Aunque en sus últimos años ha profundizado elementos introspectivos, Falsa Cubana es una banda conocida por su espíritu festivo y su “quilombo de géneros”, que mecha ska, rock, punk, dub. Vienen de Trelew, de esa Patagonia que hoy es noticia constante. Primero por la desaparición de Santiago Maldonado en un operativo represivo de Gendarmería y su posterior hallazgo sin vida en el río Chubut, y ahora por el asesinato de Rafael Nahuel, un pibe descendiente de mapuches muerto a manos de Prefectura mientras huía de la represión, a 50 kilómetros de Bariloche. Falsa Cubana es fiesta, pero no escapa a la actualidad. “Es un disparate, uno se encuentra diciéndole a la tía que deje de hablar de la RAM como si existiera, pero los medios y el discurso por goteo va calando”, explica Denis Davies, bajista de la banda. Y se preocupa por la escalada represiva y por la lógica de enemigos que se imprime sobre la comunidad mapuche. “Nosotros vivimos siempre entre mapuches y tehuelches, dos de la banda tienen apellido mapuche, somos parte de eso y nunca fue un problema. No sé si tenemos una solución, pero creemos y confiamos en el rol de educar a la juventud, de dejar un legado”, explica Juancho Sampini, baterista y cocinero.
Para Falsa Cubana, la fiesta es su modo de apuntalar un cambio –“cambio bueno, no este cambio”, aclaran entre risas– y proponer un desahogo en un mundo gris. Para subsistir y progresar, la movida musical argentina hace tiempo dejó de lado la venta de música y depende de los toques multiplicados. Los shows dan sustento material al artista, pero Davies y Sampini ven que la crisis económica que azota a la Argentina en general y a la juventud en particular (precariedad más desempleo) han provocado que “el que antes veía cuatro recitales por mes, ahora sólo ve uno”. Bandas que arrastraban masas, ahora llevan masitas. Y bandas menos populares ven acotado su rango de acción. En ese panorama, Falsa Cubana implementó el método del evento, haciéndose eco de lo que los sociólogos observan cuando dicen que la sociedad va hacia la adquisición de experiencias más que de objetos: la experiencia híper moderna de Falsa Cubana incluye hamburguesas, cerveza tirada y un show acústico para pocos. Y funciona.
Con más de 12 años de trayectoria musical, tres discos en su haber y el sueño de un regreso al sur, la evolución es parte del presente. De haber dejado atrás aquellas canciones que a la luz de la actualidad podrían leerse misóginas. “Cambiamos con la época, pero no podemos arrepentirnos de lo que decíamos cuando teníamos 18”, asumen. Falsa Cubana celebra la vida con la madurez de la experiencia. Con la noción de legado que se imprime con el paso del tiempo. Con ganas de que todo sea mejor.
* Jueves 7/12 a las 23.30 en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131, CABA.