Por las circunstancias que preceden a Seré, Lautaro Delgado Tymruk escribió alguna vez que la obra "es un circuito que se cierra". Pero antes del inicio de la segunda temporada en el Teatro del Pueblo, el circuito parece todavía conmovedoramente abierto: Guillermo Fernández, uno de los cuatro hombres que logró fugarse del centro clandestino conocido como Mansión Seré, el ideólogo del escape, cuya voz toma el cuerpo del actor en el espectáculo, está a punto de llegar a Buenos Aires luego de siete años de no venir. En un acto secreto, el artista irá a recibirlo al aeropuerto. Se emociona pensando que, en la primera función del reestreno, Fernández estará en la platea junto a Carlos García, otro de los protagonistas de la odisea ocurrida el 24 de marzo de 1978, precisamente el personaje que interpretó Delgado en la conocida película de Adrián Caetano Crónica de una fuga. Desde Francia, a pocas horas de volar a la Argentina, Fernández define a Sofía Brito y Delgado, los directores de Seré, como dos "lanzadores de alerta" en tiempos de negacionismo.
Delgado escribió aquello, lo del circuito que se cierra, porque, si bien Seré es una obra estrenada en 2024 -suceso del teatro alternativo, tanto para el público como para la crítica-, su recorrido comienza bastante antes, con el film de Caetano estrenado en 2006. En 2014 el actor fue a escuchar en los Tribunales la declaración del hombre que había encarnado en la ficción, García. Y experimentó, por primera vez, "una especie de ataque de pánico". "Todo lo que él contaba yo sentía que lo había vivido. Empecé a transpirar, sentía que no podía respirar y empecé a llorar porque sentía que estaba afuera de mi cuerpo", recuerda Delgado, en una oficina del teatro de la calle Lavalle. "Para la lectura psicoanalítica sería esquizofrenia; para la chamánica o mágica sería como salirse del cuerpo. No sé. Ahí me pregunté qué pasaba si ponía esa sensación en una obra. Si tomaba su voz y ponía mi cuerpo." Intentó acceder a la grabación del testimonio, no obtuvo permiso, y lo mismo le sucedió con la declaración de Fernández de ese año.
"Gracias a la gente del Archivo de la Memoria" consiguió el extraordinario testimonio que aportó Fernández en 1985 sobre su secuestro y fuga durante el Juicio a las Juntas. Con escasísimos recursos por la falta de subsidios, una sala de ensayo prestada (Andamio '90, espacio de formación del actor), pocos objetos que se volvieron muy significativos (el scalextric de uno de sus hijos, la maqueta de la Mansión Seré realizada por su suegro, por ejemplo) y la impronta de Ricardo Sica en la iluminación, Delgado armó, junto a su pareja, una ficción documental notable apoyada en una operación muy poco convencional: como un ventrílocuo, mueve su boca al unísono con el audio del testimonio de Fernández.
Recién ahora Guillermo presenciará una función. "Vi tres veces el video. Tenía una sensación de extrañeza, de que alguien me había robado la voz. Estaba contando mi vida por ahí y no era yo", confiesa en una charla telefónica con Página/12 (ver aparte). Vive en Francia desde 1978. "Mi declaración es un texto improvisado. Fue todo muy rápido el día en que fui a declarar, porque había ido a Tribunales para ver a Claudio Tamburrini y Daniel Rusomano (los otros dos protagonistas de la fuga). Fui a almorzar con ellos, aparece Strassera y me dice que tenía que declarar cuando reabrieran la sesión. Le dije que el día anterior me había bajado del avión, que me dejaran pensar, estructurar un poco, reordenar mis recuerdos. Pero me empujaron y me encontré declarando. Es un texto osco, duro, una improvisación frente a un tropel de abogados defensores que me ametrallaban con preguntas, algunas muy estúpidas, hechas a propósito para ponerte nervioso. Cuando empecé a ver el video de la obra me pasó lo mismo que a Lautaro, pero al revés: esa es mi voz, pero hay un tipo hablando en mi lugar. El ejercicio es perfecto. Este animal estudió cada respiración, incorporó el tiempo, es una cosa increíble." Al parecer, Guillermo sólo pidió una cosa: que la obra tuviera humor, porque eso fue lo que lo salvó durante el secuestro.
