El enorme número de suministros militares que arribó en los tres años que se ha extendido la guerra contra Rusia, convirtió a Ucrania en uno de los principales polos de demanda y de distribución de armamentos a nivel mundial, gracias a un mercado negro en continua expansión, y por el que han sido responsabilizados desde líderes militares a figuras cercanas al presidente Volodímir Zelenski.

Antes de la guerra, en Ucrania había aproximadamente cuatro millones de armas de fuego, la mayoría de ellas sin registrar, mientras que una cantidad incalculable circulaba de manera clandestina gracias a diversas redes dedicadas al tráfico de recursos militares.

Con el comienzo de las hostilidades, en febrero de 2022, se liberalizaron las leyes de posesión de armamentos y el gobierno se comprometió a entregar un arma a cualquiera que quisiera defender el país. Sólo en la zona de Kiev, se distribuyeron 18 mil fusiles, y se alentó la formación de milicias conformadas por civiles, que también reclamaban todo tipo de implementos militares.

La creciente cantidad de armas procedente de Estados Unidos no sólo reforzó a los ejércitos ucranianos, sino que, además, y gracias a diversas fallas en los controles de seguridad, terminó por consolidar el negocio de la reventa clandestina. En consecuencia, hoy no existen registros claros sobre el número de armas utilizadas en el conflicto y, mucho menos, un conteo fiable sobre las que todavía permanecen en territorio ucraniano.

La controversia está instalada, incluso, en cuanto a los recursos financieros destinados a la guerra contra Rusia. Hasta el anterior gobierno de Joe Biden, la información oficial era que Estados Unidos había autorizado cerca de 175 mil millones de dólares en ayuda a Ucrania, de los cuales una parte importante estuvo destinada a la asistencia militar.

En la actualidad las cifras de este refuerzo son puestas en cuestión, asumiendo que el volumen de la ayuda fue mucho más alto del que se planteó públicamente. De ahí que, en enero de 2025, el presidente Donald Trump afirmó que Washington había gastado “200 mil millones de dólares más que la UE” en apoyo a Kiev.

Sin embargo, el presidente ucraniano refutó esta aseveración y dio su propia versión, en la que Ucrania había recibido poco más de 75 mil millones de dólares en asistencia total por parte de Estados Unidos, planteando así una clara discrepancia en cuanto a los valores transferidos.

Las diferencias entre las enormes sumas involucradas y en el destino final de las armas proporcionadas, hoy están generando una preocupación cada vez mayor en la escena internacional frente a la eficacia con la que Washington ha supervisado su programa de ayuda militar a Kiev. De igual modo, distintos gobiernos europeos y organismos internacionales han advertido que la falta de transparencia en Ucrania ha favorecido la proliferación de nichos de corrupción en el cuerpo militar y en el aparato de defensa de esa nación, aumentando así el descrédito hacia Zelenski.

Lo cierto es que el mercado negro ha generado una inseguridad mayor en toda Europa ya que buena parte del armamento transferido termina en poder de diversas organizaciones criminales.

En este sentido, ya desde abril de 2022, a apenas dos meses de iniciada la ofensiva contra Rusia, la Europol alertó sobre el creciente tráfico de armas desde Ucrania. A partir de octubre de 2022, existieron denuncias de los gobiernos de Finlandia, Suecia, Dinamarca y Países Bajos sobre diversas redes clandestinas que nutrían a bandas delictivas con actuación en esos países.

Más allá de Europa, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reveló en junio de 2023 el decomiso en la frontera de Israel de armas antitanque suministradas por Occidente, originalmente destinadas a Ucrania. Por la misma época, denuncias similares fueron efectuadas por varios gobiernos africanos de la cuenca del Lago Chad, lo que alimentaba la formación o el fortalecimiento de guerrillas y de bandas criminales dedicadas, entre otras, a la trata de personas.

Ya desde mediados de 2024 la policía encontró armas de procedencia ucraniana en posesión de organizaciones delictivas del sur de España, de los Balcanes, de Europa del Este y de la de origen marroquí “Mocro Maffia”, con amplia presencia en todo el continente europeo.

Recientemente, fue el periodista Tucker Carlson, una de las voces más escuchadas por Trump, quien alertó que recursos militares de procedencia ucraniana también estaban bajo control de los cárteles de la droga de México. En caso de que esta denuncia sea válida, se originaría un profundo problema para la seguridad nacional de Estados Unidos y, al mismo tiempo, resultaría un incentivo más que pertinente para promover al ataque contra organizaciones criminales en suelo mexicano.

Las iniciales conversaciones de paz sobre la guerra contra Rusia tienen un límite preciso en torno a un mercado que, aunque clandestino, ha demostrado ser duradero y, sobre todo, muy redituable. Resulta claro por qué varios actores, directamente implicados, pretenden persistir en un conflicto que, indiscutiblemente, continúa alimentando las redes internacionales del tráfico de armas.