Allá por 1977, Luis Alberto Satragni, a quien ya se le notaba un bajo iluminado por la versatilidad y el buen gusto, se puso a convocar músicos para dar con un destino deseado: armar una banda que sintetizara en sí misma una sinergia musical que esos tiempos de fusión demandaban: candombe y rock, esencialmente, pero matizado con tintes de jazz, y una incontenible aura de embrionario funk. Uno fue Jimmy Santos, el negro de los tambores que se había mudado a Buenos Aires justamente con la idea de propalar candombeadas. Otro, el guitarrista Alberto Bengolea. El tercero, Raúl Campana Cuadro, baterista de promisorio futuro. Y el restante, un tecladista de 17 años cuyo nombre nadie registraba aún: Andrés Calamaro.
El primer paso de la banda argentouruguaya –Raíces su nombre- fue atravesar la escena under porteña, para luego crear a favor de un disco que daría que hablar, escuchar y disfrutar, dada su riqueza sonora innovadora. Se llamó tal B.O.V Dombe, cuya traducción al castellano explicaba bien la cosa: adelantado a su tiempo. Siete canciones integraban el opus primero de Raíces, publicado por Auris: cuatro en el lado A, tres en el B.
El álbum abría con “Esto es candombe”, una perla negra que mejoraría notablemente en la nueva versión que el quinteto grabaría para el segundo disco. Seguía por la fina pieza homónima, y la amenaza funk que empezaba por su desopilante nombre (“Hay un funk en la oreja del Obelisco”); y se extendía pleno por la ruta afrorioplatense a caballo de una atildada oda al tambor llamada “Ton Coton”; de “Belmiro”, sin dudas el tema que mejor reflejaba las oscuras y alquímicas intenciones del líder; “Cangas de Narcea” –el único tema que no era de Satragni, sino del cofundador Roberto Valencia, que se había ido antes del disco-, y la extendida “Destilando aceite”, cuya ejecución en vivo hizo las delicias del público, durante la presentación del disco en el Teatro Cómico, que le puso calentura al frío de la era, a fines de 1978.
La rémora no está atada a simple una efeméride, sino a una noticia auspiciosa. Sometimes Music -nuevo sello discográfico independiente con sede en Madrid- acaba de reeditar B.O.V Dombe, para beneplácito de los amantes de la música de fusión rioplatense. Bajo el objeto de volver sobre álbumes icónicos de la escena latinoamericana de los años 70 y 80, el sello optó por debutar justamente con el debut de Raíces. Bajo el buen cuidado que merece, el regalito respeta el austero diseño original de la tapa, pero mejora el sonido a través de la labor del ingeniero de los Carvery Studios de Londres, Frank Merritt, quien se ocupó del mastering para vinilo y del corte del lacquer.
La reedición viene acompañada de un precioso folleto que incluye fotos y notas escritas por el periodista Alfredo Rosso y por el mismo Calamaro, que dejaría su lugar a Leo Sujatovich tras la presentación del primer disco, al igual que el baterista Campana Cuadro, cuyo lugar fue ocupado por el futuro Mississippi Juan Carlos Tordó. Con la nueva formación –por seguir la historia- fue que Raíces no solo teloneó a Serú Girán durante su debut en el Estadio Obras, sino que también publicó su segundo y último disco, el que incluía “Los habitantes de la rutina” y una versión mejorada de “Esto es candombe”.
A partir de ese otro gran trabajo de Raíces fue que otro Luis Alberto –Spinetta, en este caso- vio suficiente luz en el bajo de Satragni, y lo terminó convocando para ser parte del disco debut de Jade: Alma de Diamante. A partir de allí, Raíces comenzó a transformarse en una “banda de amigos”, según aseguró el mismo Satragni a PáginaI12, en enero de 2009, un año y medio antes de su fallecimiento, ocurrido en el alba primaveral de 2010. “Todos empezamos a tener trabajos por otros lados. En mi caso, con Spinetta, Rada, Lebón... y entonces, bueno, Raíces empezó a ir y venir”, manifestó el bajista, ante el retorno del grupo que derivó en la grabación de un disco homenaje a los 30 años de B.O.V Dombe, poblado de temas históricos y producido por Litto Nebbia.
“Creo que fuimos los primeros en hacer rock con raíz de candombe en Buenos Aires, lo que no es tan enorme mérito. Pero sí hemos hecho mucha docencia de candombe. En el ’76, recuerdo, sentí la necesidad de formar una banda del género y en los primeros recitales me atreví a titular un recital de la banda como candombe-rock, durante un toque que hicimos junto a Los Desconocidos de Siempre. A cierta gente le causaba gracia, pero todo cambió. Me comentan mis alumnos que ciertas bandas como Los Piojos, Los Cadillacs o la Bersuit reconocen haber aprendido algo de Raíces”, dijo el “Beto” mágico aquella vez, asegurándose el buen legado de su banda.