Seré fue estrenada en marzo de 2024 en Casa Nuestros Hijos de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Luego se presentó en el Beckett, realizó una función en las ruinas de la Mansión Seré (ahora Casa de la Memoria y la Vida) y desde julio desembarcó en el Teatro del Pueblo. Fue incluida en la programación del FIBA y realizó funciones especiales en distintos lugares. En la nueva temporada se presentará los lunes de marzo -excepto el 24- a las 20 en Lavalle 3636. El sábado 22 habrá una función especial en el excentro clandestino y el domingo 23, una en el Teatro Municipal de Morón. "Estoy soñando este momento de volver a ver a Guillermo después de muchos años. Hablamos mucho por teléfono, obviamente le fuimos contando las cosas que iban pasando: las notas, entrevistas, comentarios. El tiene un sentido del humor hermoso. Esa voz rota de Chavela Vargas me hizo reír bastante. Es cálido y sabio, aparte es actor y titiritero, tiene una mirada sobre lo que ve que para mí es fundamental; es un par", expresa Delgado.
-¿Imaginabas que con Seré podía pasar lo que pasó con el público?
-No. Tenía una sensación de vértigo absoluto. El procedimiento me atraía, pero no sabía cuánto tiempo se podía sostener: con Sofía decidimos que la obra durara el tiempo que dura por una cuestión de no agotarlo. También los magos tienen determinado tiempo de espectáculo porque la magia pasado determinado tiempo agota, se pierde la atención. La gente no puede estar todo el tiempo asombrándose. El material es muy delicado y tenía miedo de que la gente pensara que era una falta de respeto esto de estar siendo hablado por otro. ¿Cómo una persona va a estar haciendo la mímica de otra que dio su testimonio en el Juicio a las Juntas, que fue secuestrada, torturada? Yo propongo un teatro muy físico. Uno de los referentes para el trabajo fue Buster Keaton. Incluso la película que hizo con Beckett, Film, en la que él está todo el tiempo de espaldas. La obra empieza con el testimonio de espaldas. En el registro que uno puede ver de los testimonios siempre los testimoniantes están de espaldas. Como es teatro documental, además de físico, de objetos y performático, queríamos que algo de la puesta tuviera una asociación directa con esa imagen. Fue un desafío encontrarle al material su forma poética y estética. Teníamos hipótesis de trabajo, pero podíamos fracasar y no hacer la obra. Era muy extremo lo que estábamos pensando. Pero pasó todo lo contrario, nos fuimos entusiasmando mucho con lo que pasaba, con lo que fuimos descubriendo y escuchando del material mismo.
-¿Qué fueron escuchando?
-El humor que tenía el testimonio de Guillermo. Es como un Groucho Marx que escapó de la muerte. Digo muchas veces que la obra es "groucho marxesca", porque él tiene una inteligencia para describir los hechos, un humor tan filoso e irónico que en el testimonio mismo la gente se reía. Podemos pensar que las preguntas que le hacían eran disparatadas... ¡pero andá a contestarles eso en 1985 a los defensores de los militares! Había que tener cojones para hacerlo, y con esa altura.
-Le han señalado que habla como si lo que cuenta le hubiera pasado a otro.
-Totalmente. Esto del distanciamiento la obra lo tiene, es brechtiana. El procedimiento genera un distanciamiento en el espectador; evidenciamos el truco justamente para generar el rompimiento de la línea causal y de la lógica del que mira. Mediante la sugestión y una suerte como de hipnosis, aunque le digamos que lo que va a ver es un truco, el público se olvida de que lo es y, después, cuando rompemos con la fonomímica, vuelve a caer que en realidad es un efecto. Seré no es sólo la fuga de la Mansión Seré, es el futuro simple del verbo "ser" y también un intento de fuga del discurso. Esto es Bajtín puro: el ser social es hablado, hereda discursos, historia, un idioma, costumbres. Uno lo naturaliza, lo vuelve inconsciente; el ejercicio del público es volverlo conciente y generar pensamiento crítico sobre lo que está viendo. Somos repetidoras en algún punto, salvo que despertemos, veamos la realidad con distancia. La fuga que Seré plantea no es sólo desde el relato, sino también desde el lenguaje y la actuación. Una de las preguntas que circula durante la obra es quién es el que está actuando. Si la voz es la de Guillermo y es mi cuerpo, ¿quién actúa? ¿Guillermo o yo? ¿O se crea un tercer ser, como dice Guillermo, que está estudiando física cuántica y dice "se crea otra dimensión"? Siempre digo que los que actuamos no somos actores, somos metaactores, porque actuamos sobre nuestra propia actuación. Eso es lo que evidencia la obra.
