El segundo 8M bajo el gobierno de Milei trae un agravamiento de todas las condiciones de vida en los barrios populares. Mujeres que se inventan su trabajo para llevar un plato de comida a su casa, y además “generan, producen para otros, para otras, para que puedan comer en el día por medio la panificación, rifas, sorteos, donaciones los insumos para los comedores”, como describe la referente de Mujeres Evita, Majo Poncino.
Los comedores comunitarios se ven obligados a reducir los días de entrega o, directamente, cierran, pese a los ocho fallos judiciales para que la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello reparta los alimentos.
“Muchos comedores cerraron, porque no tienen insumos provinciales”, cuenta la vocera de La Poderosa, una organización de Asambleas populares en barrios de todo el país, María Claudia Albornoz Albornoz. La Poderosa gestionó en las distintas provincias declaraciones de emergencia alimentaria municipal y provincial. “La primera que salió fue en la ciudad de Santa Fe”, cuenta Albornoz, que vive en esa ciudad. “Pudimos meter la ordenanza en el Concejo, se formó una mesa de diálogo, un fondo alimentario, y se hizo el registro de comedores y merenderos. Después de eso empezaron a pagarles a los comedores que están registrados una suma de dinero, se le transfiere en realidad una suma de dinero, y eso nosotros le transferimos a los mayoristas en donde compramos. Así que en Santa Fe se pudo ordenar”, cuenta una experiencia virtuosa.
En otros lugares del país, tuvieron que cerrar entre 30 y 35 comedores de los 150 que sostenía La Poderosa. “Hay provincias que son muy difíciles, donde la gestión es realmente muy complicada, como Jujuy, Chaco, que necesitan muchísimo los comedores, pero no hemos podido sostenerlos, porque la autogestión que hacíamos antes no nos alcanza”, sigue el relato.
También espaciaron los días de entrega de comida. “La que entregaba toda la semana entrega tres veces por semana o dos, y así hemos ido tratando de adaptarnos a la situación económica que es crucial, porque las medidas económicas de Milei solo enriquecen a unos pocos y nosotras estamos cada vez más empobrecidas”.
La referente nacional de Mumalá, Gabriela Sosa, señala que “los espacios de participación en los barrios claramente también han sufrido el ataque de este gobierno. Una de las cuestiones primeras que llevaron adelante Milei y Pettovello fue la búsqueda de desarticular la organización comunitaria. Es decir, debilitar las organizaciones. Se siente que hay una cantidad de compañeros, compañeras de distintas organizaciones que han dejado de participar y que están un tiempo sin participar pero que luego comienzan a ver que no se les mejora la vida y vuelven a tener algún tipo de participación en los espacios comunitarios”.
Con la urgencia por sostener la supervivencia, el vaciamiento de las políticas públicas ataca especialmente a mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries.
“El retiro estatal en el territorio es notable, como el cierre y vaciamiento de programas y áreas centrales como las delegaciones de el Ministerio de Desarrollo, Centros de Asistencia Judicial, la reducción de atención de la Línea 144, el Potenciar Trabajo, las obras de integración socio urbanas, bajas en los servicios de salud como la no entrega de medicamentos a lxs jubiladxs, servicios a las personas discapacitadas, o suministros de salud sexual integral. Y la lista es larga”, señala Poncino y recuerda que según Unicef, un millón de niños se van a dormir sin comer. “Esto quiere decir que más del 65% de las familias hicieron recortes en su alimentación. Miles y miles de familias se suman diariamente a los comedores y merenderos de las organizaciones que son hoy el principal sostén comunitario”, sigue la referente de Mujeres Evita.
Mientras tanto, la violencia machista florece. ¿Cómo acompañan desde las organizaciones, cuando herramientas estatales como el Acompañar fueron desmanteladas?.
La Poderosa sigue sosteniendo las Casas de las Mujeres que crearon en distintos barrios de todo el país. “Pero con muchísimas menos compañeras, porque han tenido que salir a trabajar en trabajos informales para generar ingresos. Esto se ve muchísimo, las asambleas también se ven resentidas porque no participan los vecinos porque están trabajando, están generando ingresos porque si no, no comen. Y esto realmente es muy, pero muy preocupante”.
