Desde Nottingham
La victoria de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Friedrich Merz en las recientes elecciones federales de Alemania, que prácticamente asegura que Merz será el próximo canciller, es un hecho alentador para la Unión Europea. El alto nivel de alineamiento político entre los dirigentes alemanes y los de la UE permitirá al bloque implementar reformas económicas, determinar cómo impulsar el gasto público en áreas vitales y desarrollar un nuevo marco fiscal.
Casi inmediatamente después de las elecciones, Merz entabló conversaciones de coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD). Esta fórmula de probada eficacia -será la cuarta coalición CDU-SPD desde 2005- proporcionará más cohesión ideológica y estabilidad que la díscola coalición “semáforo” -el SPD, el partido Democrático Libre (FDP) y los Verdes- que la precedió.
Sobre todo, el desplazamiento de la gravedad política de la centroizquierda a la centroderecha alinea al gobierno alemán con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el líder del Partido Popular Europeo (PPE), Manfred Weber.
Von der Leyen, una política veterana de la CDU con amplia experiencia ministerial en el gobierno federal alemán, ha consolidado su autoridad tras ganar un segundo mandato el año pasado, gracias a varios éxitos políticos, como un nuevo acuerdo comercial con el Mercosur. La relación de Merz con Von der Leyen -protegida de la excanciller alemana Angela Merkel, que marginó a Merz para convertirse en líder de la CDU- podría ser tensa, pero hasta ahora han logrado evitar todo tipo de antagonismo frontal.
Merz tiene un vínculo más estrecho con Weber, jefe del mayor partido del Parlamento Europeo y segundo político más poderoso en Bruselas después de Von der Leyen (con quien Weber mantiene una buena relación). Como miembro del partido hermano bávaro de la CDU, la Unión Social Cristiana, Weber apoyó la candidatura de Merz a la cancillería; Merz correspondió respaldando a Weber para otro mandato como presidente del PPE.
Reformas
Este trío de democratacristianos alemanes podría llevar a cabo las reformas económicas que darán un impulso muy necesario a la competitividad europea. Sin duda, existen diferencias notables en sus planteamientos fiscales. Inspirada por el informe de Mario Draghi sobre el fortalecimiento de la economía del bloque, Von der Leyen ha hecho hincapié en medidas del lado de la oferta, mientras que la “Agenda 2030” de Merz se centra más en recortar el gasto social, introducir desgravaciones fiscales para las Mittelstand -pequeñas y medianas empresas- y reducir los crecientes costos que han ejercido presión sobre gigantes industriales alemanes como ThyssenKrupp y Volkswagen. Tanto a Merz como a Weber les preocupa que las iniciativas ecológicas y los objetivos climáticos obstaculicen el crecimiento económico.
Pero también hay muchos puntos en común, sobre todo en cuatro áreas vitales. Para empezar, Von der Leyen, Merz y Weber pueden trabajar mancomunadamente para reducir la burocracia. Esto significa simplificar la normativa, facilitar los requisitos de información en materia de diligencia debida, responsabilidad social empresaria y sostenibilidad ambiental, y acelerar la digitalización de la administración pública para reducir costos y aumentar la productividad.
En segundo lugar, deben implementar reformas por el lado de la oferta, incluida la inversión pública a gran escala en infraestructura (redes ferroviarias, carreteras, transporte público) y descarbonización (energías renovables, almacenamiento, redes). Para ganarse a los escépticos ambientales, esto debería presentarse como una política industrial destinada a reducir los costos energéticos y mejorar la competitividad. También debería debatirse el papel de la energía nuclear en los esfuerzos de descarbonización.
En tercer lugar, para apoyar a sectores críticos como la tecnología médica, la biotecnología, la IA y la computación cuántica y en la nube, deberían centrarse en invertir en investigación universitaria, crear un marco jurídico y fiscal único para las empresas (con exenciones fiscales para las startups) y desarrollar mercados de capitales más profundos y unificados.
Por último, dada la nueva indiferencia de Estados Unidos hacia sus aliados de la OTAN, Merz, Von der Leyen y Weber deben forjar un frente unido para llevar la guerra de Ucrania a un final justo y presentar una defensa sólida contra una Rusia cada vez más beligerante.
La guerra
Merz, por su parte, se ha mostrado dispuesto a enviar más armas -incluidos misiles Taurus de fabricación alemana- a Ucrania y a reintroducir el servicio militar obligatorio. Además, recientemente anunció un plan para eximir el gasto en defensa superior al 1% del PIB del “freno de la deuda”, que limita el déficit anual al 0,35% del PIB.
Por supuesto, Merz necesita el apoyo de los Verdes o del FDP para asegurarse la mayoría parlamentaria de dos tercios necesaria para cambiar la Constitución. Y sólo dispone de unas pocas semanas para sancionar esta legislación antes de que el nuevo Bundestag -en el que el ultraderechista Alternative für Deutschland y el partido Die Linke de extrema izquierda podrían formar una minoría de bloqueo- celebre su primera sesión.
Esta apuesta por el endeudamiento nacional ilimitado para financiar el gasto militar puede ser más realista que el plan excesivamente optimista de Merz de aumentar el gasto en defensa mediante recortes de la asistencia social, nuevas eficiencias en la administración pública y un crecimiento económico impulsado por los recortes fiscales.
La propuesta de Von der Leyen de eximir el gasto de defensa de los estados miembro de las normas fiscales de la UE durante los próximos cuatro años -parte de un plan más amplio para rearmar a Europa- debería impulsar estos esfuerzos. Pero el gobierno alemán quiere ir aún más lejos, pidiendo una revisión completa de los límites de deuda y déficit del bloque.
Impulsar las capacidades militares de Europa requiere algo más que un aumento del gasto: Merz también debería trabajar con Von der Leyen y Weber para construir un auténtico mercado europeo de defensa. Esto puede lograrse mediante la inversión conjunta de fondos nacionales y de la UE en investigación y desarrollo de tecnologías de doble uso como los drones; un sistema unificado de adquisiciones de defensa gestionado por una agencia centralizada de la UE, y una estrategia de “compra europea” que dé a las empresas de defensa con sede en la UE acceso preferente a las licitaciones públicas.
Para hacer frente a sus retos económicos y de seguridad, Alemania debe gastar unos 60.000 millones de dólares anuales durante los próximos diez años, y el gasto europeo en defensa debe aumentar en 250.000 millones de euros anuales a corto plazo.
El trío de democratacristianos alemanes que dirige la UE y su mayor economía ya ha empezado a desplegar reformas fiscales que permitirían esa inversión. Si tienen éxito, podrían aumentar la cooperación europea en materia de defensa y seguridad -competencia tradicional de los estados miembro, muchos de los cuales se han visto obstaculizados por unas finanzas públicas paralizadas-, impulsando al mismo tiempo la competitividad general del bloque.
*Profesor adjunto de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Nottingham. Copyright: Project Syndicate, 2025. www.project-syndicate.org