-¿Termina siendo una gran metáfora en tiempos en que se expanden las voces que justifican la última dictadura y están, incluso, en el Gobierno? ¿Una metáfora acerca de fugarse de esos relatos?
-La obra se empezó a ensayar en 2019. Era otro país. Cuando asume este gobierno yo estaba dirigiendo el proyecto y había convocado a un grupo de actores y actrices para que se generara un cuerpo estallado. Finalmente, por este nuevo paisaje, nuevo escenario, nuevo guión, decidí actuar solo. Hubo mucho temor porque tenemos una vicepresidenta militante que habla de la teoría de los dos demonios. Mucho pánico en los actores, en mí y en Guillermo, que en su momento me pidió que lo hiciera más adelante porque tenía miedo. Les comuniqué a los actores que yo lo quería hacer y que debido a los cuidados que había que tener iba a poner mi cuerpo y le pedí a Sofía que fuera una codirección. Guillermo dijo "bueno, está bien, hacelo". La obra es un grano de arena, un aporte poético y estético, que funciona como despertador, como sacudida simbólica al cuerpo dormido.
-En el último tiempo han aparecido diversas obras que narran historias en primera persona acerca de la dictadura, como Mi vida anterior o La memoria futura. ¿Qué significa este gesto del teatro? ¿Hay que salir a contarlo todo de cero, otra vez?
-Sí, total. Creo que esas obras y Seré tienen tienen algo espejado en relación con el movimiento de desautomatizar el discurso y sacarlo del dato museístico, que se ha hecho mucho; sacarlo del relato Billiken. El gesto de sacarse la piel y ver el músculo, la anatomía, la articulación, las venas, los tendones, el metabolismo. Hacer una disección nueva del cuerpo y ver qué hay nuevamente ahí, con un trabajo antropológico de revisitar y excavar para ver qué nos encontramos. Volver a algo museístico, en cambio, es tranquilizador. Anestesia. Te hace no ver quizás el peligro que se avecina. Nadie vio esto que estaba viniendo. El TikTok, Instagram, las redes, Inteligencia Artificial, sujetos biológicos que se llenan de sentido con un "yo soy", pero totalmente idiotizados, brutalizados por las pantallas, condenados al relato idiota del fuera de contexto. El desanudamiento entre los sujetos tiene que ver con la poca empatía con el otro, el poco lazo fraterno, la no solidaridad con lo que está pasándole al otro, el individualismo extremo, la idea de que el tiempo es dinero. Pero ya encontraremos nuevas formas de respuesta a esto que está pasando.
-¿Cuánto de magia hay en Seré? Pensando no sólo en tus estudios en magia, sino también en el episodio casi chamánico al escuchar el testimonio de García.
-Mucho. La obra mezcla las dos acepciones de qué es la magia. Tanto lo que tiene que ver con la alquimia, lo espiritual, con transformar el metal en oro, como lo que tiene que ver con el truco, el "abracadabra" que los magos usan ahora para hacer aparecer un conejo, pero que viene del hebreo. Significa "iré creando conforme hable", o sea que hablo y lo que yo digo se crea, y esto viene de la Biblia también. Lo primero fue el verbo. Si puedo enunciar puedo crear. Esto para la semiología es el punto de partida. Ellos escapan un 24 de marzo. El día del golpe militar dos años después: es una casualidad y también un milagro. El 24 de marzo diluvió y por eso no los encuentran, porque no podían seguirlos con helicóptero y los perros no podían olfatearlos. Harry Houdini, rey de los trucos de escape, nació un 24 de marzo, y cuando Guillermo prueba con el clavo para escapar Claudio le dice, "bien, Houdini". Es casualidad y también un milagro. La obra conserva su ser agnóstico. Puede ser un milagro o una casualidad. Está más allá de nosotros. Hay algo que no podemos definir. Quizás el espectador lo defina o se quede, como dice Todorov, en el eje de lo fantástico.