Desde el Evita se esmeran para acompañar a quienes sufren una situación de violencia machista.”Trabajamos con mucha resistencia, con mucha insistencia y perseverancia. Con las redes construimos diariamente en nuestros territorios, con diferentes sectores. Redes que nos sostienen y nos contienen y que nos ayudan a enfrentar la deficiencia del Estado para responder sobre estas situaciones. Porque las organizaciones llegamos donde el estado no llega”, dice Poncino, pero también asegura que “en ese acompañar brotan un montón de sentimientos, sumamente encontrados. Angustia, enojos y por otro lado el convencimiento que no podemos dejar sola a ninguna compañera que pide ayuda. Buscamos las formas de poder ayudarla, exigiéndole a quienes hay que exigirle que cumplan, llamando a quien hay que llamar, movilizando, siempre construyendo acciones, herramientas que puedan dar una respuesta a la situación o visibilizarla. Sabemos que es difícil, que la justicia es una deuda pendiente de la democracia diríamos, pero no dejamos de intentarlo”.
Desde Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana) que tiene su propio Observatorio de Femicidios, también trazan un diagnóstico del abordaje de las violencias. “La violencia machista en la Argentina sigue generando víctimas, los femicidios y los trans travesticidios no se han detenido, lo que sí notamos es un incremento de los intentos de femicidio. En el último informe, solo mencionando los dos primeros meses del año, hemos relevado 182 intentos de femicidio, lo que hace un intento de asesinato de una mujer o de una travesti trans por razones de género cada ocho horas”, puntualiza Sosa.
También monitorean el crecimiento de las violencias machistas en el espacio público, “que va creciendo informe tras informe”. Otro dato preocupante es que caen las denuncias de las mujeres a sus agresores. “En los últimos dos meses del año bajó la cantidad de mujeres que habían hecho denuncias previas a sus agresores y estamos monitoreando esas variables porque justamente pueden comenzar a indicar una multiplicación de la violencia que creemos que va a suceder porque hay menos herramientas para la prevención, hay menos asistencia, menos posibilidades de autonomía, menos recursos del Estado, por lo tanto hay condiciones para que la violencia se multiplique”, sigue Sosa.
Asegura que “es muy difícil acompañar sin recursos, por eso se exige que sean los municipios y las provincias las que reemplacen los recursos que nos fueron quitados por Nación. Y por otro lado tratamos de mantener los espacios colectivos para poder charlar de estas cosas y hacer los caminos institucionales donde están algunos recursos con esas compañeras y esas vecinas, mujeres que pasan una situación de violencia, es decir, es muy importante la presencia de las organizaciones para contener estas situaciones y orientar a los ámbitos locales que puedan dar una respuesta”.
No es optimista, cree que “en el orden nacional va a crecer la violencia machista, no solamente por la falta de recursos, sino porque el discurso de la figura más jerarquizada a nivel estatal, es justamente un discurso que promueve la violencia de género”.
Mientras tanto, en febrero hubo un femicidio por día. La cifra no deja de escalar.
Giovana tenía 20 años, denunció a su expareja por violencia de género en enero, en la Comisaría de la Mujer de Malvinas Argentinas. El martes fue asesinada de un tiro en la boca en el hotel alojamiento Moeris de El Talar de Pacheco. Tiziano Fiz dijo que se le escapó el disparo frente a los fiscales Mariela Miozzo y Julio Petroccho.
¿Qué medió entre la denuncia de Giovana y su femicidio? La ausencia de políticas públicas que el Estado nacional directamente desmanteló, y muchos municipios sostienen a duras penas, o abandonan.
Los números son elocuentes. Según el Observatorio Adriana Marisel Zambrano, que dirige La Casa del Encuentro, entre el 1° de enero y el 28 de febrero hubo 55 femicidios y vinculados de mujeres y niñas y 1 femicidio vinculado de un varón adulto. Según esa estadística, el 68 por ciento de las víctimas fueron asesinadas en su hogar.
Desde el Observatorio registraron que “en CABA, en un día, suele haber cerca de 8 mil llamados al 911, el 30% corresponden a casos de violencia de género y durante el mes de enero la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema (OVD) atendió un 8% más de personas que en igual período del 2024. En 211 personas se constataron lesiones y en 26 casos hubo que realizar derivaciones de urgencia”.
MuMaLá registró un femicidio cada 29 horas. Según esta estadísticas, hubo 48 femicidios, de los cuales 40 fueron directos, 2 vinculados; cinco feminicidios relacionados al narcotráfico/crimen organizado, 1 suicidio feminicida y 182 intentos de femicidio.
