Pesadilla barrial

Hay sueños inescrutables y de lenguaje oscuro y no se cumple todo lo que anuncian a los hombres. Hay dos puertas para los leves sueños: una, construida de cuerno, y otra, de marfil. Los que vienen por el bruñido marfil nos engañan, trayéndonos palabras sin efecto, y los que salen por el pulimentado cuerno anuncian al mortal que los ve cosas que realmente han de verificarse. (La odisea, Homero)

Avanzaba bajo una lluvia torrencial. Había estacionado la chata Ford F 100 blanca sobre 3 de Febrero esquina Alem, enfrente del bar Inter, hoy Vittorio. Lo extraño era que venía de una noche estrellada con cierta brisa ribereña. De repente, al bajar del vehículo, el paisaje se había trasformado. Avancé hacia 1 de Mayo arrastrándome, casi pegado al piso, en la esquina, doblé hacia la derecha con vista del Monumento a la Bandera. Iba en busca de mi antiguo hogar, un segundo piso frente a la Plaza Florencia Sánchez, para algunos la Plaza de Iris, casi esquina Mendoza. Al llegar no podía distinguir lo edificado. No encontraba mi hogar. No podía subir. Se me ilustraba todo distinto. Otros departamentos, otras ventanas, otras casas. Volví repentinamente adherido al firmamento como una babosa hacia la chata Ford blanca, no la encontré, el paisaje había mutado por completo. Una sensación de cierta desesperación invadía mi mente. Desorientado, regresé hacia mi supuesto hogar empaquetado como un niño deforme, envuelto en celofán cadencioso y vi toda la esquina camuflada y aislada. En la puerta del edificio, en la soledad desquiciada, una combi sanitaria con las puertas traseras abiertas de par en par me invitaba a subir. Una incertidumbre semejante a una agonía demencial me atrapaba, hasta que desperté súbitamente de aquella pesadilla y me vi nuevamente en el plano del consciente, con la felina Patti mirándome asombrada.

Únicas y bellas

Toda la vida tiene música hoy, todas las cosas tienen música, del sol de los hombres. Todas las cosas tienen música hoy, todos los hombres tienen música, del sol de la calle. Todas las cosas tienen música hoy, y cada tonta cosa es música, del sol de la tarde. Toda la vida tiene música hoy, y tu respuesta tiene música, del sol, aunque calles. (L.A. Spinetta.)

Todas las personas, por más que su autoestima esté precarizada, se sienten en algunos momentos especiales. Únicos, capaces de valorarse. Cuando la mirada externa se posa sobre las individualidades con su sesgo discriminatorio, allí se produce el quiebre íntimo. Esa grieta es capaz de desestabilizar la existencia y hacerla trágica. La organización de las sociedades atenta contra las peculiaridades de la raza humana. Es el momento de centrarse en aquello que es esencial. Se requiere de un trabajo complejo. De adquirir herramientas que me posibiliten una terapéutica de la vida cotidiana. La razón de estar vivo debe surgir bien de lo hondo, de esa guarida íntima donde todo puede suceder. Es allí donde nos reconocemos para proyectarnos originales. Lo que se disfraza es lo que deseamos ser.

Libra – me – de estos secuaces

Hay verdades tan evidentes, tan incorporadas al conocimiento de los pueblos, que ya es inútil discutirlas (Ernesto Che Guevara.)

Ya lo he dicho en reiteradas ocasiones, nadie llega solo al poder. Este personaje mediático es la cabeza de una quimera travestida y corrupta. La prensa, los empresarios, el silencio de las iglesias, la complicidad de los sindicalistas, la clase política banal y acomodada, lograron este presidente y sus aliados. Obvio, con una población seducida, inédita. Que ante el cansancio y el agobio de los funcionarios de turno votaron un discurso, una forma, una manera. Se tienen que hacer cargo. Este engendro de una economía filmada en multicolor y la realidad social visualizada en un blanco y negro infortunado.

Cuando se caigan los disfraces, se derrumbe el decorado, cuando las fronteras virtuales caduquen y los cuerpos queden en evidencia física, el choque será inevitable. Solo si el pueblo se despierta del limbo anacrónico en el que ha caído.