Que la primera escena de una película fuera un encuentro casual entre una lesbiana ventianiera y una camionera en un bar gay de los 90 en Estados Unidos fue la forma más directa de sellar un pacto con mi lesbianismo juvenil a principios de este siglo.

El bar de ruta está repleto de lesbianas bien machonas que ignoran a la joven Selby, una tortita que curiosea, mira para todos lados y se atreve a invitar una jarra de cerveza a la camionera de cincuenta. El crush es inevitable, pasan la noche juntas y se enamoran. Charlize Theron ganó el Oscar en 2004 por la interpretación del personaje de Aileen Wuornos, una prostituta con una infancia llena de abusos sexuales que asegura no ser lesbiana y sin embargo se enamora de la jovencita en un bar de ruta. Aillen se convierte en una vengadora y asesina serial de hombres. El sistema judicial la termina condenando a muerte. Monster es un título de vigencia intacta, que hace monstruo a la lesbiana que resiste a la crueldad del mundo y desea fugarse de la heteronorma. Encontrar lesbianas en películas, en textos o poemas es una forma de vernos cuando no nos vemos en ninguna otra parte porque la invisibilidad de las existencias lésbicas sigue siendo un problema.

Entonces son las existencias lesbianas el blanco de violencias múltiples pero también son “Las guerrilleras” de Wittig:  amazonas que venían a hacer estallar la sociedad binaria. Entre la tragedia y la fantasía, el devenir lesbiano es, además de formas de vida fugadas de la heternormatividad obligatoria, una acumulación de resistencia frente al avasallamiento de las ultraderechas mundiales que avanzan entre discursos de odio y biologicistas.


El 7 de marzo es la fecha en la que asesinaron a la Pepa Gaitán, una chonga cordobesa fanática de Belgrano de Córdoba, que tenía 27 años cuando el padrastro de su novia la mató de un escopetazo. El fallo que condenó al asesino no consideró que hubiese relación de causa a efecto entre el crimen y la sexualidad de la Pepa. Al año siguiente de su asesinato a quemarropa, por ser lesbiana, se instituyó el día de la visibilidad lésbica.

Monstruos que pueden ser asesinados por una bala de escopeta entre el tórax y la axila, lesbianas prendidas fuego en una habitación de hotel, como Roxana, Andrea, Pamela y Sofía que hace 9 meses sufrieron un ataque lesboodiante que terminó con la vida de todas, salvo la de Sofía. Machonas abusadas sexualmente en el barrio para corregir su monstruosidad, como sucedió en 2017 con Higui de Jesús, lesbiana chonga del conurbano que se defendió de un intento de violación correctiva que terminó con la muerte de su agresor y años más tarde con su absolución.

En el dolor y la tragedia hay una experiencia de lucha, organización y comunidad. Monique Witting recreaba una dictadura de guerrilleras amazonas que se habían fugados de “ser mujeres” y hacían estallar la sociedad heteronormada. Las guerrilleras de Wittig podrían hacer volar en mil pedazos el dedo con el que Donald Trump firma decretos para que solo hay dos géneros: varones y mujeres. Estas guerrilleras, degustarían la sangre derramada del ultraderechista que hoy está decidido a impulsar una política eugenésica con las identidades trans, pero también con las lesbianas que no entran en los parámetros mujeriles, que transitan los espacios sociales con estrategias de autodefensa y cuidado

Lesbianas y autodefensa

El caso de Higui de Jesús instaló la discusión sobre la autodefensa. No sólo en el sentido de cómo pegar una piña frente a una agresión sino también desde una perspectiva de cuidado. Higui se defendió ante un intento de violación correctiva y mató a la persona que la había agredido, a través de un proceso judicial terminó absuelta. Higui es una lesbiana, pobre y machona del conurbano, atravesada por violencias estructurales vinculadas no sólo a su identidad sexual sino también a la clase. Su caso tuvo un impacto social casi sin precedentes porque generó un proceso organizativo instantáneo que devino en un acompañamiento político, afectivo y judicial coordinando por lesbianas y personas de la comunidad LGTBIQ+.


“Yo tuve una infancia, una adolescencia y una adultez horrible, hasta que me encontré con el feminismo y después con lesbianas”, dice Linter, activista por los derechos de las personas en situación de calle y activista feminista. Lejos de idealizar ese encuentro cara a cara con una militancia que lo salvó en muchos sentidos se vuelve crítico hacia una pregunta incómoda. ¿Por qué el 7 de marzo no convoca tanto como 8?: “Yo pienso las existencias lesbianas, en este contexto de discursos de odio, como resistencias. En todos lados estamos las lesbianas, desde la dictadura hasta ahora e incluso si te vas más atrás, pero también hay mucha invisibilización”.

