Los más tiernos
Cuando uno piensa en cocina japonesa, piensa en el mundo salado: sushis, ramen, curries, gyozas y más. Y hace bien, ya que los dulces asiáticos –incluyendo a Japón pero también a otros países del Lejano Oriente– suelen esquivar sabores queridos en este lado del mundo, sea chocolate o, en el caso más argentino, el dulce de leche, para reemplazarlos por la exótica pasta de poroto. Dicho esto, en los últimos tiempos, hay un enamoramiento de Occidente por los dulces japoneses; un enamoramiento con fuerte base estética. La palabra que lo explica es “kawaii”, traducida como "adorable", que refiere a una pastelería de bella iconografía pop, sean enternecedores gatitos o personajes reconocibles de la cultura nipona.
En Argentina, una gran representante de esta movida es Aki Amai, proyecto pastelero de Kayoko Arakaki, que nació como proveedora de restaurantes. Luego, en la post pandemia, se hizo conocida vendiendo por redes sociales y ahora acaba de inaugurar cafetería en el límite de Villa Crespo con Almagro.
Con días de vida, Aki Amai es un éxito, agotando productos en el transcurso de cada jornada. Los cafés tienen buen precio (espresso $2300, flat white $3900; faltan algunos detalles de servicio como el vasito de agua), pero el fuerte de la casa es la pastelería. Salen mucho unos perfectos dorayaki, con masa esponjosa entre la de un budín y un panqueque, que se cocinan en plancha y que muchos conocieron por el manga Doraemon. Los tienen con relleno tradicional de dulce de poroto azuki, y trasgreden con opciones con crema pastelera, chocolate y dulce de leche ($3500). Se suman los hermosísimos Manju, representando caritas de Hello Kitty, Pikachu y el entrañable Totoro ($4000), también unas más modernas cookies de matcha y chocolate blanco ($3500) y un aireado y delicado cheesecake japonés ($5900). Del lado salado, las opciones se reducen: bao de panceta braseada ($5500) y los siempre ricos onigiris rellenos de miso y bondiola ($5000).
La apertura del local de Aki Amai es una feliz novedad en la escena dulce porteña: un lugar que hace escuela.
Aki Amai queda en Estado de Israel 4292. Horario de atención: lunes a viernes de 9 a 18; sábados de 10 a 17. Instagram: @aki.amai.
Un café indie
En tiempos donde los cafés se replican al infinito, con un master plan que los hace a todos tan sospechosamente similares, cada tanto aparecen excepciones, lugares con personalidad e independencia. Tauro es un ejemplo. Una cafetería barrial que se ganó el corazón de sus vecinos a fuerza de una muy buena pastelería casera y un espacio que evita pretensiones. El local es pequeño, hecho a pulmón, con gestos vintage bien llevados. La vereda es amplia y fue creciendo con el tiempo: es que este lugar, nacido a fines de 2021, supo ganarse en los ya más de tres años de vida un público fiel, que lo elige en esos horarios incómodos en los que abre, solo a la hora de la merienda –salvo sábados, que arranca temprano–, ya que el resto del tiempo lo dedican a elaborar los dulces y tortas que luego ofrecen en el local.
La carta enuncia cafés y bebidas varias: espresso a $2500, jarrito a $3000, flat white a $3400. Se suman limonadas ($3400), vaso de vermú ($4200), americano frío ($3600). Luego, la comida se vende por los ojos: hay que ir al mostrador y ver qué hay disponible, si bien los clásicos son esperados por sus habitués. Del lado salado, siempre se consiguen chipá y scones de queso (ambos, $2000), también deliciosas medialunas tostadas con jamón y queso ($4400) o unos fosforitos a los que le vendría bien más relleno ($4000). Dicho esto, lo que la mayoría busca es lo dulce, donde Solange (propietaria y pastelera) pisa fuerte. La tarta vasca de dulce de leche (sin harina) es tan cremosa como adictiva ($5800), hay torta de lima ($6300), de zanahoria ($5900), de vainilla, diplomata y frambuesa ($5900). Se suman opciones sin gluten, como una húmeda de chocolate ($5800) o la de naranja con harina de maíz ($3900).
Rodeada de cada vez más cafeterías, Tauro no se inmuta con la competencia: sus mesas se llenan –es común que haya alguien esperando lugar– con tortas que salen a pedido, enteras o en porciones, para llevar o comer ahí mismo. Una propuesta con espíritu independiente.
Tauro Café queda en Fragata Presidente Sarmiento 730. Horario de atención: martes a viernes de 15 a 19:30; sábados de 10 a 19:30. Instagram: @taurocafe.
Producción propia
Es muy bueno lo de Crecia, propuesta abierta hace casi un año –en mayo festejan aniversario– en el coqueto barrio de Recoleta. Armado por Lucrecia Pérez Raggio, este lugar se hace fuerte con una bollería 100 por ciento propia y cuidada, elaborada ahí mismo, que conforma una carta amplia, pensada para todos los gustos. El local es luminoso, con vidriera a la calle, mostrador exhibidor y mesas cómodas donde sentarse para desayunar, almorzar o merendar, confiando en que todo estará bien resuelto.
Crecia comparte raíces con Rondó, cafetería de especialidad vecina que lleva seis años de vida. Hoy, en Rondó se comen dulces de Crecia; y en Crecía se bebe café de Rondó. Acá, lo salado juega un papel importante, con sándwiches que cotizan alto. El de panceta, huevo revuelto, queso derretido, todo en un esponjoso pan de papa, es una maravilla, reconstrucción de un típico desayuno americano tan contundente como delicioso ($13000). Hay también de jamón crudo, polpeta de mozzarella, tomate, rúcula y manteca en focaccia ($15000) y de pastrón, queso, mostaza y pepino ($16000), entre otros. Más económico, el tostado de jamón y queso en pan de masa madre no decepciona ($8700). Pero esto es apenas una muestra de una cocina que sabe atender las necesidades de un barrio con clientes muy distintos, en edades y en estilos.
Lo dulce es la estrella de la casa: como best seller recomendado, la danesa de frutos rojos (ahora con cerezas, frutillas y arándanos) es crujiente, intensa, mantecosa ($5800); el budín de limón y pistacho sirve como opción más delicada ($5500) y se suman financier de almendras ($3500), alfajor de estilo marplatense ($5000), cookie de maní y chocolate ($4200) o medialunas almibaradas ($3000) entre varias opciones, todas tentadoras. Para beber, los consabidos cafés (el espresso tonic va perfecto para días de calor, $5000), una pomelada de huacatay ($5500) y jugos exprimidos son ejemplos posibles.
La mayoría de los cafés porteños hoy compra su repostería, panadería y bollería a terceros; acá eligieron otro camino, ganando una fortaleza bienvenida. Un lugar que merece el éxito.
Crecia queda en Juncal 2179. Horario de atención: lunes a sábados de 8 a 20. Instagram: @creciabolleria.ba.