Dos explosiones cerca del estadio de fútbol del barrio de Besiktas, en Estambul, dejaron al menos quince muertos y 69 heridos. El gobierno turco se limitó a confirmar que fueron dos bombas, que un vehículo sospechoso fue detonado por el escuadrón especializado de la policía local y que nadie reivindicó todavía el atentado. Pero hasta el verdadero objetivo del ataque sigue siendo confuso, porque si bien ayer el estadio estuvo lleno por un partido, las bombas estallaron bastante después de que el público se hubiera retirado. Un vocero del ministro del Interior turco, Suleiman Soylu, dijo que se pensaba que el objetivo eran las unidades de la policía presentes en la zona, pero no dio detalles ni justificó su estimación.

Para aumentar la confusión, varios testimonios recogidos por los medios locales y por la edición en turco de CNN indican cada vez más sólidamente que se trató de un atacante suicida. Este terrorista, no identificado todavía, se habría inmolado cerca del parque Macka, cercano al estadio, una hora y media después del partido entre Besiktas y Bursaspor. Esta información aumenta el misterio sobre la segunda explosión. El barrio de Besiktas es muy popular entre los habitantes de Estambul y siempre es muy concurrido los fines de semana por sus restaurantes y cafés. La televisión local mostró autos destruidos, un minibus en llamas, muchos cuerpos y bolsas para cadáveres.

La hipótesis del gobierno de que el objetivo del ataque fuera la policía se debe a que las hinchadas de los equipos que jugaron ayer tienen una historia de enfrentamientos violentos. De hecho, este fue el primer partido en años en que se permitió a los hinchas de Bursaspor visitar el barrio de su tradicional rival. La presencia policial era, por eso, especialmente numerosa. Esta idea alimenta la hipótesis oficial de que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán o su escisión el TAK puedan ser culpables del ataque. Ambos grupos atacan en particular las fuerzas de seguridad del gobierno turco.