Desde Córdoba

En Ballesteros Sud, el pueblo en el que desapareció Lian Gael Flores Soraide el sábado 22 de febrero, viven menos de 700 personas. Las calles son mayormente de tierra y ripio. Rara vez se ve circular un vehículo, incluso por la calle central. Su principal actividad es la agricultura, seguida por la ganadería. Todo el mundo se conoce, aunque sea por rumores. Este es una suerte de anexo --mucho más silencioso-- de Ballesteros, una localidad que tiene diez veces más habitantes.

En Ballesteros Sud la intendenta mandó a construir una terminal en la que hay más lodazales y perros vagabundos que micros. Así es el epicentro de la búsqueda del nene de tres años que se perdió hace ya más de una semana, el menor de seis hermanos de una familia oriunda de Bolivia que trabaja fabricando ladrillos. 

Los vecinos nunca habían visto un despliegue de uniformados y vehículos como el que tuvo lugar entre el domingo 23 y el miércoles 27 de febrero: policía provincial, gendarmes, patrullas rurales, bomberos voluntarios de todas las localidades vecinas y de Córdoba Capital. También perros adiestrados, drones térmicos rastrean cuerpos vivos y un geo-radar que localiza huesos enterrados. Algunas personas escucharon tantas veces en la televisión la enumeración de equipos técnicos y recursos puestos al servicio de rastrillar este lugar tan pequeño, que casi los pueden recitar de memoria.

“Lamento mucho que Ballesteros Sud, que tanto tiene para dar, sea conocido en todo el país, que vengan cámaras, canales de televisión de Buenos Aires, por algo tan triste como esto”, le dice a Página/12 una nacida y criada aquí. Otra vecina, Lourdes Arriaga, que hace 10 años se vino a vivir desde Bahía Blanca, también cree que ésta no es para nada la fama que se merecen. 

Lourdes conoció Ballesteros Sud porque su marido es de acá. En Bahía Blanca ambos eran asalariados pero decidieron mudarse y empezaron a trabajar por su cuenta criando gallinas ponedoras. Tienen dos hijos: una de 13 y otro de 19. “Mi marido siempre se quiso volver para acá. Me convencí porque me empezó a gustar la idea de educar a nuestros chicos en esta tranquilidad”. Habla pausado tratando de hilvanar ideas a pesar de los más de 40 grados, la humedad, los mosquitos, los ladridos. “Mis hijos se manejaron siempre solos acá, en bicicleta de acá para allá, van y vienen solos del colegio, hasta del cementerio, cuando van a ver la tumba de la abuela. Es tranquilo. Casi no ves autos. Lamento lo que le pasó a este nene porque si bien los padres son bolivianos, el nene nació en Argentina. El Gobierno es responsable de encontrar a este nene”.

Por una casualidad que da escalofríos, los dos nombres son muy parecidos. No se dice abiertamente pero es fácil deducir que para el gobernador Martín Llaryora la preocupación central es que "Lían" no se transforme en "Loan", el niño de cinco años que desapareció el 13 de junio de 2024 en una zona rural en 9 de Julio, Corrientes. Desde el primer momento Juan Pablo Quinteros, el Ministro de Seguridad de la provincia, dice que son "casos incomparables". Son dos desapariciones que involucran a niños en condiciones de pobreza extrema y que por algún motivo, en comparación a otras historias similares, generaron mucha atención mediática.

La investigación está en manos de la justicia provincial, pero Nación envió fuerzas federales que se sumaron a un enorme despliegue ante las cámaras, que empezó a mermar a medida que los canales de noticias desviaron su atención hacia otros asuntos. Los prejuicios, las murmuraciones y el racismo son parte de la trama de este caso, en el que hay un niño desaparecido desde hace más de una semana pero ninguna prueba ni detención. 

Antes de que los fiscales declararan el secreto de sumario, el ministerio de Seguridad de la provincia promovió los medios para el rastrillaje. El ministro de Seguridad de la provincia, Juan Pablo Quinteros, viajó todos los días a Ballesteros Sud, "¡Incluso el día de su cumpleaños", se enorgullece una fuente cercana al funcionario. Se montó una carpa con comodidades para camarógrafos, fotógrafos y periodistas a pocos metros de la casa de la familia Flores Soraide. "El ministro tiene una excelente relación con la prensa", aseguran.

Juan Altamirano, que vive y estudia en Córdoba Capital pero nació en Ballesteros, lleva contadas muchas de las “estupideces que se dijeron o deslizaron estos días” para dar a entender que la familia “es rara, que los padres son abandónicos, que de tan pobres y encima bolivianos, no deben tener ningún problema en vender un hijo (¡total tienen muchos!)".

