Ante todo y como usted observará, no lo llamo Javier, ni Javo, porque no soy su amigo. Soy sí, y en cambio, un ciudadano raso al que usted tampoco llamará por su nombre propio. Igualación inicial que me permito para pedirle –con el debido respeto a la investidura que hoy usted ostenta– que por favor renuncie a ese cargo que le fue democráticamente encomendado por una mayoría de votantes hace ya 16