Las vacunas constituyen, quizás, el principal invento de la humanidad. De hecho, junto a la potabilización del agua, se ubica como una de las tecnologías que, a lo largo de la historia, más contribuyó a la supervivencia y el progreso de las sociedades. Sin embargo, en el presente, las tasas de vacunación disminuyen y emergen enfermedades que se creían erradicadas. Todo gracias a que las personas ya no se inmunizan como antes por una barrera económica, pero sobre todo, por un obstáculo cultural. La desinformación y la puesta en duda de su legitimidad modificaron la percepción social que despertaban en años previos.

Según un informe que UNICEF y la OMS hicieron en 2024, la cobertura de inmunización mundial disminuye desde hace cinco años consecutivos. En 2023, ninguna vacuna alcanzó el 90 por ciento de aplicación, cuando la meta recomendada es 95 por ciento. La BCG, que evita los cuadros graves de tuberculosis, incluso, tan solo alcanzó el 69 por ciento. En la actualidad, una de las enfermedades que más preocupa es el sarampión, ya que en lo que va de este año Argentina confirmó cuatro casos. A comienzos de febrero, las autoridades sanitarias emitieron una alerta epidemiológica e invitaron a completar los esquemas de todos los niños y niñas.

Para tener referencia, apenas un dato: de los 11 casos que se reportaron en 2024, ninguno tenía la cobertura aconsejada para sarampión. La circulación endémica había sido eliminada desde hace un cuarto de siglo en el territorio nacional, pero las últimas estadísticas confirman que la primera vacuna para prevenir la circulación del virus tiene una cobertura total del 81 por ciento, lejos del 90 por ciento sugerido. El sarampión es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona y provocar la muerte. El Calendario Nacional de Vacunación contempla que todos los niños/as, a los 12 meses y a los 5 años, reciban la vacuna triple viral que protege contra esta afección, la rubéola y las paperas.

Otro ejemplo de cómo marchan las cosas por estos días es la tos convulsa, una enfermedad infecciosa que afecta las vías respiratorias y constituye una de las principales causas de muerte a nivel mundial en menores de cinco años. Como los anticuerpos que genera la enfermedad no son suficientes, es necesario tener la vacuna al día. Según modelos epidemiológicos recientes, se advierte cómo la inmunización por debajo de los estándares promovió el resurgimiento de la enfermedad -también conocida como “coqueluche”– en la última década y media.

La buena noticia es que, gracias a los avances médicos, las madres tienen la posibilidad de proteger a sus hijos por nacer, si se dan la triple bacteriana, que induce defensas para coqueluche, tétanos y difteria. Se suministra y confiere protección a los menores durante los primeros meses de vida, lapso en que son más susceptibles a experimentar cuadros graves de esta enfermedad.

Campañas que sí y campañas que no

La Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE), para estimular las vacunas entre toda la población, lanzó la iniciativa Vacunados, listos, ¡ya! Bajo el lema “Para ganarle a las enfermedades, la vacunación es la mejor forma de llegar primero”. Desde la SAVE buscan que cada vez más personas se preocupen por mantener al día el calendario, que es obligatorio y también gratuito.

De esta manera, la campaña funciona como un bálsamo ante discursos conspiranoicos y fake news en torno a las vacunas. Grupos minoritarios aunque representativos, todavía desconfían de la eficacia y la seguridad de estas tecnologías. El propio secretario de Salud de EEUU, Robert Kennedy jr., destaca por su postura antivacunas. De hecho, tanto el gobierno estadounidense como el argentino anunciaron su retirada de la Organización Mundial de la Salud.

Argentina posee uno de los calendarios de vacunas más completo de todos. El país, de hecho, destaca por una confianza en las inyecciones que otros países de Europa o Estados Unidos no tienen. No obstante, en el presente, la nación no escapa a la tendencia global: de acuerdo a los datos que provee el Ministerio de Salud, por ejemplo, la cobertura de la vacuna pentavalente en menores de un año alcanzó el 80 por ciento en 2022, cuando el umbral recomendado por organismos internacionales es de 95 por ciento.

Quienes se enferman ponen en riesgo a sus contactos estrechos, a las personas que frecuentan y a las que ni siquiera conocen pero cruzan en transportes públicos, ascensores, aulas y otros espacios compartidos.

Lecciones pandémicas

Un buen caso de lo efectivas que son las vacunas constituyó la pandemia del coronavirus. Un evento de ribetes globales que escaló con velocidad y que fue controlado gracias a la inmunidad adquirida por la enfermedad, pero, sobre todo, por la protección que confirió el enorme abanico de opciones de vacunas con el que se protegió la población.

Para poder lograr el efecto rebaño, existen vacunas combinadas, es decir, que en un solo pinchazo brindan cobertura para diferentes enfermedades. De esta manera, al requerir de un menor esfuerzo logístico por parte de las familias, los niños y niñas tendrán un mejor acceso.

Es el caso, por ejemplo, de las fórmulas hexavalentes que demuestran seguridad y eficacia para evitar el desarrollo grave de seis afecciones al mismo tiempo. En una sola aplicación, están las que sirven para difteria, tétanos, tos convulsa, hepatitis B, Haemophilus influenzae tipo B y poliomielitis.

Las vacunas constituyen una herramienta de salud pública; un acto individual con impacto colectivo. Son, asimismo, víctimas de su propio éxito: cuando una enfermedad se erradica, a menudo, se vuelve difícil mensurar cuánto de ello se debió al éxito de las vacunas y al tan mentado efecto rebaño.