Este gobierno no admite sutilezas. No las entiende. Empecemos por definirlo: es una estafa política piramidal. Quizás le sea familiar el concepto en tiempos del escándalo cripto. Para que no finja más su realidad paralela, de fake news, trolls y bots. La gramática libertaria ahora encontró un “otro” hecho a su medida para seguir surfeando la ola de su crueldad cotidiana. Y sacó del closet una nueva matrioshka represiva para alambrar las calles del país. Ese otro es lo que llama barrabravas, violentos de la tribuna, poniéndolos a la misma altura de los "zurdos que van a correr".
Endureció el derecho de admisión a partidos de fútbol por manifestarse en camiseta junto a los jubilados. Si vestís la de Boca, River, Chacarita o Nueva Chicago y acompañás al Congreso a tu abuelo que cobra la mínima, se te aplicará la ley 23.184. La de prevención y represión en espectáculos deportivos. O sea, la esquina de Rivadavia y Callao pasó a ser el Cilindro de Avellaneda o el Coloso del Parque Independencia. Los palos o los gases son los mismos.
En la producción de sentido que pretenden imponerle a la sociedad, Milei, Bullrich y sus esbirros de uniforme hoy colocan enfrente a ciudadanos que según su lógica justifican con creces su coartada represiva. Los azuza una turba de periodistas que contribuyen al uso de la cachiporra. Algunos ejercieron el oficio desde las canchas. Fue en otra época. Ahora son propaladores del experimento neofascista en curso.
Jamás hicieron un aporte a la comprensión de lo que pasa en el territorio multitudinario del fútbol hace décadas. La teoría del aguante surgió de la Universidad Pública. La revelan decenas de trabajos académicos y periodísticos. Podrían leer trabajos de Pablo Alabarces o Verónica Moreira. Mi humilde aporte es Donde manda la patota, barrabravas, poder y política (1998).
La cuestión nodal es que a esta última marcha bajo lemas como "Basta de reprimir a los jubilados" o "Todxs somos hinchas, todxs seremos jubiladxs" no convocaron los pesados del tablón. Lo hicieron futboleros de a pie, abuelos que son socios vitalicios de sus clubes, jóvenes que estudian en universidades, trabajadores precarizados o expulsados del sistema laboral por Sturzenegger. El ministro que ya no es bienvenido en Gimnasia y Esgrima La Plata. Simpatiza con sus colores, pero detectado en un partido fue repudiado y tuvo que escaparse de la platea.
Esta vez llamaron a marchar junto a los jubilados las Coordinadoras de Hinchas, de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, la de Fútbol Feminista, las comisiones o subcomisiones de DDHH de cada asociación civil en la Argentina que la marabunta libertaria pretende transformar en sociedades anónimas. Hinchas que son profesionales, intelectuales, artistas, orgánicos o independientes de los partidos políticos, sindicalizados, estudiantes, hombres y mujeres que construyeron una agenda propia de reivindicaciones que incluye frenar el maltrato a los jubilados.
El régimen libertario se equivoca feo. Y hasta puede montar una o más provocaciones para justificar su estrategia de mano dura. Ya lo hizo. No sería extraño que lo haga una vez más.