La poesía argentina va a ser un mundo mejor cuando Carolina Musa al fin publique esa poesía reunida que estas páginas le vienen pidiendo al universo desde hace diez años. La editora que en cada feria despliega y milita los bellísimos Libros Silvestres, la tallerista de La Vigil, la artesana que realizó sus Finisterre robots con desechos industriales, la súper laburanta, la mina piola que te saluda con un abrazo, correría el riesgo de opacar a la poeta si no fuera porque desde San José del Rincón otro sello independiente, 7 Vidas Ediciones, ameniza la espera y agranda su colección "Poéticas para un jardín" con un libro de Carolina Musa.

La buena nueva tiene nombre de niña o de remedio, está en preventa, se llama Aruspicina y profundiza lo mejor del universo Musa: el humor, conexiones con la ciencia y la ciencia ficción; el espíritu lúdico y una mirada sobre el paisaje que mezcla la road movie y el collage dadaísta; un ritmo irresistible, y una silenciosa profundidad existencial al acecho. 

Cuando Caro Musa cuenta la historia del libro, abre un mundo que se parece al de sus poemas. Parece hablar de un futuro que ya se oxida en las chatarrerías del presente, como si la flecha del tiempo se hubiera dado vuelta sin que nos diéramos cuenta y anduviéramos caminando perdidos hacia el pasado. Y nos habla desde sus poemas con esa voz que parece salida de una película de tango: con una ronquera sabia, densa en calles y risas, que ametralla de epígrafes la página y así pinta un retrato. Los 40 textos que integran el libro, ¿son o no son autorretratos, aunque en ellos hable un yo? Cabría hablar de autorretratos ficcionales, si bien en ellos se esboza la autoparodia y aflora una verdad subjetiva tangible. 

Algunos surgieron de laboriosas reescrituras de otros textos, hijos de un futuro que hoy duerme en el olvido. En 2017, con el apoyo del programa "Plataforma Futuro" (sacar un pañuelo de papel antes de seguir leyendo) de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, con tutoría de Lux Lindner, con música y sonido de Cangapol y en colaboración con un equipo en desarrollo digital y en posproducción fotográfica, Caro Musa había ideado y concretó el juego digital interactivo Abductor, itinerarios alienígenas sobre Rosario. Abductor funcionaba mediante una aplicación de descarga gratuita que ya no existe. 

Una nave alienígena, comandada por el jugador participante, iba abduciendo personajes no jugadores que estaban distribuidos por un mapa interactivo de la ciudad de Rosario. Cuando los encontraba, escaneaba sus mentes (ya no es gracioso, ¡es lo que hace ahora el algoritmo!) y ellas se expresaban en forma de poema, a través de textos y audios. La abducción dejaba una "huella" fotográfica. 

 "...sobre estos inútiles desajustes en la percepción se alza el mundo –pienso me espanto las moscas en el centro de la inmovilidad más radical / muda estoy pero sé exactamente adónde van a morir los lobos marinos solitarios y no es metáfora mueren de viejos en un recodo cerca de aquí". De la filosofía en vena Joaquín Giannuzzi al grotesco en primera persona y a la angustia existencial, de ahí a la melancolía y luego al dato concreto objetivo u objetivista; del terror a un tango canyengue paródico y a la vez neo-existencialista ("somos los zombis sobrevivientes / ¿qué irrepetible lejanía querés inventar?"), así escribe la pluma iridiscente de Caro Musa, literatura que trae la frescura de una música de comienzos de este siglo.

 

 

También le gustan los inventarios. El índice del libro y la serie de títulos de los poemas compone un listado de personajes femeninos a cuál más cómico. La composición -arte ya casi olvidado en poesía- funciona aquí combinando un ritmo muy musical y el montaje (incluso hay una cita de T. S. Eliot, maestro en esa técnica: eruditxs, a descubrirla) en una gran unidad de obra casi hip-hop, un álbum conceptual que roza lo cantabile

Cuando Carolina Musa edite su poesía reunida, que no lo haga en una de esas editoriales diminutas que le publicaron cien ejemplares cosidos a mano de su ópera prima Acústico (Tropofonía, 2011) o tan sólo setenta (tanto o más primorosos) de su fundamental pero casi ignoto Mariposas de Fukushima (Erizo, 2015). Su obra ya pertenece a respetadas antologías de poesía argentina y santafesina. Se consiguen por Baltasara Editora En el cuerpo quién sabe (cuentos, 2014) y La curva de Ebbinghaus (poesía, 2016). Brumana le editó La soberana idiotez (2020) y ella misma hizo la ingeniería en papel de Cabeza de flor (2015). También en literatura para infancias, publicó El amarillo (2020) y Pescados (2020). En 2023, ganó el Premio Provincial de Narrativa "Alcides Greca" en la categoría éditos con su novela Taxidermia (Baltasara, 2023), ambientada en el incendio del Museo de Ciencias Naturales de Rosario sucedido el 1° de julio de 2003.

Nacida en Rosario, Musa se crió en Orán (Salta) y estudió Comunicación Social en la UNR. Largos viajes de cientos de kilómetros han decantado en poemas extensos que son un solo largometraje documental en verso: su uso radicalmente experimental de la enumeración elude el discurso verbal, lo vuelve visual. "Ruta 33" (de Mariposas...) continúa lo empezado en "Vaivén" (del libro Acústico) y se abre ahora a este ready-made de arrabal que es "una etnógrafa en Barrio Acindar": "servis cocina calefón lavarropa heladera (cartel) / puto a la promoción (pared) / chuki chacho (pared) / rodillo roto tirado / cáscaras de mandarinas / más feos son estos edificios (pibe) / huecos en el cemento / cemento cemento porlan / antena satelital sobre balcón blanco / agencia de quiniela san cayetano / 8 veces gracias / repollo gorreado (pared) / el fonavi tiene huevo (pared) / lucas topito sumo coco gato negro (pared) / vuelan toallas en un balcón / vuelan restos de bolsa plástica en un árbol / bran te amamos: las peteras del fona (pared) / vendo este negocio (cartel / en casa rodante montada sobre latas de aceite) / cáscara de banana / chica polera verde fuma en la ventana / san expedito gracias (tela que cuelga entre dos ventanas) ventanas ventanas / suele pasarme olvido lo que importa más (cartel) / zanja aglomerado podrido chapas hueco huequitos / viejo pipi tito (pared) / prohibido fijar carteles propiedad privada (cartel) / puto punnchy happy (pared) / estamos descontrolados CARC (pared) / centro de recepción enrejado / esferas blancas sobre techos de tejas y helechos (muchos) en un jardín / pero igual de putos (pared) / auto en la vereda de peluquería canina 4550A / en su propio barrio el mejor precio (cartel) /  más cáscaras / todo tipo de botellas / todo tipo de alarma". Así escribe.