Un año antes de la pandemia, el actor Gustavo Garzón estrenó el documental Down para arriba, que muestra la vida de la escuela de teatro de Juan Laso, en el barrio de Palermo, donde el grupo “Sin drama de Down” funciona desde el año 2008 y está integrado en su totalidad por personas con síndrome de Down de edades que oscilan entre los veinticinco y cincuenta años. Cuando Garzón viajó a San Juan a presentar el film, todo el mundo le hablaba de "Danielito" López. Pero, ¿quién era ese personaje tan famoso en la tierra del vino? Danielito nació el 16 de febrero de 1969 y tiene 56 años. Fue uno de los primeros jóvenes con síndrome de Down de la provincia en lograr terminar el secundario. Mientras estudiaba, comenzó a trabajar en la verdulería de su familia y en la época de Alfonsín tuvo que salir a las calles a vender estampitas para ayudar a la economía familiar. Después, fue a la Universidad Nacional de San Juan, y cursa Ciencias Políticas. Hace casi tres décadas que vive en Chimbas. A partir de ahí comenzó a vender sus tradicionales pochoclos. En 2005, pudo convertirse en micro emprendedor con la fábrica de pochoclos Danielito. En 2018 fue nombrado Planta Permanente del municipio de Chimbas y actualmente se desempeña como administrativo en el Área de Discapacidad del municipio.

"Danielito" se estrena este jueves a las 18.30 en el cine Gaumont
 

Garzón conoció a Danielito en el cine donde iba a presentar Down para arriba. Allí fue el propio oriundo de San Juan quien le pidió si hacía una película sobre él. Garzón dudó, pero después aceptó. El resultado es Danielito, un film fuertemente promotor de la inclusión, que se estrena este jueves a las 18.30 en el cine Gaumont. "Todo el mundo me decía: 'Tenés que conocer a Danielito, tenés que conocer a Danielito'. ¡Pero todos, hasta las piedras lo conocían!", recuerda graciosamente ahora Garzón. "El habló con esa elocuencia. Y yo dije: 'Pero qué maravilla una persona con síndrome de Down que hable así'. Y él ahí me pidió hacer una película de su vida", agrega. "Me quedé pensando en esto de que yo no lo veía con el síndrome de Down. Conozco muchas personas con síndrome de Down y bueno, es confuso, está en límite", explica Garzón.

-¿Y vos no estabas seguro de que Danielito tuviera el síndrome de Down por todos los casos que conociste a partir de tus hijos?

-Primero por los rasgos. Y después por la elocuencia, por la facilidad de palabra, por cómo elabora pensamientos, por las cosas a las que se dedica: está en tercer año de la universidad, tiene un puesto político, tiene una Fundación. Logros que con síndrome de Down puede haber uno en 100 mil que llegue a lo que llega él. No es la media. Eso no le quita mérito, eh. Viene a Buenos Aires siempre a reuniones y lleva adelante una gestión política, que la hace muy bien porque sabe pedir de manera inteligente. El hace un esfuerzo notable y un gran sacrificio y es como un ejemplo, ¿no? Un luchador que tenía discapacidad.

-Generalmente, cuando alguien se destaca en la sociedad de una manera noble, se suele decir que es un modelo a seguir. ¿Crees que ese es el caso de Danielito?

-Es que no todos pueden ser como Danielito. Danielito es porque puede ser eso, pero no es que todas las personas con discapacidad pueden llevar adelante esa tarea. Hay personas que tienen muchas más limitaciones que él. Qué se yo si es un ejemplo. No sé, él es un batallador y está muy bien lo que hace, pero yo creo que lo que tiene de ejemplo a seguir tal vez para todo el mundo es que uno es responsable de lo que puede hacer con su vida y no hace. No es responsable de lo que no puede hacer con su vida vida y con sus posibilidades. El se hace responsable de lo que puede y lo lleva al extremo y, en ese sentido, sí es un ejemplo. Todos deberíamos potenciar todo lo que podemos y somos capaces de hacer, y tratar de hacerlo. No de lo que no somos capaces de hacer. En ese sentido, sí, es un ejemplo, pero no como persona con discapacidad, como persona, olvidándonos de su discapacidad. Para cualquiera eso sirve.

