El “toco mocho” es una estafa por la cual una persona es engañada al encontrar junto con un desconocido un fajo de billetes, sin advertir que solo son reales los que están en la superficie. El resto está “mocho”, rellenado con papelitos. El estafador se lleva algo de la víctima, y ésta, a cambio, se queda con el falso fajo. La víctima confunde los roles, y cree que ha estafado a su circunstancial socio. Para que el timo funcione, la víctima debe adoptar un comportamiento non sancto (no intenta encontrar al dueño del fajo, y da algo de menor valor).

Es lo que hizo Milei con los especuladores de $Libra. Les dijo que serviría para financiar el crecimiento económico de la Argentina libertaria, algo ajeno al mundo de las meme coin. Le siguieron el juego creyendo estar aprovechándose de la ingenuidad de ese nigger presidente promercado del tercer mundo.

Pero el toco cripto estaba mocho. La defensa de Milei fue revelar el comportamiento especulativo de los inversores: “era un casino”, “jugaron a la ruleta rusa y les tocó la bala”. Nunca se ha visto a un presidente bullyar de forma tan violenta a los timados.

Nos tiene acostumbrados a sus volantazos. Puede acusar a una persona de haber puesto bombas en jardines de infantes, y luego designarla Ministra de Seguridad. Ahora lo conoce el mundo. En una semana pasó de promocionar una cripto para dar créditos a pymes, a desentenderse de “la ruleta rusa de un casino”. Con igual desparpajo, después de apoyar a Ucrania pasó a negar en la ONU la invasión rusa. Parafraseando a Marx (Groucho): “Si a Trump no le gustan mis principios, tengo otros”. Ucrania jugó a la ruleta rusa con un AK-47.

Una nueva estafa

Ahora este sofista fallido intenta arrastrarnos otra vez a la estafa del toco mocho de los argendólares. La promesa de dolarizar la economía ha tomado un ribete temerario. Los bancos podrán dar préstamos en dólares a personas que no tengan ingresos en dicha divisa. Aquél requisito, nacido tras el colapso de la convertibilidad, era una medida macroprudencial para evitar el descalce de monedas.

El presidente sigue sumando participaciones necesarias en estafas. Blanqueó tanto los dólares que ahora quiere hacerlos invisibles en préstamos sin respaldo para mostrarle al FMI mayores reservas netas. Pero ese toco está mocho. Esos depósitos se convierten en calabaza al vencer los préstamos, dando derecho al acceso al mercado oficial para cancelar la deuda.

Si el presidente dice que el dólar “caerá como un piano a 600 pesos”, cualquiera que elija creer en su palabra será tentado a tomar un crédito para licuar la deuda a la mitad. Pero lo más probable es que, según nuestro balance de pagos, el dólar termine subiendo, y le sea más costoso devolverlo.

La estafa critpo arrastró al sitio SOLANA, que perdió más del 40% de su valor. Con los argendólares, dependiendo el grado de “difusión” que le imprima el gobierno, una corrida cambiaria puede transformarse en una corrida bancaria. Quizá Milei sea el topo que vino a destruir al mercado desde adentro.