunos casos los jugadores pasan, de un partido a otro, de ser titulares a directamente no estar convocados o quedarse en el banco sin disputar minutos. La realidad es que el DT nunca pudo consolidar un equipo titular, por lo cual es lógico que tampoco se haya consolidado una idea de juego y/o identidad.

Además, Boca perdió las 2 definiciones mano a mano que tuvo. La primera en un partido para el infarto ante Vélez por las semifinales de Copa Argentina. Fue 4 a 3, con un Fortín que se lo dio vuelta sobre el final, en gran parte debido a los cambios fallidos del entrenador que le quitó preocupaciones a la defensa rival y metió innecesariamente atrás al equipo. Boca necesitaba ganar ese torneo para clasificar a la fase de grupos de la Copa Libertadores sin necesidad de jugar el repechaje. Finalmente, en la fase preliminar 2 del torneo que obsesiona a Boca, el Xeneize cayó contra Alianza Lima, un rival muy menor, que incluso lo superó ampliamente en la ida. "Que se vayan todos que no quede ni uno solo", fue el veredicto de La Bombonera, enardecida, tras la derrota en los penales.

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