’’¡Vos, lesbiana de mierda, te vamos a hacer mujer’, esas cosas me decían”, dijo Higui de Jesús en el tercer día de audiencia del juicio que terminó absolviéndola. “Siento que me manotean de atrás y me ponen contra el tejido (de alambre) del pasillo. Yo me había hecho como un bicho bolita contra el tejido”, agregó en una declaración muy extensa en la que describió frente al juez cómo se defendió de sus agresores. Su última frase fue: “Imagínese si le pasa a usted”.

El derecho a defenderse fue la columna vertebral de un fallo que sentó jurisprudencia en marzo de 2022. En su libro “Defenderse, una filosofía de la violencia”, la filósofa Elsa Dorlin desarrolla una teoría que tiene claves como que defenderse equivale a seguir con vida, “por lo tanto no hay manera correcta o incorrecta de defenderse, todo lo que nos permita resistir la violencia es autodefensa".

“A partir del juicio de Higui se fue forjando lo mostri, lo roto, lo sucio, lo más callejero”, dice Linter refiriéndose a un proceso de activismo callejero en donde lo monstruoso no es exclusivamente un modo de nombrar identidades lgtbiq+ sino también un modo de agenciamiento, de vinculación y de vida en común.

Discursos de odio y cambio en el paradigma mundial

“Hace 15 años estábamos en un momento de reconocimiento de las personas LGBT y de otros grupos sociales, no había estos discursos de odio, ataques como el crimen de la Pepa no tenían validación social”, dice María Luisa Peralta, activista lesbiana que viene siguiendo las transformaciones que suceden en el marco internacional, sobre todo en Estados Unidos y que apunta directamente a las personas trans. “Este 7M no tenemos que olvidarnos de las personas trans” y agrega “Trump está tomando medidas tremendas contra las personas trans, firmó un decreto por el cual se prohíbe utilizar fondos federales para cualquier competencia deportiva o entrenamiento de competencia deportiva donde se acepte a mujeres trans en las categorías de mujeres. Ya venía habiendo una persecución a las personas trans en Estados Unidos, pero ahora se ha puesto como muy fuerte”, agrega.

Su análisis apunta a que el ensañamiento yanqui va a por la instalación como verdad de la biología inmutable y el descarte de las personas trans, con la quita de documentos, tratamientos y derechos adquiridos: “Para la ultraderecha el problema es con la gente trans, la gente cis, aunque lesbiana o gay puede estar en lugares políticos relevantes, si tenés plata, si sos blanca. No así si sos una lesbiana cis muy chonga”, concluye.

María Luisa expone un emergente: la fractura entre lo LGB (sin la T) y lo trans por otro lado, que no sólo es una narrativa sino que hay medidas del gobierno de Estados Unidos que apuntan a eso.

7M y antifascismo

El 1F fue una nueva fecha en el calendario, se realizó la Marcha Federal del Orgullo Antirracista y Antifascista organizada luego del discurso de Milei en Davos y convocada en una primera instancia por la Columna Mostri, un espacio que nació en 2024 para habitar el 8M desde las disidencias de prácticas, sexuales e identitarias. Desde el 1 F, el antifascismo se instaló en el debate público.

Desde Córdoba, Lesbis Desorganizadas vienen pensando alrededor de los discursos de odio: “No es algo novedoso, falta algo de la recuperación histórica respecto al miedo. Algunxs no dejamos de tener miedo nunca. ¿Qué decimos cuando decimos fascismo? ¿Qué cuándo crímenes de odio? Esto no es nuevo. Esto se viene pensando y viene sucediendo desde hace mucho tiempo. Se mueren amigxs, se mueren pibes, se mueren viejxs por consecuencias del estado”

Desde esta agrupación toman la tarea de juntarse a pensar estas preguntas, el 7M es una oportunidad para el encuentro, dicen : “Ranchear, ponerle el cuerpo a algunas actividades, hacer acciones desde y con el arte, habitar la calle desde nuestras expresiones, encontrarnos como hemos venido haciendo los 7M, refuerzan el compromiso de resistencia”.

La reacción viene siendo una forma de organizar la rabia, sucedió el año pasado con la masacre de Barracas y en enero con los dichos de Milei en Davos. Los lugares de encuentro con les otres se componen como una necesidad en tiempos de extrema crueldad, la pregunta sigue girando en torno a ¿cómo se sigue? ¿Cómo se imagina esa lucha de guerrilleras? ¿cómo habitan los monstruos?