“El presidente cuando vino a presentar el Presupuesto al Congreso dijo: ‘mis tareas, la del Estado nacional, son tres, manejar lo macroeconómico, las relaciones internacionales y administrar justicia para cuidar la propiedad privada’. Punto, al resto no lo considera suyo”, dice el diputado Daniel Arroyo, exministro de Desarrollo Social, sobre lo hecho por el gobierno libertario en materia de políticas sociales. “No sólo no son suyas las políticas sociales- agrega-, sino tampoco la educación, ni el trabajo, ni la política industrial, que considera todas cuestiones de las provincias, de los municipios o del sector privado. Y realmente está haciendo eso, se está corriendo absolutamente de todo”. En ese contexto hay que leer los recientes despidos masivos en el ministerio de Capital Humano.
-Para desguazar Desarrollo Social hubo un proceso. ¿Qué es lo que vio en ese sentido?
-Con Milei, el ministerio de Desarrollo Social pasó a ser la Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, en la que cambiaron a tres secretarios en 14 meses, que fueron yendo y viniendo, pero no terminaron de arrancar. Lo primero que hicieron, al llegar, fue un recorte de personal de casi el 20 por ciento, sin ninguna lógica. Lo segundo que pasó fue que dejaron de hacer cosas. En esencia, la política social hoy son dos programas, la Asignación Universal por Hijo, y la Tarjeta Alimentar. Aumentaron sus montos, pero las dos políticas requieren de muy poca gente, gente que toque un botón y que transfiera directamente los fondos a las personas que corresponde. Dejaron de hacer políticas de asistencia directa, de ayuda ante las emergencias, de proyectos comunitarios, de atención con medicamentos a las personas vulnerables. Lo último fueron estos despidos masivos, para quedarse nada más que con los que sostienen los programas de transferencias de fondos, dejando a un lado a trabajadores y profesionales que trabajaban hace muchísimos años, que tienen preparación, que laburaron muy bien en la pandemia.
-¿Qué consecuencias sociales cree que va a tener esto?
-Algunas consecuencias ya se ven: la sociedad hoy funciona como si no existiera el Estado. A mí me sorprende la rapidez con que la sociedad entendió la situación. En el comedor saben que nadie los va a ayudar, hacen una rifa, buscan donaciones, le encuentran la vuelta, se organizan sin pensar que el Estado puede dar una mano, ni van hacia el Estado. Esto pasa en las sociedades de fomento, en otros centros, cada uno autoarreglándose y ya no teniendo como referencia al Estado. Ya no se piensa “bueno, presentemos un proyecto, propongamos tal cosa, vayamos a protestar…” No existe como referencia el Estado. Por otro lado, hay una implosión social, mucha gente que, al no haber ninguna instancia agregativa, revienta para adentro, como el problema de las familias endeudadas, situaciones que desembocan en violencia: estoy sacado, mal, endeudado, me cruzo con alguien en la calle y a los dos minutos estamos a los golpes o a los tiros. Y hay además un proceso de caída, de empeoramiento de la alimentación, de empeoramiento y caída de los procesos de infraestructura básica en los barrios. El estado dejó de hacer obras y los barrios están peores, el comedor hace lo que puede, entonces la nutrición es peor y la vida cotidiana es muy complicada.
- ¿Qué parecidos y diferencias hay con los 90, otra época de desindustrialización y pérdida del trabajo?
-Es totalmente diferente, porque en los ‘90 hubo una expansión de las políticas sociales, no un achicamiento. Llegó a haber 32 políticas sociales, programas para las comunidades indígenas, para las personas con necesidades básicas insatisfechas, de mejoramiento de vivienda, programas para niños. En los ‘90 las políticas sociales se expandieron, hoy lo único que se hace es aumentar el monto y transferir a las familias la AUH y la Tarjeta Alimentar, pero sin ninguna intervención directa. En los ‘90 se expandió, no de manera universal sino focalizada, esperando que derramara, lo que no pasó, pero se expandió. Hoy hay un retiro absoluto del Estado.
-O sea que entonces, cuando se desindustrializó y se privatizó, se pensó en armar un colchón para asistir a los que se cayeran del sistema, y ahora no… la apuesta es más a que haya un cambio en la subjetividad, a que cada uno se resigne a salvarse como pueda…
-El colchón se da transfiriendo plata Los instrumentos son la AUH y la Tarjeta Alimentar, que ya existían, pero ahora sin ninguna otra intervención del Estado.