Los que pescan en la escasez
El combo que se vive en los barrios, donde no abundan lxs trabajadorxs registrados, es desigualdad y violencia. “No tenemos una estabilidad laboral, sino que tenés que salir a buscar, cuidar enfermos, cuidar niñeces, o limpiar la casa de otras vecinas, o a veces también trabajar en negocios que son también informales, y la informalidad realmente hoy es muy pesada, no se consigue ni para la canasta básica de alimentos, están pagando entre 2.000 y 3.000 pesos la hora para cuidar a un enfermo, y eso te sale un litro de leche y medio kilo de pan, entonces es muy difícil generar ingresos para conseguir comprar comida”, sigue el relato de Albornoz.
A río revuelto, ganancia del sistema financiero trasnacional. “Podemos ver el aumento de la feminización de la pobreza. Hay un goce en la timba financiera sobre nuestras vidas, nos afecta particularmente a las mujeres y diversidades, quienes sostenemos la economía -cuenta Poncino-. Por la triple o cuádruple jornada de trabajo, por los tiempos en las tareas de cuidados, en las socio comunitarias, porque mientras Milei estafa, nosotras estamos viendo cómo pagamos el alquiler, los servicios, como tenemos un plato de comida en nuestras casas. Y al mismo, el endeudamiento permanente está a solo tres clicks. Porque hoy las mujeres y diversidades se endeudan o por las tarjetas de crédito o por las propias billeteras virtuales o con el prestamista del barrio. Hay una cadena de endeudamiento feminizado, y sin hablar que estamos a días de perder la moratoria previsional, de que nos podamos jubilar con algo de dignida”.
Precariedades superpuestas
El correlato de estos números es la calle, el estallido de situaciones en los barrios, las dificultades para sostener comedores, sobre todo, para sostener la vida cotidiana.
Así lo relata Albornoz. “Milei lo que hizo fue precarizar aún más la vida en los barrios populares. Si bien él dice que no hay inflación, los precios siguen creciendo, sigue subiendo la leche, el pan y eso pega muy, muy profundo en las familias de los barrios populares, que son las que salimos a buscar la moneda el día a día”, describe la realidad de las mujeres y disidencias.
Y tiene efectos concretos. “Esto también se ve con el crecimiento del narcotráfico. Ahora son familias las que venden, no solamente los pibes, que son los que se jugaban la vida en las esquinas, peleando entre bandas de narcomenudeo, ahora es la abuela, es la tía, es tu mamá la que vende en su casa con un kiosco, porque realmente el narcotráfico penetró de una manera mucho más dura de lo que estábamos viendo en el 2023, y eso es muy preocupante”, siguió.
“No sé cómo vamos a seguir en medio de tanta catástrofe”, se sincera Albornoz.
Desde la Poderosa observan que también “creció enormemente el consumo. Hoy tenés madres que andan tratando de conseguir un lugar para que su hijo pueda ser tratado, porque la salud mental se ha resentido muchísimo y los pibes y las pibas se tiran mucho al consumo de porquerías, porque lo que más funciona es el paco, que es muy adictivo, y no hay ninguna respuesta estatal, porque por lo general en las provincias no hay absolutamente nada para que puedan contener, ayudar y acompañar a estas adolescencias”, ejemplifica.
Las cooperativas de trabajo, ya sea en el rubro textil o gastronómico, también se ven resentidas. “Antes la clase media nos compraba y hoy también está ajustada y no puede consumir los productos que nosotras elaboramos, tanto en la textil como en las cooperativas gastronómicas. Realmente se siente la crisis, el dolor, la desidia, la tristeza en los barrios populares. Se ve clarísimo y se ve clarísimo también como en algunos lugares como en Tucumán, por ejemplo, la policía se ha tornado muy represiva”.
Falta la comida
“Estamos en una situación grave en términos alimentarios, muy grave”, dice Gabriela Sosa, y recuerda la deuda pendiente -aunque hoy resulte de improbable impulso- el proyecto de ley que se presentó para reconocer legalmente la tarea de las cuidadoras comunitarias, junto a La Poderosa.
Pero esa falta de reconocimiento económico y social se siente en la vida cotidiana. “Somos parte del reclamo del reconocimiento a estas mujeres que llevan adelante esa tarea fundamental, no solamente en lo objetivo, como es sortear el alimento cotidiano, sino en el fortalecimiento de los lazos sociales y solidarios, que con semejante panorama político es fundamental para la prevención de las violencias en nuestros barrios”, dice Sosa.