A esto se fueron sumando otras suposiciones y rumores: que la madre “cuando llegó la policía estaba comiendo un sandwich y regando plantas”, que era “extraño” que el padre haya pasado estos días en su casa esperando novedades, mientras que cualquier padre “normal hubiera salido a lo loco a recorrer el campo sin descanso”. Que "irse a dormir la siesta y dejar a los niños jugando en la calle solos es una prueba de desamor y una actitud que los vuelve sospechosos". Se puso especial énfasis en el testimonio de una curandera y se habló de un mercado de niños secuestrados para hacer macumbas en Brasil.

“Muchas de esas ideas son mezcla de chismes con datos de la realidad, con prejuicios de quienes no saben cómo se vive en el campo o de cómo es el trabajo que hacen estas familias”, explica Altamirano. “Se escuchan mucho, por ejemplo, críticas de que el padre tiene una camioneta bárbara pero la familia vive en una choza. Los fabricantes de ladrillos tiene una vida seminómade porque la tierra llega un momento que se agota para seguir haciendo ladrillos, entonces, como además no son dueños de la tierra, después de unos años, se van para otro lado”.

Que Lían haya estado jugando con sus hermanos mientras sus padres dormían la siesta no es extraño en un pueblo tan chiquito, donde los niños se mueven solos. Pero ahora, a partir de esta desaparición, eso cambió. En la escuela primaria, la única del barrio, dispusieron que a todos los chicos los lleve y los vaya a buscar algún adulto.

“Los hermanitos de Lían no están viniendo a la clase en estos días así que desde la escuela les estamos mandado material para que no se queden atrás”, cuenta a este diario Mariela Ciancio, directora de la primaria de Ballesteros Sud, la escuela Julián Aguirre. “Tenemos a los hermanitos de Lían en nuestra escuela, uno en segundo grado que nació en Argentina, y otro en sexto, que nació en Bolivia. Están documentados. Tienen todos la ciudadanía digital y cuentan con los beneficios del PAICor”, el Programa de Asistencia Integral de Córdoba que atiende necesidades alimentarias y brinda ayudas económicas para garantizar la permanencia en la escuela. 

“Es un Programa del que solo pueden participar las personas que tienen toda su documentación en orden y cuyos padres cumplen con los cuidados que corresponden en salud y educación. Es una familia muy presente. Sobre todo el papá. Si alguno de los chicos va a faltar, ellos piden dispensa el día anterior. Si se enferman, avisan y luego traen los certificados. Muchas veces les mandamos tareas y sabemos que la familia los ayuda a hacerlas, vienen siempre con todo completo. Son una familia presente”.

"Nosotros los cordobeses y ellos los bolivianos"

De las conversaciones con muchos de los vecinos de Ballesteros Sud surgen un “ellos” y un “nosotros”. El “ellos” comprende a familias como la de Lian de origen boliviano, que trabajan con hornos de ladrillos. 

Aunque no hay aun detenidos ni imputados, lo que sí se ha resaltado es la magnitud del operativo de rastreo. Además de policía montada, también lo buscan vecinos a caballo de varias localidades cercanas. Y bomberos y lugareños a caballo que recorren la zona, son el orgullo de los vecinos: “Han venido desde el domingo, desde todos lados. Trabajan voluntariamente, por supuesto. Y con todo el lugar que hay, la Intendencia ni se molestó en ofrecerles un espacio para descansar, tomar agua. El Ministerio de Seguridad también podría haberles puesto una de esas tiendas de campaña que puso por todos lados para la policía y Gendarmería”.

Sin embargo, en un recorrido por Ballesteros Sud surge un dato para el desconcierto: los vecinos más cercanos al lugar donde viven las seis familias de ladrilleros, son los avicultores como la familia que se mudó desde Bahía Blanca y ahora cría gallinas. Están a unos dos kilómetros del lugar de la desaparición, una zona ahora cercada por un vallado policial. Y sin embargo esta familia todavía no ha sido interrogada ni su terreno rastrillado.

La representación de la familia

Tras la renuncia de la abogada anterior, la representación de la familia Flores fue tomada por el tándem de letrados Florencia Giuzio y Darío Baggini. Para ellos la hipótesis más fuerte es la del secuestro o la trata. Se basan en que, desde su punto de vista, la búsqueda fue extenuante. Y también en el comportamiento de los perros: "se quedan dando vueltas por el lugar: se examinó hasta el chiquero de los chanchos, el de agua, los caños. Todo nos hace pensar que al nene se lo llevaron. Sabemos que hubo allanamientos en la zona a gente que tuvo contacto con la familia en los días previos al hecho. Pero esos causes se están agotando y no llegan a ningún lado". El jueves 27 les otorgaron a los abogados de la familia la participación en el expediente e inmediatamente presentaron un pedido de prueba que abre el juego al escenario internacional. La participación en el expediente se les otorgó a los representantes de la familia parcialmente, es decir, no pueden ver la totalidad de las actuaciones que se llevaron a cabo, y las solicitadas que se están por hacer. "Esto es porque la Fiscalía debe tener medidas solicitadas, todavía no llevadas a cabo, de secuestros o pedidos de detención de personas que podrían llegar a estar relacionadas con la causa pero que podrían frustrarse", aclara Florencia Giuzio.