-¿Qué es lo que aprendiste haciendo este documental que te sirvió para la relación con tus hijos?

-El tema de las diferencias genéticas, pero ya lo sabía un poco. No sé si aprendí. Investigué algo. El puede ser una persona Down mosaico, tener mosaicismo. Pero , por ejemplo, yo tengo dos hijos con síndrome de Down que tienen la misma madre, el mismo padre, fueron a las mismas escuelas. Uno lee y escribe y el otro no. Entonces, todos tenemos una carga genética distinta, y ya tanto en la discapacidad como entre los convencionales no todo está en la voluntad, como nos quieren a hacer creer. Hay cosas, como te decía, que la gente puede y otras que no puede porque genéticamente ya venimos un poco programados. No todos nacemos con las mismas posibilidades, no todos nacemos ni crecemos en el mismo ámbito social, no todos tenemos la posibilidad de estudiar, no todos tenemos la posibilidad de aprender de la misma manera. Entonces, la sociedad debe dar respuesta a todos los casos: al que puede y al que no puede y encontrarle un lugar al que puede y también encontrarle un lugar al que no puede, que a veces eso es lo que falta. O estos casos intermedios: lo convencional le queda grande, pero lo de discapacidad le queda chico. Entonces, está en una zona por la que le costaba tanto encontrar colegio. Ahí es donde falla un poco el sistema que no ofrece muchas alternativas para aquellos que están en esa situación medio límite, como casos de Asperger, que no encuentran su lugar. Hay características mentales que la sociedad no les crea el ámbito donde poder desarrollarse, donde poder aprender, donde poder sociabilizar y son los casos más complicados. Yo tuve un diagnóstico de entrada porque me dijeron: "Tus hijos tienen síndrome Down", a la media hora que nacieron. Bueno, yo fui por un camino y ese camino me hizo las cosas más fáciles, porque yo sabía por dónde caminar. El tema es el que no sabe por dónde caminar. Como, por ejemplo, Danielito, que no tuvo un diagnóstico, que no lo aceptaban en la escuela común, pero tampoco lo aceptaban en la escuela de discapacidad porque no tenía el certificado. Bueno, la mente humana es un misterio. Y la sociedad debiera hacerse cargo de ese misterio también y de todo tipo de casos de problemas mentales. La sociedad y la política.

-¿La definirías como una película que también sirve para luchar contra el rechazo al diferente?

-Yo no siento tanto rechazo al diferente, ¿sabes? Hay toda una cuestión ahí también. Mis hijos no han sido rechazados. Lo que puedo decir es que no todos les dan bola. Eso no quiere que sean rechazados, pero no todos les dan bola. Sí, sirve para eso porque sirve para que se sepa un poco más de la discapacidad y se le pierda el miedo a la discapacidad. A veces, la gente no se acerca a ellos porque cree que son violentos, que lo van a escupir, creen que no entienden nada, no saben cómo hablarles. Yo te lo digo porque tengo casos en mi círculo íntimo, que no se comunican con ellos porque no saben y y no se toman el trabajo de averiguarlo, porque hay gente que sí lo hace, que busca el camino y lo logra porque ellos son comunicativos y muy agradecidos. Pero tal vez esta película y la anterior que hice sirvan para que la gente le pierda el miedo a la discapacidad, se anime a acercarse, porque ellos necesitan de la gente. Ellos son muy agradecidos, muy afectuosos y necesitan de la gente.

-¿Qué te sucede cuando ves lo que el gobierno hace en la Agencia Nacional de Discapacidad y emite documentos públicos con términos discriminatorios como "idiota", "retardado" e "imbécil"?

