El viernes 28 de febrero de 2025, media hora después del atardecer, siete planetas del sistema solar se alinearon de manera visible desde la Tierra, siendo cinco de ellos perceptibles a simple vista con solo mirar hacia el horizonte. El fenómeno no se repetirá hasta el año 2492. Sin embargo, en aquel preciso momento, el público del arte rosarino se olvidó de mirar al horizonte porque aguardaba la aparición de unas estrellas falsas, mucho más interesantes. Esa noche, una sala del Centro Cultural Contraviento (Rodríguez 721) inauguró una muestra donde se exponen cuatro obras de Daniel García: tres pinturas y un video que en conjunto forman una lograda instalación inmersiva y conceptual. 

La muestra, Luces y sombras, forma parte del capítulo Lo negro del CCC. Ese color predomina en las grandes pinturas sobre tela, enmarcadas con vidrio, que se exhiben en la muestra. Contó el artista a Rosario/12 que son tres obras de la serie Ad astra per aspera, que se expuso completa en 2012 en el Museo del Diario La Capital junto con Stardust, un video que también acompaña la muestra actual. En 2011, se mostraron como Nocturno en la galería porteña Zavaleta Lab. Antes aún, en 2010, García integró la expedición Paraná Ra'anga, que remontó el curso de ese río a bordo del crucero Paraguay. Aquellas noches estrelladas en la cubierta, como recuerda el pintor en su texto de catálogo, actualizaron "las noches de mi infancia, pasadas en la terraza de mi casa junto a mi abuelo y mi hermano, intentando dificultosamente adivinar las constelaciones...".

La revancha vino gracias al programa Stellarium, un software que calcula la disposición exacta del cielo visto en un momento y lugar determinado, con solo ingresar las coordenadas. Así nació "La noche sobre Solís", una pintura de la serie que no forma parte de esta muestra pero que sí se vio en 2011/12, y donde los puntos distribuidos en la tela reconstruyen "el cielo de Uruguay la noche en que Solís (el conquistador Juan Díaz de Solís) murió", allí bajo esas estrellas, el 20 de enero de 1516. Los puntos más visibles sí corresponden a las constelaciones. Pero además la técnica tiene sus imperfecciones, que el artista respeta, y de alli surge una suerte de ruido visual: puntos blancos generados al azar donde la pintura no llega a cubrir del todo la tela debido a las asperezas del lienzo. De allí lo de "per aspera" ("por lo áspero", en latín). Si bien la locución latina tiene un sentido metafórico y expresa la idea filosófica de que para lograr algo importante, llegar "a las estrellas" (ad astra) es preciso pasar a través de dificultades, García toma el proverbio literalmente y mezcla estrellas con asperezas. Para las tres telas de la muestra, Daniel García pintó, a partir de Stellarium, el cielo como se vería desde Buenos Aires la noche de la inauguración de la muestra en Zavaleta Lab y cien años antes y después.

Pasaron catorce años desde entonces, Saturno recorrió media órbita y las generaciones se renovaron. Y es la primera vez que las obras se ven en un entorno "claustrofóbico": el de la sala de adelante en la planta baja del CCC. Los vidrios reflejan la arquitectura y a los espectadores. El video produce un efecto hipnótico. La atmósfera retrofuturista de la muestra resuena bien en la casa racionalista que fue remodelada como edificio del CCC por el arquitecto Daniel Pagano. Las pinturas son enormes pero "silenciosas", dice García. Envuelven, como una arquitectura más. Y por su parte el video en loop no cesa de emitir la voz de las estrellas mismas y mostrar la versión en negativo de lo que era un celuloide con máculas. 

Stardust significa, en inglés, "polvo de estrellas" y es el título perfecto para una ficticia cartografía estelar digital basada en un fragmento de película encontrado pero vacío de imágenes, apenas polvoriento. Las falsas estrellas de mugre del cine dan una ilusión relativa de movimiento, y los tres cuadros vidriados semejan los ventanales de una nave espacial. Pero el imaginario de ciencia ficción que acomete allí es el de los orígenes del cine, el del Viaje a la Luna (1902) de Georges Mélies. El espectador se siente un astronauta del siglo diecinueve, como los que se liberaban de la gravedad de la órbita terrestre en una bala de cañón, en la novela De la Tierra a la Luna (1865) de Jules Verne. Y que es gran literatura: no debe haber en toda la ciencia ficción escena más melancólica que la del perro de la nave, quien una vez muerto y arrojado al espacio queda orbitando eternamente en torno a la nave de sus amos con una lealtad póstuma.

Lo fringe de la ciencia, los hijos monstruosos de la razón instrumental moderna suelen ser la cantera donde abreva la obra de Daniel García, para quien hubo un antes y un después de su encuentro con la obra de H. R. Gigier (el creador del monstruo de la película Alien) en la tapa de un disco de Emerson Lake and Palmer: aquel encuentro adolescente signó su vocación y su producción. En una entrada reciente en su cuenta de Facebook, García reconoce la influencia "del escritor, dramaturgo y pintor August Strindberg (1849-1912) quien, en la década de 1890, expuso placas fotosensibles al cielo nocturno, intentando producir una suerte de fotografías astronómicas sin cámara... El resultado fue una serie de imágenes, que él denominó celestografías, salpicadas de manchas de colores y puntos de luz, que Strindberg creía que eran retrato fiel de las estrellas, galaxias y nubes, pero que, según se ha demostrado, eran en realidad defectos técnicos fruto de la micro-oxidación y el depósito de polvo. Lo que fracasó como ciencia, triunfó como arte". 

Volviendo a Stardust, el profundo rumor que surge del video sale de una serie de grabaciones halladas por Daniel García en internet de las ondas electromagnéticas que emiten algunas estrellas y planetas: literalmente, la voz de los astros. El viernes pasado no los vimos alinearse sobre el horizonte, pero los escuchamos. Su mensaje todavía está por ser descifrado. ¿Qué nos querrá decir el espacio, en estos tiempos donde el mismo poder global que nos promete colonias en Marte, o una inteligencia artificial mejor que la humana, ignora toda humanidad? La anacrónica nave en que se convierte la sala del CCC gracias a estas obras no parece surcar solo el espacio, sino además el tiempo. Es un viaje al pasado y al futuro, un salto simultáneo a lo anterior y a lo que vendrá. ¿Será posible, desde el hoy, imaginar un futuro que podamos crear?

La cronista y el autor.