Luciana Laciar Eckardt, de 31 años y madre de una niña de seis años, fue asesinada el 11 de febrero último en su propia casa en la localidad de Cerrillos.
El imputado por el crimen y único detenido hasta el momento es su expareja y padre de la hija en común, Juan Marcelo Hoyos, de 35 años. Sin embargo, un amigo y vocero de la familia dijo que también sospechan de un hermano del acusado, debido a que hubo vecinos que afirmaron haberlo visto rondar por el frente de la casa en el rango horario en que se cometió el femicidio.
Hoyos quiso simular que la mujer se había suicidado, sin embargo, los informes periciales indicaron que fue un crimen. Además, su presencia en la casa de la joven el día del asesinato, y los antecedentes de las múltiples denuncias por violencia de género y por incumplimientos en el pago de la cuota alimentaria, que había realizado la víctima por un lapso de cinco años, lo señalaron como el principal sospechoso.
La fiscal penal de la Unidad de Femicidios, Mónica Poma, lo imputó por el delito de "homicidio calificado por la relación de pareja previa y por mediar violencia de género (femicidio)". También solicitó que se mantenga la prisión preventiva.
David Garros, amigo, vocero de la familia y testigo del caso, dijo a Salta/12 que Luciana era para él "como una hija" por la amistad de muchos años que compartió con su padre, Miguel Laciar, un militante social del PJ, a quien conoció cuando ambos se mudaron al barrio Los Crespones de Cerriullos y encararon diversas luchas por mejoras estructurales en el lugar.
El papá de Luciana falleció hace seis años, Garros recordó que antes pidió que cuidaran a su hija de Hoyos. También explicó que la madre de la joven hace tiempo sufrió un ACV isquémico y no se encuentra en condiciones de hacer declaraciones públicas, por ese motivo habla él en su representación.
"A un hermano de Juan, que se llama Franco, se lo vio en el horario aproximado en el que sucedió el feminicidio, por el frente de la casa de la víctima. Así que, es probable que haya estado mínimamente como campana para cubrirle la espalda al hermano que estaba adentro", manifestó Garros.
"Y hasta es probable que él haya tenido alguna participación concreta en el hecho en sí mismo. Porque Luciana era de contextura física mucho más grande que Juan, más alta, de una contextura física bien fornida y en las veces que habían tenido agarradas, Juan nunca le pudo dar una paliza, le pegó golpes, que obviamente un hombre puede pegar, por lo general con más eficacia que una mujer, sin embargo, ella siempre se había defendido y también lo había golpeado. Sorprende que haya podido él solo, salvo que la haya sorprendido medio dormida en la cama o algo así, y de una la haya ahorcado con el cable", añadió.
"Sorprende que él lo haya podido hacer solo", insistió. Contó que Juan "trató de instalar la idea de que Luciana se había suicidado ahorcándose con una sábana". Sin embargo, "cuando yo llegué y entré a la casa, la vi a Luciana, vi el cuello hinchado, vi las sábanas y yo dije: 'No, Luciana no se ha colgado, la mataste vos'. Yo estoy seguro de que el hermano que se llama Franco Hoyos participó en el hecho", ratificó.
Luciana había realizado "alrededor de 8 denuncias. Y en estos últimos cinco años", reveló Garros. Además de las demandas por violencia de género radicadas en la Subcomisaría de Los Pinares, había otras contra Hoyos porque inclumplía con los deberes alimentarios. Hace varios años se había establecido una perimetral provisoria que ya no estaba vigente, y ambos seguían en contacto por la hija en común. "La verdad es que en algún punto ella no quiso ser tan exigente con su prohibición para que el progenitor pudiera ver a la nena", dijo.
Garros consideró un "error" que no se empleen mecanismos estatales de supervisión para esas visitas de los progenitores a sus hijos, cuando existen denuncias por violencia de género.
A media mañana del 11 de febrero, día del crimen, Hoyos interceptó a Luciana y a su hija cuando se dirigían a una salita de atención primaria de la salud para tramitar los certificados que le requerían a la nena en la escuela. Retornaron los tres juntos al mediodía a la casa de la familia de la víctima, donde residía ella con su hija, su madre y una hermana con síndrome de Down.
"Se quedaron un rato ahí, luego aparentemente Juan salió, probablemente se fue a su casa, porque a la hora del almuerzo cuando Luciana cocinó para su mamá y su nena y la otra hermanita, Juan aparentemente no estaba. Podría haber estado en la habitación de ella, pero aparentemente no estaba", indicó Garros.
"Aparentemente Juan regresó alrededor de las 15, 15.30, y estuvieron en la habitación con Luciana, y en ese transcurso entre las 15.30 hasta las 17 horas fue que sucedió el crimen", contó.
La hija como testigo
La madre de Luciana estaba en su habitación viendo la televisión y no escuchó nada. Sin embargo, la que sí habría presenciado el asesinato sería la hija pequeña. "La nenita fue testigo de todo lo que pasó", aseguró Garros e indicó que se espera que pueda brindar testimonio en Cámara Gesell, el miércoles venidero. Por ahora no habla del tema con su familia. Ya fue asistida por un equipo de psicólogas y una psicopedagoga, que la van a seguir acompañando "durante todo el año", luego de un pedido efectuado por la fiscalía interviniente.
Garros consideró que el principal conflicto entre Luciana y Juan en esos días pudo haber sido por la cuota alimentaria, debido a los costos que implica el inicio de clases. Garros dijo que ya le había recomendado a Luciana que demandara a los padres del ahora femicida, pero ella no quería. "Para comprender esto, había que conocer realmente a Luciana. Ella fue una persona muy dulce, encantadora, divina, aparte de bellísima, también muy bella persona. Y se conmiseraba, y no le quería hacer daño, y qué sé yo, y no lo apretaba", opinó. Señaló que el agresor era empleado de la Municipalidad de la Ciudad de Salta y también trabajaba en tareas agrícolas, aunque tenía empleo registrado, tampoco le pasaba lo que cobraba por salario y la escolaridad, a la hija.
Además, Garros contó que un hermano de Luciana le pasaba una mensualidad para que "a la sobrina no le falte nada" y ya había tenido "varios encontronazos con Juan" por la violencia que ejercía contra la joven y una vez incluso contra la madre. "Inclusive en una oportunidad también lo denunció Mónica, la madre de Luciana, porque también le levantó la mano", afirmó.
Garros dijo que él también había enfrentado al agresor varias veces cuando la mdre de Luciana le llamaba para que intercediera. "Él estaba advertido de cualquier probable reacción... Pero hasta ahí, honestamente, no vislumbrábamos la posibilidad de que él llegue a matarla", expresó.
Hostigamiento
Después del femicidio, Garros indicó que a la familia de Luciana le pusieron una consigna policial fija y rige una perimetral para el femicida y sus familiares. Sin embargo, dijo que la madre, el hermano y la cuñada del acusado ya incumplieron la medida. Según detalló, estas personas fueron a la casa de la madre de Luciana y querían llevarse a la niña de seis años.
"Se arrimó la familia en una abierta desobediencia judicial a insultar, porque querían tener a la nena. Están con consignas policiales por 90 días en la casa. Salió la chica policía, la han querido empujar para entrar y entonces les dijo, 'se retiran ya, o las voy a tener que detener'", detalló Garros. La abuela materna tiene la guarda provisoria de la niña.
Garros dijo también que esperan gestionarle a la familia de Luciana un subsidio para víctimas de violencia de género ante la provincia.