Los parámetros del arte
En mayo, también en el Teatro del Pueblo, Delgado y Brito dirigirán El corazón del mundo, de Santiago Loza. Es una obra que Delgado había dirigido en 2019, en la que también actuaba, junto a William Prociuk y Ezequiel Rodríguez, y que ahora retoma con la actuación de Guillermo Angelelli. "No es un reestreno, sino una reversión de una misma obra, con el mismo procedimiento del Pepper Ghost, un efecto previo al holograma que usaban los magos en 1860 para hacer aparición de gente, o sea, fanstasmas en vivo. Es un trabajo muy artesanal y Guillermo es un actor descomunal", dice Delgado. Al actor, de amplia experiencia en cine, se lo puede ver también en la serie Espartanos, en Disney+, basada en hechos reales. Narra la historia del primer equipo de rugby surgido en una cárcel argentina. "Me encanta la historia, es conmovedora", expresa el artista, aunque también muestra su preocupación por la "pérdida del cine de autor" enlazada al vaciamiento del Incaa. "Está buenísimo que las plataformas hagan productos, pero el arte no puede ser solo una mercancía. Hay grandes películas en la historia del cine que fueron fracasos comerciales pero que son inmortales. El parámetro del arte como mercancía no puede ser para todo", concluye.
El testimonio Guillermo Fernández: "Me apoyé toda mi vida en esta historia terrible"
-Como espectadores podemos crear nuestra hipótesis sobre qué significó para vos la fuga, pero no conocemos tu versión. ¿Qué sentido le das a esta parte de tu historia?
-Es mi segundo cumpleaños. Nos hemos parido ese día. Fue un ejercicio de renacer por por voluntad propia. Fue un período duro, doloroso, pero al mismo tiempo fue un acto fugaz para la vida de uno. A pesar de todo nos fuimos. Ganamos esa batalla. Yo siempre decía que se ve como son esas parejas tóxicas que cuando se separan sufren los dos, pero el que toma la decisión de irse sufre menos, porque es el que le dice "basta" a la locura. Vivíamos en un loquero. Era como un psiquiátrico donde los psicópatas habían tomado el poder. Había que cambiar el chip porque sino no sobrevivías ahí adentro. Siempre me han preguntado: "¿cómo podés contar lo que te pasó de la manera en que lo contás, como si le hubiese pasado a otro?" Es cierto que siempre lo viví como algo para reivindicar, no me angustiaba y siempre había tenido un fantasma, que era poder encontrarme un día, en un juzgado, donde fuera, y verles la cara a mis torturadores. Pensaba que ese iba a ser un día de satisfacción, y eso pasó en 2014. Y yo dije: "tantos años soñando con este momento y es una mierda: todo es por culpa de estos dos viejos de mierda, gordos, que están estropeados; dos miserias de seres humanos". Entonces me empezaron a aparecer los olores de la adrenalina, los olores del miedo que teníamos cuando estábamos encerrados. Recién en 2014 tomé conciencia de todo lo que había puesto debajo de la alfombra. Mi cabeza me preservó de las peores cosas, las peores sensaciones; prácticamente de todo eso me olvidé. Guardé únicamente la parte bonita de la película, cuando nos escapábamos. "Pito catalán" y chau. En ese momento yo estaba convencido de que no íbamos a ir a ningún lado, que íbamos a llegar abajo y que había perros atorrantes, que estaban ahí sueltos porque les tiraban restos de comida, y que nos iban a empezar a ladrar y nos iban a cazar como conejos. No pensé que íbamos a lograr escapar. Tuvimos una suerte... eso no se puede volver a repetir, nunca más.
-¿Y qué recordás de cuándo bajan?
-Cuando llegamos abajo, que no están los perros, empezamos a correr hacia la calle. De repente, pasa un coche y nos acostamos todos en el pasto. En ese momento me doy vuelta, miro, y se veía el balcón por donde nos habíamos ido, la puerta ventana que estaba abierta, el haz de luz que rompía la noche, que era como un faro, y en el medio de todo eso la sombra de la frazada que habíamos atado al balcón para bajar, que se seguía moviendo y flameando. Si me dicen cuál es la imagen de la libertad para mí es esa. Años más tarde, hablando con Tamburrini, me dice que vio lo mismo. Me fui armando un relato en el que guardé las cosas positivas. Mi subconsciente -no sé quién fue- se las arregló para limpiarme la casa y que las cosas que tenían mal olor desaparecieran. Después en la vida cuando te pasaban cosas decías "¿y ahora qué?" Y entonces me decía "pero si saliste de ahí...". A veces tropezás con una piedrita y te rompiste la pierna, un hueso. O sea que no es garantía de nada. Pero tenés la ilusión de que si pudiste con una cosa vas a poder con la otra. Es un enorme bastón y me apoyé toda mi vida en esta historia terrible, trágica, pero que te permite creer que podés delante de la adversidad. Aunque no sea cierto; no importa: el sólo hecho de creerlo es una ayuda.