Mientras que el sector ganadero expresa su preocupación por los pronósticos que indican una probable caída del stock vacuno hacia fin de año, especialistas y entidades de la actividad agroindustrial ven un alto riesgo en que esta situación se agrave con la apertura de mercados para la exportación de ganado en pie. Esta última novedad, anunciada con bombos y platillos por el ministro de la desregulación, Federico Sturzenegger hace apenas diez días, fue considerada como un duro golpe para un mercado de consumo de carnes rojas que está tocando sus niveles más bajos en casi un siglo, y un retroceso de casi 150 años en la evolución del sector, a cuando proveíamos de carne a los ingleses y sus colonias bajo la modalidad de venta de ganado en pie.

El 26 de febrero, el gobierno publicó el decreto 133/25, por el cual se eliminó la restricción de exportar ganado vacuno en pie con destino de faena para consumo. La medida, se señalaba, "busca promover una mayor inserción de la República Argentina en el comercio mundial", al dar de baja una normativa de 1973 que establecía la prohibición de exportar ganado en pie para asegurar el abastecimiento interno. 

"Derogar esta prohibición va a permitir una mayor competencia dentro de la cadena de ganados y carnes y, por lo tanto, mayor libertad de mercado", sostuvo Sturzenegger al anunciar la medida. Sin embargo, los datos que maneja el sector privado los desmienten. 

De hecho, la derogación de la prohibición de exportar ganado en pie ha generado un gran debate en la cadena de valor de la carne vacuna. Este cambio en la política comercial, se sostiene, podría tener implicaciones muy serias para el sector, enfrentado a desafíos tanto a nivel interno como externo.

Actualmente, Argentina atraviesa una escasez crítica de oferta de ganado para faena, indispensable para cubrir la demanda nacional y la creciente demanda internacional de carne vacuna. En los últimos años, se alcanzaron niveles récord de exportaciones, consolidando al país como un actor clave en el mercado global de la carne. Pero existe preocupación de especialistas y entidades del sector por la disminución sistemática del stock ganadero, resultado de las altas tasas de faena necesarias para cumplir con los compromisos de exportación y lograr nuevos récord.

Esta situación podría agravarse con la apertura de mercados para la exportación de ganado en pie, comprometiendo la capacidad de Argentina para abastecer la demanda de carne enfriada y congelada establecidas en acuerdos de cuotas país con aranceles preferenciales de ingreso que se han acordado hace años.

"La apertura de mercados de ganado en pie parece ser una política comercial equivocada en términos de inserción internacional", sostuvo esta última semana el Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA), que entre otros integran el ex ministro de Agricultura Julián Domínguez y el ex subsecretario de Mercados Agropecuarios Javier Preciado Patiño.  

"La medida parece más una sobreactuación del gobierno para echar luz sobre quienes redactan las derogaciones, que el resultado de un análisis profundo sobre la prospectiva del comercio internacional y una visión clara de las tendencias globales, que apuntan a una mayor protección de la industria", agrega el documento de IDAA.

Por otra parte, el análisis que publica IDAA desmiente las afirmaciones de Sturzenegger respecto a las bondades del mercado mundial para la oiferta de ganado en pie, “El ganado en pie es importante porque es un producto buscado por sociedades que tienen métodos particulares de faena. Turquía, por ejemplo, no faena animales castrados. Excluirnos gratuitamente de esos mercados es un sinsentido”, sostuvo el ministro desregulador.

En cambio,  IDAA advierte que "se trata de una modalidad de comercialización marginal en el negocio de exportaciones del sector ganadero vacuno, ya que Brasil exportó en los últimos 5 años entre el 1 al 2% de su ganado destinado a faena como animales en pie, especialmente a Turquía, y es el país número uno en este rubro y consolidado hace años en ese mercado".

"Es crucial recordar que más del 80% del volumen de carne producida en Argentina proviene de sistemas pastoriles, un rasgo distintivo apreciado globalmente por su sostenibilidad. La exportación de ganado en pie no solo amenaza la estabilidad del empleo en la industria frigorífica, sino que también desvaloriza el arduo trabajo de nuestros productores, quienes han mejorado la sanidad, la genética y la gestión de procesos de cría de sus rodeos tendientes a satisfacer los mercados más exigentes".

"La industria cárnica argentina, con sus 400 plantas frigoríficas, emplea a más de 60 mil trabajadores calificados, quienes podrían verse afectados por la apertura de mercados de ganado en pie. Si esta práctica comercial comienza a desarrollarse para competir en este nicho de mercado, tal como se posicionaron Brasil y Uruguay en la región, podría causar desajustes temporales de oferta y demanda en el mercado que, aunque muy puntuales, generarían complicaciones en el flujo normal de abastecimiento y cumplimientos de obligaciones de cuotas país en una industria tecnológica y estratégicamente desarrollada y reconocida por su calidad y sostenibilidad", sostiene finalmente el documento.

Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario bonaerense, también cuestionó la medida recordando que “en momentos en que cae el consumo de carne vacuna a niveles mínimos históricos, donde la faena del año pasado también disminuyó y cayó (incluso en enero de este año), entendemos que es una medida absolutamente equivocada y que va en el sentido de la reprimarización”.

"La decisión de eliminar la prohibición de exportar ganado vacuno privilegia y busca desesperadamente que ingresen divisas, sin pensar en las consecuencias sobre el consumo interno y el desarrollo de la industria cárnica. El decreto 322 del 25 de junio de 1973 –hace medio siglo– se proponía garantizar el abastecimiento en el país. El Presidente lo derogó", agregó el intregrante del gabinete de Axel Kicillof.

“Tiene un peso simbólico muy fuerte, demuestra desinterés por la posibilidad de faenar el ganado en la Argentina, y tiene un peso y consecuencias grandes en la provincia de Buenos Aires, que acapara más de la mitad de la faena bovina nacional”, precisó Rodríguez.