Internado en la clínica Gemelli de Roma donde continúa con su proceso de recuperación de una afección pulmonar, Jorge Bergoglio cumple doce años como máxima autoridad de la Iglesia Católica a nivel mundial, pontificado que inició el 13 de marzo de 2013. La atención informativa centrada en su enfermedad dejó en evidencia que, en medio de la crisis de liderazgos que atraviesa el escenario mundial, Francisco es un referente humanitario más allá de la propia iglesia. Cadenas de oración cruzaron las fronteras pero, al margen de ello, quedó a la vista que el Papa es una persona respetada y querida asimismo fuera de los límites de la Iglesia.
También en este caso hubo noticias falsas (fake news) y conspiraciones promovidas por los enemigos internos y externos. Aún enfermo Francisco no dejó de reconocer esa situación y la tomó con humor. “Alguien rezó para que el pontífice fuera al paraíso, pero el Maestro de las misas pensó que igual me dejaba aquí”, le dijo el Papa a la primera ministra italiana Giorgia Meloni cuando ella lo visitó en el Gemelli.
Siguiendo indicaciones de Francisco y contradiciendo el tradicional secretismo vaticano respecto de la salud de los pontífices, ahora la Santa Sede informó diariamente con transparencia sobre la evolución de la enfermedad del Papa. “Cada vez que un papa tiene un problema de salud soplan vientos de cónclave, pero la verdad es que ni siquiera cuando tuve que operarme pensé en dimitir” aseguró Francisco en su autobiografía de reciente publicación titulada “Esperanza”. Se trata de un texto sumamente esclarecedor sobre el pensamiento de Bergoglio al que recurriremos más de una vez a lo largo de esta nota.
Francisco: ser humano y hombre político
El Papa no ve televisión desde 1960 debido a una promesa que entonces hizo a la Virgen del Carmen. Sin embargo, vive actualizado sobre todo lo que pasa en el mundo. Los partes médicos de los últimos días también indican que sigue las noticias.
Se asume como un hombre común. “Un pecador” dirá en muchas oportunidades. Amante del fútbol e hincha de San Lorenzo. “Siempre me gustó el fútbol, daba igual que no fuera muy bueno” dijo. Se reconoce “pata dura” y lo define “algo así como tener dos pies izquierdos”, pese a lo cual igual jugaba. También dice ser melancólico, “aunque no siempre”. Le gusta el tango y afirma que “un buen tango hace bailar incluso en silencio”. Como “hombre de ciudad” disfruta “caminar las calles” y se lamenta por no poder hacerlo ahora en Roma. Porque, agrega, “la calle me cuenta muchas cosas, en la calle aprendo".
Bergoglio, el cura de ciudad que llegó a ser Papa, reconoce su “pasión política”. Afirma que “la política me ha interesado siempre” y sostiene que “la primera formulación de la doctrina peronista tiene un nexo con la doctrina social de la Iglesia”. Cuenta además que “Perón le daba sus discursos a monseñor Nicolás De Carlo, en aquellos años obispo de Resistencia, en el Chaco, para que los leyera y le dijera si estaban en armonía con esa doctrina”.
Desde que está en el Vaticano escribió cuatro encíclicas Lumen Fidei, Laudato Si, Fratelli Tutti y Dilexit Nos. A ellas se suman siete exhortaciones y nueve cartas apostólicas. A lo largo de esos documentos fue plasmando sus pensamientos sobre la sociedad, los conflictos, el medio ambiente (“la casa común”), los pobres, la guerra y la iglesia frente a cada uno de esos temas. Atento a lo que pasa en el mundo plantea en forma permanente la relación entre iglesia y sociedad.
Sin perder el sentido religioso de su mensaje, los documentos de Francisco son motivo de análisis político, sociológico y hasta para los expertos en economía. Porque en este rubro tampoco han faltado las críticas al sistema capitalista, la defensa de los países que tienen que hacer frente a deudas externas impagables, la pobreza estructural o las migraciones forzadas.
