Hace poco más de un mes, Javier Milei se dio una panzada contra los feminismos y la comunidad LGTBIQ+. Estaba en Davos con el pecho inflado y la certeza de que su discurso iba a salir airoso en el uso habitual de la bravuconería que viene derrochando desde el 10 de diciembre de 2023.
Pasó algo bien distinto: en respuesta a su decálogo antifeminista, misógino y con un odio encarnizado a la comunidad LGTBIQ+, el 1° de febrero miles salieron a la calle para poner un límite al gobierno, un límite sensible que trascendió las luchas de la comunidad LGTBIQ+ y forjó una transversalidad que encuentra en este 8M una continuidad. Un llamado de atención por parte de la sociedad hacia un gobierno cada vez más envalentonado en amplificar a destajo mensajes odiantes y descartar a una parte de la población enarbolando la lucha anti woke.
En la reciente apertura de las sesiones legislativas, el presidente no dijo ni la palabra “woke” ni la palabra “mujeres”, probablemente una de las primeras veces que esquiva la batalla cultural como tópico ineludible en sus discursos. Parado frente a un Congreso casi vacío, leyó un discurso en el que tampoco hizo mención a la ideología de género. Había transcurrido un mes exacto de una masiva convocatoria y puede ser que entre sus ideólogos de dios, patria y familia haya habido un ligero warning, una mano levantada o una frenada de pelota para recalcular el costo que puede tener atacar tan al hueso a la lucha feminista que todavía saborea su momento mas combativo de este siglo.
La convocatoria para este sábado -en sintonía con el 1F- propone un paro antifascista, antirracista, antipatriarcal y transfeminista. No solo las mujeres salen a la calle, es un entramado social que aunque fragmentado y aun con las luchas sectorizadas viene a proponer un límite a un gobierno que empieza a tener un peso específico que no le permite un andar tan liviano como el de un año atrás.
¿Qué se juega este 8M?
La masividad callejera es una virtud de los transfeminismos, una de sus claves es la interpelación social que produce transversalizar las luchas: el trabajo, los barrios, las familias, las escuelas, los clubes y las plazas fueron y son espacios convidados a un debate ríspido donde se volvieron interdependientes cuestiones económicas como las tareas de cuidado, las discusiones en torno a los modos de reparación y de justicia frente a los abusos sexuales, formas de elaborar y aplicar una educación sexual integral, acompañamientos en materia de salud reproductiva y no reproductiva, estrategias frente a la violencia machista y visibilización de la discriminación racial, entre muchas otras batallas que el gobierno nacional decide unificar en una sola a la que llama “cultural”.
“Creo que el 1F demostró que los feminismos y la diversidad sexual siguen siendo movimientos muy potentes. De hecho, Milei se cuidó mucho, en su discurso a la Asamblea Legislativa, de volver con sus discursos de odio. Hay un piso conquistado de derechos y de sentidos comunes sobre machismo, violencia sexista y respeto a la diversidad sexual, en los cuales la sociedad no ve con buenos ojos que se retroceda” explica la referente del PTS Miriam Bregman.
“El Presidente hizo declaraciones en Davos condenando políticas vinculadas al feminismo, el aborto, los homosexuales, las politicas LGBTQI+, a lo que él llama “cultura woke”. ¿En qué medida está usted de acuerdo con esto?” fue la pregunta formulada por la consultora Hugo Haime que salió hace unos días en relación a los grados de aprobación de Milei frente a su electorado. El 36% respondió que estaba de acuerdo y el 56% que no. La misma encuesta señala que hay un 16% de personas que votaron a Milei en el balotaje que actualmente está en desacuerdo con su gestión.
Para la diputada por el Frente de Izquierda, Andrea D'Atri, al gobierno le cuesta instalar esta agenda y así lo demostró la masividad del 1F: “La crisis de la cripto estafa lo hará más difícil aún, porque quien no lo considera un agravio, lo considera un tema en el que no tiene por qué meterse el gobierno o, incluso, como una “cortina de humo” que Milei utiliza para tapar los problemas económicos, financieros y hasta judiciales en los que está envuelto. La legalización del matrimonio igualitario, de la identidad de género y de la interrupción voluntaria del embarazo tuvieron amplio apoyo social, más allá del activismo que se movilizó. Milei debería tenerlo en cuenta” explica en diálogo con Las12.
8M antifascista y antirracista
“Este no es un 8 de marzo como otros porque lo antecedió un 1 de febrero” dice Georgina Orellano, referente del AMMAR (Sindicato de Trabajdorxs Sexuales) que participó desde los inicios de los procesos organizativos de la asamblea antifascista antirracista y cada vez que pudo dejó claro que lo que hacía falta era “meter los pies en el barro”. Orellano se vale de esa expresión para moldear colectivamente una lucha que venga de abajo y que pueda discutir todo. “Qué Estado queremos, qué Estado tuvimos y qué Estado no queremos volver a tener, y para eso tenemos que construir una agenda de transfeminismo popular que se salga un poco de las lógicas de siempre y que le ponga un freno a las políticas de Milei”.
“En este recorrido desde el 1F hasta acá se fueron sumando un montón de sectores: los jubilados, las compañeras y compañeros del Hospital Laura Bonaparte y del Hospital Posadas, las compañeras afro, y del colectivo Travesti Trans, las que perdieron su puesto de trabajo en el Estado, las que siguen ejerciendo trabajo sexual, las históricas que vienen luchando hace rato por una reparación, muchos autoconvocados y autoconvocadas”, explica Orellano que espera que para este 8M se pueda consolidar un modo de organización que se escape de los métodos mas tradicionales.
Seguir a Trump
Javier Milei viene siguiendo a modo bufón los lineamientos que el nuevo gobierno de Donald Trump pone en juego para una política anti personas trans y anti migratoria. Lo hace confiando en que el líder norteamericano no le soltará la mano. El movimiento transfeminista también supo poner en común una agenda global que está instalada, probablemente con menos fuerza que hace 8 años, pero frente a la internacional reaccionaria hay espacios de lucha y contranarrativa, incluso de los sectores mas inesperados. En los días de asunción de Trump, Mariann Edgar Budde, una obispa de la diócesis episcopal de Washington, le dijo en la cara al nuevo presidente que tenga clemencia hacia las personas LGBTQ+ y los migrantes durante el sermón en la Catedral Nacional de Washington.
Maria Luisa Peralta es activista lesbiana y viene siguiendo muy de cerca los retrocesos que encabeza Estados Unidos: “El 10 de marzo arranca en Nueva York la sesión sobre la CSW, que son las siglas en inglés de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas. Se formó en el año 46 y desde el 95 la misión de esta comisión es monitorear la implementación del programa de acción de Beijing. Quienes vamos, estamos muy preocupadas porque los decretos que fue sacando desde que asumió Trump van en contra de las personas trans específicamente. Por ejemplo hizo un decreto por el cual ordenaba borrar de todos los sitios federales de internet las referencias a las personas trans”.
“El gobierno está alineado a la Internacional Reaccionaria copiando todo lo que hace el gobierno de Trump que está en la misma tónica de ataque", dice Miriam Bregman haciendo referencia a cómo el presidente Milei mira al norte embelezado.
Mañana será un día de lucha, como vienen siendo los 8M desde que dejaron de ser días para recibir flores y piropos y se transformaron en marchas combativas: “Si Milei puede convencer o no a la sociedad de que retroceda en materia de derechos conquistados por los feminismos va a depender de la pelea que demos”, concluye Bregman.