-A mí no me importa tanto cómo se llama a las cosas. Lo que importa es qué se hace con las cosas. A mí si les quieren decir "idiota", "retardado", "imbécil" y son felices, no me llama la atención porque viene de quien lo dice; o sea, lo está diciendo un retardado e imbécil. Entonces, no me llama la atención que sea espejo, que él vea en los otros lo que es él. Pero eso es muy psicológico. Lo más importante no es eso, no es rasgarse las vestiduras por cómo se nombra a las cosas, porque ahora está muy así políticamente correcto "que no", que "si llamas a las cosas de cierta manera, sos buena persona, si las llamas de otra, sos mala". No. El tema es lo que se hace por la gente. El problema acá es el desfinanciamiento del área de discapacidad. Ese es el problema. El problema es que los profesionales que nuestros hijos necesitan para su evolución, para su contención, para su aprendizaje, para su compañía y para su crecimiento tienen congelados los ingresos desde hace un año. Entonces, está a punto de quebrar todo el sistema. Eso es lo grave. Que los llame como quiera distrae la atención. Pero nuestros hijos se van a quedar sin contención, sin centro de día, sin psicólogos, sin transportistas y nosotros, como padres, no podemos solos con ellos, necesitamos la ayuda del Estado, del Estado que este hombre denigra y que ataca y que achica indiscriminadamente. Eso es lo importante: que no nos desvíen la atención. Además, eso fue un comunicado, después se desdijeron, son pavadas, ¿viste? Como la gente que dice: "Ay, no le digas puto al puto, decile gay". Bueno, está bien. El tema es si yo lo respeto al homosexual o no, si yo lo acepto profundamente, lo respeto y lo quiero, más allá de cómo lo llamo. Como padre de discapacitados, digo, a veces: "Mis hijos discapacitados". Y me dicen: "No, no les digas discapacitados". ¿Ahora me van a decir cómo los tengo que llamar a mis hijos? "No, son personas con capacidades especiales". Bueno, ¿qué importancia tiene? Dale vos el amor que le doy yo, a ver si después te importa el nombre de las cosas o no. Me parece que, a veces, tenemos una lectura medio equivocada, medio tonta también con respecto a la denominación de las cosas, y no se le da importancia a cosas mucho más trascendentes. ¿Por qué no reacciona todo el mundo como reaccionó ante esto de "idiota", "imbécil" que dijo porque nos vamos a quedar sin cobertura, sin profesionales y nuestros hijos van a quedar a la deriva? Ahí tiene que reaccionar la sociedad. Pero bueno, yo no voy a cambiar el mundo. Es una catarsis que estoy haciendo.

-Se entiende lo que decís, pero tampoco se espera de un presidente que utilice el término descalificatorio de "mogólico" contra otra persona, por ejemplo. 

-Pero, ¿te sorprende? Si a este presidente no le importa la gente, lo único que le importa es el déficit cero. A mí no me sorprende, no me impresiona ni me impacta nada, confirma lo que es él. O sea, ya se sabía lo que es él. Es violento, cruel, inhumano, solo le importan los diez millonarios que son amigos de él y nada más. Y así estamos, y así vamos a seguir. No entiendo que a la gente le sorprenda tanto. Lo que tenemos que pensar es dejar de sorprendernos con lo que hace este hombre y empezar a construir la alternativa para ganarle en el 2027. En eso tenemos que poner la energía pues esto ya está. Este hombre ya sabemos lo que es y el daño no va a parar, y en el 2027 va a encontrar ruinas acá. Entonces, tenemos que hacer lo que hacen las hinchadas de fútbol. Ellos dan el ejemplo, van a pararse frente a la policía para que no les peguen a los viejos, en vez de analizar lo que dijo, cómo lo dijo, qué no dijo. Hay que ponerle el pecho a las balas.

-Y otro tema que te toca de cerca: ¿Qué podés decir respecto del ataque permanente a la cultura y a los artistas?