En Cochabamba (Bolivia), el 9 de julio de 2015, selló una alianza con los movimientos sociales y populares de todo el mundo, sin distinción religiosa de ningún tipo, y los convirtió en sus aliados en la lucha contra la pobreza estructural. El lema, adoptado también por los movimientos, fue “Tierra, techo y trabajo”, las “tres T”. Con posterioridad las mismas organizaciones fueron convocadas varias veces al Vaticano para dar continuidad a sus reflexiones, consolidar sus acuerdos y profundizar en los reclamos desde la perspectiva de los pobres.
Para Bergoglio “el pueblo no es una categoría lógica. Es una categoría mítica e histórica. El pueblo se forma en un proceso, con esfuerzo, por un objetivo o un proyecto común. La historia se construye a partir de este lento proceso de generaciones que se suceden”.
Desde el Vaticano el Papa hizo muchos esfuerzos para contribuir a la paz en el mundo, entendiendo que enfrentamos una guerra mundial en micro conflictos y que las grandes religiones monoteístas tienen un papel que cumplir en la búsqueda de la paz. Enarbola la “cultura del encuentro” porque “sólo quien levanta puentes sabrá avanzar” y “porque “no existe la guerra inteligente: la guerra solo sabe causar miseria; las armas únicamente muerte. La guerra es idiota”, dice el Papa.
Por una Iglesia de “puertas abiertas”
Francisco eligió “abrir” las puertas de la Iglesia Católica para todas y todos. Lo dijo desde el primer día de su pontificado y lo ratificó ante los jóvenes en Portugal en el 2023. Porque, afirmó entonces, “somos llamados como somos, con los problemas que tenemos, con las limitaciones que tenemos, con nuestra alegría desbordante, con nuestra gana de ser mejores, con nuestra gana de triunfar. Somos llamados como somos”. Y subrayó que “Jesús me llama como soy, no como quisiera ser”.
El Papa entiende que esta perspectiva responde al espíritu del Concilio Vaticano II (1962-65), convocado por Juan XXIII (1958-1963), cuyas transformaciones quedaron a medio camino. Su antecesor Benedicto XVI renunció al cargo contradiciendo una tradición acerca de los pontificados vitalicios. Pero el papa alemán lo hizo también asumiendo su incapacidad para encarar graves problemas que enfrentaba la institución católica: la corrupción económica, los abusos sexuales de sus ministros y la pérdida de feligresía, entre otros.
Bergoglio asumió esa “herencia” con determinación, pero no sin resistencias y conflictos con la curia romana, con sectores de la jerarquía católica y con parte de la feligresía asociada a privilegios y factores de poder religioso, político y económico. Decidió encarar la reforma de la curia, pero también tomó medidas para sancionar a los corruptos y abusadores, así fueran obispos o cardenales. Aunque hoy admite que “mirando al pasado, nunca será suficiente todo lo que se haga para pedir perdón y para tratar de reparar el daño causado”.
De manera simultánea resolvió avanzar hacia una iglesia más participativa, la “iglesia de la sinodalidad”, con “pastores (obispos y sacerdotes) con olor a ovejas”, con presencia en las periferias, con más participación de los laicos, jerarquizando el lugar de las mujeres también en puestos de decisión, donde todas y todos están convocados: sin importar si son divorciados o cuál es su elección de género. Cuenta que “la primera vez que un grupo de transexuales vino al Vaticano, se fueron llorando, emocionados porque les había dado la mano, un beso… Como si hubiese hecho algo excepcional por ellos. ¡Pero son hijos de Dios!”.
“La Iglesia es mujer, no es varón. Los clérigos somos varones, pero nosotros no somos la Iglesia. La Iglesia es mujer porque es esposa. Y es el santo pueblo fiel de Dios: hombres y mujeres juntos. Por ello, fijar criterios nuevos y nuevas modalidades con el fin de que las mujeres participen y adquieran un papel protagonista en la vida social y eclesial (…) es un desafío más urgente que nunca”. Hoy Raffaella Petrini es la gobernadora del Estado Vaticano y hay otras mujeres en altos cargos de gestión.
Francisco, que se reconoce formado en la “opción por los pobres” y “teología del pueblo” por su maestro jesuita argentino Juan Carlos Scanonne, dice que “prefiero una iglesia lisiada, herida y sucia porque ha estado en las calles que una iglesia muerta, enferma por la cerrazón y la comodidad de aferrarse a su propia seguridad”.