Sombra grande - 7 puntos
(Argentina/2024)
Dirección, guion y fotografía: Maximiliano Schonfeld
Duración: 83 minutos
Intérpretes: Blas Jaime, Mario Wendler, Darío Wendler, Benigno Lell, Lucas Schell, María Emilia Gauss y Sofía Schell
Se exhibe en la Sala Lugones del Teatro San Martín hasta el 9 de marzo a las 21 y del 11 al 13/3 a las 18.
Las lenguas son, vaya novedad, la quintaesencia de la comunicación moderna. Con ellas no sólo se expresan datos, pedidos, órdenes, preguntas, pensamientos y sensaciones: también se construye sentido. Pero, ¿pueden las lenguas “habitar” un lugar, incluso cuando no ocupen espacio? ¿Y cohabitar? ¿Es posible sentir su materialidad? En caso afirmativo, ¿cuál es el camino para lograrlo? El cineasta entrerriano Maximiliano Schonfeld ensaya algunas respuestas en Sombra grande, un film de estructura coral centrado en las vivencias de siete persona(je)s que viven en tierras que contienen, a falta de una, tres lenguas.
Una de esas lenguas es, claro, el español. Las otras luchan por mantenerse vivas en un contexto en que cada vez menos personas recurran a ellas: un dialecto alemán de la zona del Volga, cuyos descendientes encuentran en él una forma de conectarse con sus raíces, y otra llamada chaná, que se creía perdida hasta que, 2004, apareció un hombre que decía hablarla, puntapié para la edición de varios diccionarios que permitieron su recuperación.
Estrenada en la sección Zabaltegi-Tabakalera del último Festival de San Sebastián, el último trabajo del realizador de La helada negra, Jesús López y Luminum –que sumó a sus tareas habituales el cargo de Presidente del flamante Instituto Autárquico Audiovisual de Entre Ríos– despliega su impronta coral a través de pequeñas viñetas de la vida cotidiana en diferentes ciudades entrerrianas crecidas en tierras alguna vez chanás. Y, después, de las comunidades que llegaron desde la región cercana al río europeo.
Son historias que de extraordinario tienen poco y nada, en las que confluyen lo cotidiano con lo idiosincrático, la modernidad y la tradición: las relaciones entre vecinos, los lazos familiares, los trabajos manuales en el campo, la relación con los animales, fiestas de colectividades, casamientos y encuentros sociales. También están, claro, las tensiones. Es el caso del playero de una estación de servicio y el involuntario juego de seducción con una chica y, sobre todo, el de una futbolista con buena proyección profesional que, sin embargo, debe volver al terruño para hacerse cargo del campo, un hombre a punto de casarse.
Schonfeld es un director que apuesta a que las escenas adquieran vida propia, adaptando su manera de filmar y la duración de cada plano a los que mandatan las situaciones. Algunas tienen bien visibles las huellas de la ficción; otras, en cambio, provienen del ámbito del documental. Pero casi nunca es claro el límite entre una y el otro. El “casi” se debe a dos escenas clave que, combinadas, delinean buena parte del sentido de la película, parte de un proyecto multidisciplinario que incluyó un libro y una instalación.
Una ocurre cuando tres hombres que peinan canas se ponen a intercambiar opiniones sobre cómo traducir al chaná y al dialecto alemán un fragmento del libro homónimo de poemas de Julián Bejarano en que se basa el film. La otra, cuando esos hombres leen simultáneamente ese fragmento en las tres lenguas. Es, pues, un intento de ver de qué manera es posible una armonía entre ellas, así como también de elucubrar cuánto del sentido construido por cada se prolonga hasta el presente y, por qué, hasta mucho más allá.