Cada libro de Antonio Di Benedetto que se publica invita al lector a renovar la memoria de uno de los grandes -y acaso menos reconocidos- escritores argentinos del siglo XX. Pero cada rescate implica, también, acompañar al autor en su soledad, en sus extrañas introspecciones telúricas, en sus dolores tan íntimos que a la vez parecen abarcar a toda la condición humana. No es un viaje fácil leer a Di Benedetto.
Esa sensación, ese sabor que queda atravesado en la garganta se hace aún más tangible al paso de las páginas de Absurdos, el libro de relatos que el sello Adriana Hidalgo acaba de publicar. No solo por el esquema formal que atraviesa estos cuentos -en los que muchos lectores encontrarán guiños de su obra mayor, Zama, y de la también notable El silenciero- sino por el marco en el que fueron concebidos. La mayoría de los relatos de Absurdos, publicados por primera vez en España en 1978, fueron escritos en la cárcel.
Di Benedetto, cabe recordar, fue el primer escritor detenido por la última dictadura. No militaba en ninguna agrupación política pero el simple ejercicio honesto de su oficio de periodista lo convertía en un elemento peligroso para el régimen genocida. Fue secuestrado de la redacción del diario mendocino Los Andes y permaneció prisionero entre marzo de 1976 y septiembre de 1977, cuando fue liberado gracias a la presión internacional. En ese período lo sometieron a torturas y a varios simulacros de fusilamiento. Logró burlar, sin embargo, el tormento de que le prohibieran escribir literatura: le mandaba cartas a una amiga, escritas en letra microscópica, donde transcribía los cuentos que le dictaba la imaginación.
No hay en estos relatos alusiones explícitas a su condición de prisionero pero la mayoría de las historias irradian una atmósfera asfixiante, como si el encierro real se tradujera ficcionalmente en opresiones de otro tipo. La idea del "viaje" funciona como una suerte de válvula de escape, aunque ajena a las precisiones de tiempo, lugar y destino. "Aballay" (que fue llevado al cine por Fernando Spiner y acaba de ser reestrenada en el Gaumont), "Felino de Indias" y "Caballo en el salitral" son algunos de los mejores cuentos de este libro y allí, entre alegorías e imágenes simbólicas (a veces con los animales como testigos de la deshumanización, otras adoptando ellos mismos caracteres humanos) Di Benedetto expresa quizás, su personalísima -solitaria y hasta ensimismada- concepción de la supervivencia en tiempos difíciles.