"¿Por qué te asustás de las que luchan y no de las que mueren?", dice el cartel que un grupo tempranero pega en una pared a metros del Cine Gaumont. Todavía no es la hora oficial de la convocatoria, pero la Plaza del Congreso ya está dispuesta para la marcha del 8 de marzo: un paro antifasicsta, antirracista y antipatriarcal que viene con el envión de la multitudinaria marcha del 1F, y que trajo una novedad a más de un año de gobierno libertario: llenar la calle se hizo costumbre de nuevo. El sábado, una multitud volvió a marchar a la Plaza de Mayo, haciendo cada vez más robusto el límite al gobierno de Javier Milei en una marcha opositora y de composición transversal.
La convocatoria de este 8M toma distancia de las ocurridas en los últimos cuatro años: de la pandemia para acá, ninguna había sido tan masiva, no hubo documento ni escenario conjunto, lo que en definitiva dio cuenta de un intento por arriesgar a la organización mas horizontal y alejada de los personalismos: organizaciones feministas, organizaciones sociales, asambleas barriales, partidos políticos, sindicatos, trabajadorxs de los sitios de memoria, del Hospital Bonaparte y del Posadas, jubiladxs y estudiantes ocuparon la calle con la decisión de señalar al gobierno de Milei. No hubo ningún atisbo del protocolo represivo de Bullrich y después de una enorme tormenta, volvió a sentirse la frescura de que la lucha callejera tiene mucho para dar.
“Que los cuerpos hablen en la calle, que nuestras consignas estén en todas las columnas y que la transversalidad de nuestras luchas haga temblar al gobierno”, se decía en las reuniones previas de organización de la asamblea antifacista antirracista en Parque Lezana. Estas personas encabezaron la marcha que partió cerca de las 16 de Av de Mayo y Lima y que tuvo una extensísima columna detrás hasta llegar a la Plaza.
Milei al wok(e)
El comienzo del día trajo dos sucesos definitorios para el 8M: el aire fresco de una tormenta de madrugada y un video difundido desde el poder ejecutivo a propósito del día de la mujer trabajadora. El gobierno decidió celebrar el 8 de marzo reafirmando “nuestro combate frontal a la ideología woke que busca lucrar dividiendo a nuestra sociedad”. La respuesta no solo fue la enorme convocatoria a la marcha, sino que estuvo presente en muchísimas consignas. Como por ejemplo “Milei al wok (e)” acompañada de un dibujo del presidente cocinándose a fuego lento dentro del utensilio de cocina que utiliza para nombrar todas las luchas que pretende exterminar: mujeres, ambiente y diversidad sexual.
Clarisa Gambera, secretaria de género de la CTA, destacó que en el video aparecen imágenes de compañeras de sindicatos y sobre todo se representa la protesta social como algo que no debería existir. El video además tiene datos falsos en relación a los femicidios, asegurándo que según el Ministerio Público Fiscal disminuyeron un 20% en 2024”. Desde el Observatorio “Ahora Que Sí Nos Ven” dan cifras que nada se condicen con lo que expresa el gobierno: en 2024 hubo 227 femicidios y en enero de 2025 hubo un femicidio cada 25 horas”. Si el gobierno desconoce los crímenes por razones de género, resulta impracticable poder dar a la sociedad una estadística que contemple la figura de femicidio.
“Es una provocación más de un gobierno que no ha hecho más que desconocer el abordaje de las violencias de género”, dice la legisladora porteña Maru Bielli. “Pero lo interesante es poder cruzar este mensaje con el anuncio del nuevo acuerdo con el Fondo. Y lo digo porque el ataque al feminismo tiene que ver con el modelo de distribución que propone el presidente que es toda la riqueza concentrada en unos pocos”. La referente de Unión por la Ciudad lo define en términos de “financiarización de nuestra sociedad” y eso es lo que según su mirada “también tiene definiciones en clave de desigualdad de género, desde la brecha de ingresos hasta la deuda como mecanismo de fuga con sectores que se benefician cada vez que Luis Caputo llega al gobierno”.
Los sindicatos y sus respectivas áreas de género fueron columna vertebral de la marcha: la cuestión del trabajo es uno de los pilares de la discusión, no solo por la inminente llegada del fin de la moratoria previsional, sino también por los despidos masivos en el Estado. El gobierno restringe el bienestar y la aprobación de la sociedad a los números de la macro economía. La contranarrativa a esto estuvo en la marcha con la consigna “Milei estafador”, en referencia al escándalo de las criptomonedas y también a la insistencia en difundir números por fuera de cualquier registro, como lo hizo en la apertura de sesiones legislativas, donde aseguró: “¡llevamos cumplido el 97 por ciento de las promesas de campaña en solo un año!
Jubiladxs en marcha
“No callarán la memoria: 9 de cada 10 mujeres no se jubilarán sin moratoria”, decía un pasacalle de la Garganta Poderosa. El próximo 23 de marzo se vence la moratoria y el gobierno aseguró que no la va a prorrogar: “Con respecto al fin de la moratoria previsional, hay que ser muy claras en que esto constituye una reforma previsional para las mujeres que van a tener que esperar a los 65 años, ya no para un reconocimiento a los trabajos de cuidados o a los trabajos informales que tuvieron a lo largo de su vida, sino una pensión universal que es una asignación social que se les da a todos los adultos mayores de 65 años”, explica Candelaria Botto, de Economía Feminita, quien reconoce que la moratoria no es la salida: “Durante mucho tiempo sirvió porque fue una medida pragmática que hizo que un montón de mujeres y personas pudieran entrar al sistema, pero es necesario un doble movimiento, que las personas no pierdan la posibilidad de jubilarse y que el sistema jubilatorio garantice esos derechos de manera más fija para que no puedan ser quitados de una manera tan sencilla.
En varias columnas de jubiladas se oyó el llamado al próximo miércoles en el Congreso, una convocatoria que se viene haciendo semana a semana y que la mayoría de las veces los y las jubiladas terminan reprimidos por la policía: otro matiz del 8M fue que al llegar la cabecera a metros de la casa Rosada se convocó enfáticamente a acompañar a los y las jubiladas el miércoles siguiente.
Antifascista
Desde el 1° de febrero se viene componiendo una forma de organización que surgió espontaneamente después de los dichos de Milei en Davos. Fue una acción política que dejó tela para cortar y surgió del movimiento LGTBIQ+. "¿Qué se hacer con aquellos y aquellas jóvenes trans que estaban comenzando los tratamientos, qué se hace con quienes estaban por comenzar, o con quienes estaban comenzando?”, se pregunta la diputada Victoria Montenegro, haciendo referencia a la decisión del gobierno de cortar con los tratamiento de hormonización vigente en la Ley de Identidad de Género.
Para la legisladora, esa decisión del gobierno es una respuesta a la movilización del 1F. “Parece que que hay un gobierno que puede con todo, que lo ataca todo y de repente, te das cuenta que hay cientos de miles que siguen defendiendo las mismas luchas. Eso pasó este 8M. Es ahí cuando uno deja de sentirse solo, porque cuando la violencia viene del Estado es muy difícil de sobrellevar y estas marchas son la oportunidad de hacerlo para muchos”, dice en diálogo con Página/12.
El 8 de marzo parece haber recogido una vitalidad distinta, fue una convocatoria amplia que desbordó hacia luchas que no se leen sectoriales, sino transversales. Fue esa también la propuesta de los feminismos populares no institucionalizados en pleno auge de 2015, la capilaridad de un movimiento que derrama lucha y también alegría.