Estados Unidos está atravesando el peor brote de sarampión de los últimos 30 años. Empezó a fines de enero y a dos meses, hay cerca de 200 casos reportados en nueve estados: Alaska, California, Georgia, Kentucky, Nueva Jersey, Nuevo México, Nueva York, Rhode Island y Texas.
La mayoría de los contagios pertenecen a tres brotes distintos, pero sólo en el estado de Texas se reportaron 159 casos. Además, en este estado se registró la primer muerte de un niño de seis años debido a la enfermedad. Desde 2015, Estados Unidos no registraba una muerte por sarampión, aunque la considera erradicada desde 2000.
De los casos registrados en este estado, sólo 5 personas habían recibido al menos una dosis de la vacuna. El principal foco fue en la zona oeste, en la localidad de Gaines, que tiene una de las tasas de vacunación más bajas del país y pertenece a una región donde Donald Trump ganó ampliamente.
En el ciclo lectivo 2023-2024, un 18% de los menores en edad pre-escolar no fueron vacunados. El menor fallecido tenía edad escolar y no estaba vacunado. Las autoridades informaron que es probable que los casos sigan en aumento por la "naturaleza altamente contagiosa" de la enfermedad.
El Departamento de Salud de Texas informó que está vacunando dentro de las 72 horas de la exposición al sarampión a quienes no tengan dosis, para atenuar la severidad de la enfermedad. Sin embargo, la Secretaría de Salud y Servicios Humanos del país no está generando una campaña de vacunación preventiva. El máximo responsable de esta área es el secretario Robert F. Kennedy Jr., conocido antivacunas.
Luego de un mes del inicio de los contagios, las autoridades federales enviaron a un grupo de expertos para lidiar con el peor brote de esta enfermedad en el estado en 30 años, donde al menos 22 personas han sido hospitalizadas. El personal desplegado estará en Texas por máximo tres semanas. En su estadía ayudará a tomar "decisiones rápidas para el control de las amenazas a la salud", según informaron los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Ante la legislatura estatal, la encargada del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Texas, Jennifer Shuford, informó que el brote podría prolongarse por meses en la región.
La no-vacunación es un patrón en todos los estados afectados. A nivel nacional, el 95% de las personas contagiadas no estaban vacunadas o se desconocía su estado. La franja de población más afectada son las personas de entre 5 y 19 años, que pudieron infectarse por contacto directo y recién a las dos semanas revelan síntomas. A nivel nacional, son 32 las personas hospitalizadas.
En este contexto, el Congreso del país tiene más de 20 proyectos de ley que consideran aligerar las regulaciones sobre las vacunas y su ministro de salud es uno de los principales activistas anti-vacunas.
Un antivacunas a cargo de un brote de sarampión
En medio de este brote, el secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr. recomendó usar vitamina A para combatir el brote en Texas, el estado con más contagios -159-.
El secretario, quien ha liderado campañas antivacunas, ordenó a la principal agencia de salud pública del país, los Centros de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) que agregue un lenguaje similar a su guía para el cuidado de pacientes con sarampión.
Antes de ser funcionario, criticó las vacunas contra el sarampión y promovió la vitamina A como tratamiento. Sue Kressly, presidenta de la Academia Estadounidense de Pediatría, advirtió que tomar demasiada vitamina A "puede causar graves problemas de salud, incluido daño hepático". Además, agregó: "Confiar en la vitamina A en lugar de la vacuna no sólo es peligroso e ineficaz, sino que pone a los niños en grave riesgo".
"El brote de sarampión en Texas es un llamado a la acción para que todos reafirmemos nuestro compromiso con la salud pública. Al trabajar juntos, padres, proveedores de atención médica, líderes comunitarios y funcionarios gubernamentales, podemos prevenir futuros brotes y proteger la salud de nuestra nación', indicó Kennedy Jr. vagamente.
Tras la muerte del niño, el secretario de Salud se expresó preocupación por el avance del sarampión y destacó la importancia de la inmunización. “Las vacunas no solo protegen a los niños individualmente del sarampión, sino que también contribuyen a la inmunidad comunitaria, protegiendo a aquellos que no pueden vacunarse por razones médicas”, escribió. Sin embargo, afirmó que “la decisión de vacunarse es personal” y, en una retirada del Estado, animó a todos los padres a “consultar con sus proveedores de salud para comprender sus opciones sobre la vacuna MMR”.
Con el mismo cinismo, esta semana el funcionario declaró que al existir brotes cada año, no es algo inusual. De todas formas, pasando menos de dos meses desde el inicio del brote, se registraron 164 casos: más de la mitad que durante todo 2024.
En esta línea, Kennedy Jr. enfatizó que las 32 personas hospitalizadas estaban bajo observación preventiva, pero fue rápidamente refutado por especialistas. Una de ellas fue Summer Davies, pediatra de Texas, quien trató a al menos diez pacientes del brote, la mayoría muy jóvenes o adolescentes. Contó que algunos niños han tenido que ser intubados, incluyendo a uno menor de seis meses, y que otros llegan con fiebres tan altas o dolores de garganta tan severos que se niegan a comer o beber hasta el punto de la deshidratación.