Mezclar universos, juntar cosmos: desaprender y volver a aprender. El mensaje es para quien esté dispuesto a sentirlo. “Queremos salir de la endogamia LGTBIQ”, apura Lisa Kerner, corazón de Casa Brandon, refugio cultural que cumple 12 años. En su entramado, Casa Brandon tuvo como principal objetivo generar alguna pregunta que no se había disparado aún. Y el motor fue hacerlo desde el artivismo: activismo político comandado desde el arte. “No sólo reunimos mundos de sexualidades, también abogamos por ‘salir del barrio’ y cruzar edades”.
Curiosamente, todo comenzó con un “no”, con sentirse en disconformidad con los boliches, discotecas y movidas. “Pasaban música que no nos gustaba. Queríamos sumarle un condimento a la pista de baile, un lugar para charlar, ya que eso genera encuentros que explotan en proyectos”, dice Lisa. En parte, su inspiración fue la Age of Communication con el eco de Belleza y Felicidad y Ave Porco, fiestas que manifestaban ruptura en el tejido social y sexual, una escenificación de la diversidad que para ese momento estaba postergada. “Nos gustaba ese espíritu comunitario”.
A la sazón, Lisa fundó esta movida junto con Jorgelina De Simone, quien falleció este año. Escribió el periodista Diego Trerotola en el suplemento Soy, de este diario: “Jor tenía esa sangre pop que circula en Brandon, un pop de resistencia al consumo fácil o industrial, un pop guerrero como la Mujer Maravilla, personaje que amaba”. Su legado vive en el presente de Casa Brandon, que se erige como movimiento y toma forma de escena: ahí suceden cosas. Desde presentaciones de libros, charlas políticas, recitales, slams de poesía, fiestas (la Brandon Gay Day cumple ¡17 años!) y tanto más. “Queremos buscar un equilibrio entre cosas nuevas e interesantes y otras cosas que nos permitan dar sustentabilidad a la caja”, sigue Lisa. Pero siempre, indefectiblemente, prima lo nuevo: “Si no trae preguntas, no es nuevo”. La fascinación por lo nuevo convertida en un estímulo para vivir.
Ante la vida, Casa Brandon propone hablar de temas complejos sin solemnidad. Entre los hitos históricos están el Festival ¿Anormales? ¿Cuál es tu género?, en 2010, donde discutieron la temática trans. “Creíamos que la teníamos clara y nos quedamos como… what?” Ahí descubrieron el concepto de lo binario: había otras maneras de autopercibirse. Y, más atrás, en 2004, una fiesta en el Hotel Bauen dio la certificación de que algo grande estaba sucediendo: “La gente del Bauen no entendía nada pero fue increíble moverse por las escaleras, apropiarse del lugar. No fue algo intelectual y eso fue buenísimo”.
Y, en su desparpajo, en el nudo de hacer, hacer y hacer, ocurren tantas cosas que lo histórico va quedando atrás. “Te olvidás de todo lo que va pasando y el estatuto de importancia que tiene para un montón de gente”. Por eso crearon Mi primera vez en Brandon, un ciclo donde se hablaba de debuts y de aquellas primeras veces. Brandon quiere sacarle secreto al mundo LGTBIQ. “Laburamos la visibilidad”, apunta Lisa. En consecuencia, desde sus orígenes, volantearon en la Bond Street, en la Quinta Avenida, en el Festival Buen Día y en todos los recitales que tuvieran a mano. Sacaron Casa Brandon a la calle.
Entre sus proyectos venideros está la inminente publicación de Gordx el que lee (antología de textos urgentes y mutantes), la creación de Brandon Records (sello digital con shows de Dani Umpi, Rosario Bléfari y Paula Maffia & Sons, entre otros), la apertura de la biblioteca con temática LGTBIQ y, para el próximo año, la edición de dos libros más, uno de poesía y otro de narrativa. “Queremos encontrarnos para hacer un mundo mejor”.