Una respuesta de represión violenta y desproporcionada vuelve a poner en el centro de la atención a la fuerza policial cuando se encuentra desplegada en un estadio de fútbol. El domingo por la noche los uniformados de la policía provincial no dudaron en repremitir con balas de goma a socios rojinegros que quisieron dejar las instalaciones del Coloso del Parque, en respuesta a una provocación que se realizó fuera del estadio y a metros de la propia fuerza. La inadmisible acción generó la indignación de todo el público y de los propios directivos, frustrados de tantas reuniones con funcionarios sin poder resolver la problemática. "No vamos a tolerar ni avalar ningún hecho de violencia por parte de la fuerza”, aseguró la dirigencia rojinegra en un comunicado.

La policía pega, dispara y maltrada al simpatizante de fútbol en la ciudad porque se siente impune, sin dudas. Los hechos se suceden, las denuncias se acumulan y las autoridades provinciales con su omisión no hacen más que aprobar el accionar de los uniformados, en clara señal de que la policía no tiene jefe. Fue así como en el clásico se vio a un policía apoyando una escopeta a un hincha de Newell’s en la cabeza y el pasado domingo por la noche reacionó con inexplicable violencia al intento de un grupo de socios de dejar el estadio en momentos que se jugada el partido del primer equipo con Belgrano.

A los 20 minutos del partido hinchas de Central lanzaron fuegos artificiales a solo 200 metros del estadio para burlarse de los 20 clásicos de ventaja que le sacaron los canayas a los leprosos en el historial entre ambos. Los hinchas de Central actuaron a metros de la policía y no fueron detenidos, lo que se presume que lo hicieron con complicidad de la fuerza. 

En ese momento un grupo de socios rojinegros que estaban presenciando el partido en la tribuna del Palomar quisieron dejar el estadio para ir a la búsqueda de quienes hicieron la cargada. Fue en ese entonces que los uniformados sin mediar ningún intento de persuasión comenzaron a usar sus armas con balas de goma para gatillar y evitar la salida de los hinchas del estadio. “Era un grupo pequeño, se los podía contar. Después con la agresión se fue acercando más gente por la indignación que causó la actitud de la policía”, confió un testigo que cumplía funciones laborales en el club.

La dirigencia rojinegra denunció la actuación policial con un duro comunicado a las autoridades: "Newell’s repudia enfáticamente el accionar de la policía durante el partido disputado anoche (por el domingo), que puso en riesgo la seguridad de nuestros socios, socias e hinchas dentro del estadio. Los incidentes ocurridos fueron claramente exacerbados por una actuación policial que consideramos desproporcionada, y no vamos a tolerar ni avalar ningún hecho de violencia por parte de ninguna fuerza o autoridad, ya sea la policía provincial, la Municipalidad o la Gobernación, puesto que nuestra responsabilidad y compromiso es ante todo preservar la integridad de la familia rojinegra", expresó la directiva que preside Ignacio Astore. 

“Ante lo sucedido, la institución llevará adelante el reclamo correspondiente con el fin de obtener respuestas sobre las continuas represalias violentas que vienen sufriendo en cada partido de local nuestros socios, socias e hinchas por parte de las fuerzas de seguridad provincial”, concluyó el comunicado.

Pero en verdad nadie espera cambios en el proceder de la policía. En los estadios de la ciudad la violencia cambió de manos y se llegó a la situación de que hoy para el simpatizante es más peligrosa la policía que la propia barrabrava del club. 

La Justicia, entre tanto, por medio de la fiscalía abrió investigación para intentar identificar a los responsables de lanzar los fuegos artificales.