"La participación como querellante particular hecha por tierra las teorías que se desplegaron con sospechas que recaían sobre la familia. Si realmente tuvieran una investigación en su contra o una sospecha seria en su contra, no nos hubieran dado la participación como querellantes", le dijo Giuzio a Página/12.

El viernes la fiscal federal Alejandra Mángano y el fiscal general Marcelo Colombo, cotitulares de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) se sumaron para desempeñarse en forma conjunta con la fiscal interinamente a cargo de la Fiscalía Federal de Bell Ville, a cargo de Virginia Miguel Carmona. La presencia de los fiscales especializados en trata no implica un cambio de jurisdicción de la causa, que sigue tramitándose en la Justicia cordobesa. Los fiscales federales trabajarán en forma paralela, mientras el expediente central seguirá en manos de la Justicia provincial con los fiscales que venían llevando el caso hasta ahora, Isabel Reyna y Nicolás Gambini. "Entendemos -dice la abogada Giuzio- que esto también se da porque no están dando resultado los rastrillajes que se están haciendo en la zona".

Lineas de investigación

Sin pistas firmes, son varias las hipótesis en juego: un extravío del nene en el campo, un accidente mientras jugaba en el horario de las siesta tras alejarse de donde estaban sus hermanitos, una “entrega” del niño a otras personas o un rapto o robo.

En el principio de la investigación, un vecino de la zona declaró haber visto una camioneta blanca con vidrios polarizados circulando de manera sospechosa en el horario en que Lian desapareció. Otro testigo corroboró esta versión, lo que llevó a la fiscal Isabel María Reyna a ordenar un allanamiento en la casa de un hombre de la zona, donde se secuestraron tres teléfonos celulares y una camioneta similar a la descripta por los testigos.

Ante la falta de avances, tanto la justicia como el gobierno provincial y el nacional se pusieron de acuerdo en lanzar una recomenpensa para quien aporte información fehaciente sobre Lían. El Gobierno de Córdoba ofrece 10 millones de pesos, a los que Nación sumó otros 10 millones. Cuando desapareció Loan, el niño correntino, se ofrecían 5 millones.

Mejor que hacer es mostrar

Hay algo que al recorrer la zona se hace muy evidente. Lo dicen vecinos e investigadores: la mayor parte del territorio de Ballesteros Sud y en especial la zona en la que desapareció Lían, son áreas de tierra cultivada con soja y maiz: “¿Para encontrar a un niño de 90 centímetros desaparecido hace una semana en un lugar así, no sería lo más lógico levantar la cosecha? Por supuesto que sí, pero nadie se quiere hacer cargo de pagar eso o de confrontar a quien haya que confrontar, para hacerlo faltando dos meses para la época de la cosecha”.

El sábado, la ministra Patricia Bullrich, que tiene una relación muy fluida con el ministro de Seguridad de la Provincia --Quinteros-- dijo en declaraciones radiales con el tono de misterio o clarividencia que impone el secreto de sumario: “Yo creo que quizás estamos frente a un caso que no es que se perdió”.

Apenas se inició el operativo de búsqueda, hubo buen timing entre Nación y Provincia. Nación envió fuerzas federales. La Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) se unió a la investigación y el Ministerio Público Fiscal (MPF) conformó un Equipo Conjunto de Investigación (ECI). También se activó la Alerta Sofía y la Interpol emitió una alerta internacional. El mismo ministro y sus voceros subrayan constantemente la excelente relación que éste tiene con la prensa.

"Todavía mejor que hacer es decir y mostrar", habrán pensado las autoridades durante las primeras horas de la desaparición: así que si la prensa local y nacional iban a copar la zona y poner sus ojos sobre este pueblo de menos de 700 habitantes mientras durara ese “boom”, mejor que se viera un despliegue de película.

Para el martes 25 de febrero la justicia ya había puesto el grito en el cielo por la presencia multitudinaria de prensa en el lugar: se había dictado secreto de sumario y armado un doble vallado policial para bloquear el acceso de fotógrafos y periodistas a la zona de donde fabrican los ladrillos y vive la familia de Lian. El viernes 28 ya quedaban pocos efectivos en la zona, lo mínimo para asegurar una guardia. Incluso desde fuentes cercanas al Ministerio de Quinteros sugieren que, por la cantidad de días que el nene lleva desaparecido, el rastrillaje cumple en este momento un rol casi testimonial.