El golpe que venía de recibir River en Paraguay, al perder la final de la Supercopa Internacional ante Talleres, significó una frustración grande en la gente, que se lo hizo saber a los propios protagonistas en el estadio Monumental.

En el encuentro ante Atlético Tucumán sucedió algo que no ocurría hace mucho tiempo, que los futbolistas de la institución recibieran silbidos cuando su nombre se escuchara por los altoparlantes. Los que provocaron rechazo fueron Acuña, Kranevitter, Meza, Colidio, Borja, entre los titulares; y Gattoni, González Pirez, Simón y Lanzini, entre los suplentes.

La paciencia por el rendimiento y por algunos resultados adversos se empezó a perder entre la gente, que le exige una mejor producción general, teniendo en cuenta los futbolistas de jerarquía que integran el plantel. 

El clima durante el juego fue más complejo para los futbolistas, debido a que ante cualquier error en la entrega de la pelota, o en una mala definición, provocaba cuestionamientos de inmediato desde todos los sectores. La opción que tuvieron los jugadores fue desprenderse rápido de la pelota, para que los murmullos se disipen con mayor velocidad. Lo que generó ello fue que Colidio y Borja remataran al arco cada vez que la recibían. El que más cerca estuvo de convertir fue Aliendro, que apareció por la derecha y remató cruzado. La pelota rozó el palo de Durso.

River jugó un buen primer tiempo, dominando y construyendo muchas situaciones para convertir. El arquero de Atlético, por ese motivo, se fue convirtiendo en la figura del encuentro. Borja, Colidio y Mastantuono fueron los que más opciones tuvieron, pero fallaron en el último remate.

Los tucumanos exhibieron muchas limitaciones, esperando en su terreno y tratando de aprovechar un error del equipo local. Sin embargo, se las ingeniaron para llegar una vez al arco de Armani con riesgo serio, pero el arquero respondió bien cuando fue exigido por Leandro Díaz.

La tesitura del partido no se modificó en la segunda parte. River salió con la misma decisión a tratar de llevarse por delante a su rival, y lo arrinconó en los primeros instantes contra su arco. La falta de precisión y Durso sostenían la igualdad. 

Las ocasiones que se contabilizaban a favor del local fueron 12, y lo que faltaba era introducir la pelota adentro del arco. El arquero cumplía con su trabajo, pero los errores en la definición de los jugadores de River también eran responsables.

Atlético Tucumán estaba decidido a sostener el cero en su arco, y sólo apostaba a una acción de contrataque. La vía que eligió le permitió estar cerca de Armani en dos oportunidades en esa etapa. 

El desahogo llegó a 12 minutos del final, cuando Colidio encaró de derecha hacia la izquierda y remató de zurda al primer palo, para finalmente vencer la resistencia de Durso. River, más allá de las imprecisiones, fue muy superior a los tucumanos pero no lo pudo demostrar en el resultado. 

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