-Bueno, nos desprecia porque pensamos distinto a él, porque desprecia la cultura, porque le parece que no es algo importante, que es un gasto innecesario. Eso es lo que él piensa. Yo pienso completamente diferente. La cultura es una necesidad, es un servicio y, además, es una industria. Él descabezó una industria, por ejemplo, la industria cinematográfica argentina, que generaba 100 mil puestos de trabajo por año o más. Eso es lo grave, más allá de lo que él piense de la cultura. La gente se queda sin trabajo. Eso es gravísimo. A gente que vivió por y para el cine toda su vida, que se formó, que se dedicó cuarenta años de su vida, le dice: "No te podés dedicar más a esto". Pero no es que le crea una alternativa, del tipo "Vos que sabés de audiovisual, bueno, te ofrezco un trabajo en este área". ¡No!, lo deja en la calle y no le importa nada. Eso es completamente inhumano. Lo hace con la cultura, lo hace con la salud, lo hace con la educación, lo hace con el CONICET. O sea, más allá de lo que él piense de las cosas, le está quitando el trabajo a la gente y no le ofrece alternativa porque no se crean fuentes de trabajo, no hay inversiones. Él puede decir si quiere: "El cine argentino no sirve porque no lo ve nadie". Bueno, ponele que lo vean muchos, pocos, que sea excelente, más o menos o malo. ¡Son 100 mil puestos de trabajo!, además de lo que él piense, que es su pensamiento, que no es el pensamiento de la mayoría, que es el pensamiento de él y su banda, que desprecian la cultura, básicamente porque no los votan. Básicamente, porque pensamos distinto a él, porque somos gente con sensibilidad, una sensibilidad que él no tiene. Entonces, bueno, nuestra sensibilidad nos lleva a ser hacedores de cultura y artistas.

Reencuentro en el escenario

Gustavo Garzón está en el teatro junto a Cecilia Roth protagonizado La madre, de jueves a domingos en el Teatro Picadero. ¿Por qué es la obra que más le costó memorizar? "Porque se repite como tres veces casi la misma escena. Es la misma escena que se hace tres, cuatro veces con pequeños cambios, pero ese pequeño cambio es determinante, porque si vos no lo decís, confundís a todos tus compañeros. Entonces, es estudiar siempre lo mismo, pero con pequeñas variantes y saber qué escena va en cada momento. Eso me costó muchísimo. Me llevó como cuatro meses estudiar la letra", confiesa.

-Trabajás con Cecilia, con quien ya habías actuado hace veinte años, más o menos, en Días contados, dirigidos por Óscar Martínez. ¿Cómo viviste el reencuentro actoral?

-Mucho mejor que la otra vez. Será que los dos estamos más grandes. La otra vez no teníamos mucha comunicación. No es que nos lleváramos mal, pero no teníamos tanta escena juntos. Acá es una maravilla trabajar con ella. Antes también, pero ahora estamos más grandes, estamos mejores personas, me parece. Y es una maravilla, es una gran compañera, que es lo más importante: gran compañera de trabajo, muy buena persona.

Panorama televisivo

Gustavo Garzón cuestiona que no haya trabajo para los artistas en televisión. "Es nuestra fuente de trabajo esencial, si todos nosotros vivimos en la televisión. Gracias a ella nos hicimos profesionales, nos hicimos conocidos, pudimos tener estabilidad laboral. Es muy lamentable lo que está pasando. Pero bueno, esto viene de antes y no es responsabilidad de Milei. Ya se lo encontró así", explica. "La ficción no les resulta redituable económicamente a los canales, y el canal público, que podría hacer algo, no lo hace. Y los canales privados, al entrar la competencia de las series y achicarse la cantidad de anunciantes y de entrada de ingreso de publicidad, dicen que la ficción les resulta cara", cuestiona Garzón. Para el actor, si no hay una ley que obligue a que el actor esté en la televisión, "ellos se manejan por sus intereses económicos y nosotros le damos pérdida". "Entonces, no aparece alguien que subsidie la actividad en la televisión estatal, bueno, de esta no puedo esperar nada, pero tampoco en su momento lo hizo. O sea, nosotros permitimos que esto ocurriera. Vimos la caída, cómo cada año había menos trabajo, y hoy asistimos pasivamente a la muerte de la ficción argentina en la televisión. No está más. Y no creo que vaya a estar por un tiempo, lamentablemente", concluye Garzón dando un triste panorama, pero también muy real.