Tras los enfrentamientos entre mujeres indígenas y criollas en el marco de la toma de la Escuela N° 4555, Rosario Vera Peñaloza, de Alto La Sierra, pueblo del municipio Santa Victoria, en el extremo norte salteño, la reubicación ayer de la docente cuestionada permitió que hoy finalmente inicien las clases los niños y niñas de comunidades originarias.
Así lo indicó Justiniano Pérez, segundo cacique de la comunidad wichí Lantawos, y vocero de la población originaria de este lugar.
“El Ministerio de Educación reasignó en otra escuela a la docente”, informó Pérez a Salta/12. Esta era la petición original de las comunidades indígenas al enterarse de que la educadora que recién iniciaba su experiencia como maestra en la escuela era parte de una organización criolla en la que habría proferido discursos discriminatorios y de odio contra las comunidades. La decisión de Educación de mantener a la docente en la Escuela a pesar de estas quejas, provocó una manifestación en rechazo.
Ayer, con la intervención de la Policía de la provincia de una manera más presente, por petición del fiscal penal de Salvador Mazza, Armando Cazón, ingresaron a la Escuela docentes y alumnos de la población criolla. Pero las madres indígenas habían decidido no enviar a sus hijos.
Sin embargo, al mediodía, se informó a las comunidades la decisión de reasignar a la docente cuestionada.
“Fue con el fin de evitar la escalada de violencia y resguardar a la misma docente y a la comunidad educativa, además de una decisión de común acuerdo”, dijo a este diario la supervisora del Ministerio de Educación a cargo de la Escuela, Patricia Choque.
La supervisora afirmó que la misma docente reflexionó sobre la situación el miércoles, dado que cuando vió la violencia entre las mujeres y que algunas (que serían de la población criolla) blandían látigos y picanas eléctricas portátiles, quedó asustada. “A ella no le pasó nada y tuvo un pico de presión por la situación”, contó Choque. Entonces surgió la posibilidad de su reubicación para que no perdiera su trabajo, que le había sido otorgado por derecho.
“El Ministerio verá adonde la reubica”, afirmó la supervisoraa. Mientras, se verá por cuadro cuál es el educador que debe ingresar a suplir el cargo vacante.
Frente a este contexto que atraviesa a las infancias criollas y originarias, este diario le consultó si existirá un trabajo especial. Choque respondió que la violencia que se expresó en la localidad “no es una situación que se traslade dentro de la institución”. Sin embargo, dijo que se pidió reforzar la labor en lecto escritura, que “se va a trabajar desde la convivencia”, cuyo principio, sostuvo, es la base de trabajo del que parten todas las escuelas.
Sin diálogo gana la violencia
El cacique Pérez afirmó que el corte del diálogo en la población indígena y la criolla (minoritaria en este territorio originario) viene desde el año pasado, cuando hubo un enfrentamiento en la Comisaría de Alto La Sierra. En aquel momento se acusaba a un adolescente indígena por la sustracción de nafta de la casa de un criollo. El chico era adicto y el criollo había sido denunciado por vender combustible fraccionado, elemento que los adolescentes usan para inhalar.
Antes de ese suceso, las familias criollas habían decidido crear una comisión de la que formaba parte la docente ahora reasignada. Esa comisión, a su vez, se conformó tras el incendio de una casilla de Alto La Sierra en la que según denuncias de mujeres, se abusaba sexualmente de sus hijas menores de edad, al parecer, también en una situación de adicción y trata de personas.
Aunque Pérez reconoció que se establecieron algunos acuerdos con la comisión criolla, agregó que “a la semana se rompieron” porque no lograban erradicar el problema del consumo problemático de los más chicos, que inhalan nafta, o alcohol etílico o pasta base.
Desde aquel enfrentamiento en la comisaría, a fines del año pasado, el diálogo no volvió a reestablecerse.
Del otro lado, una fuente expresó malestar por la decisión de reubicar a la docente. “El gobierno hace todo lo que los indígenas quieren, se quejó. En su opinión, el conflicto continuará: “Mas tarde va a ser peor, como vienen las cosas”, dijo antes de reconocer que si bien de un lado hubo golpes, del otro lado la respuesta fue el látigo o la picana.
La consulta con integrantes de la población indígena y la criolla, exhibe que ambos sectores comparten la preocupación por la escalada de violencia que les impide retomar el diálogo.