En una jornada que debía centrarse en el debate institucional por la designación del nuevo juez de la Corte Suprema, la interna de la UCR se robó el foco. Martín Lousteau y Maximiliano Abad, dos referentes del radicalismo con historia compartida y diferencias profundas, protagonizaron un fuerte cruce en el Senado que expuso las fisuras del partido.
El detonante de la pelea fue el tratamiento del pliego de Manuel García-Mansilla en la Comisión de Acuerdos. Lousteau tomó la palabra con tono encendido y apuntó directamente contra Abad, quien había ingresado a la sala una vez iniciado el encuentro. “Soy vehemente, soy calentón, pero no soy hipócrita y lo voy a decir: me da vergüenza”, lanzó. “Mis compañeros de bloque vinieron cuando ya había quórum. Estuvieron especulando con que esta sesión, que es para defender la Constitución y la Corte, no se hiciera”, agregó, sin rodeos.
La grieta interna en la UCR: pasado, reproches y rupturas
La respuesta de Abad no se hizo esperar y el choque subió de tono. “Me llama la atención que los que acusan a otros de hipócritas hayan sido ministros del kirchnerismo y embajadores del macrismo”, replicó, apuntando a la trayectoria de Lousteau, ex ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner y embajador en Washington durante el gobierno de Mauricio Macri.
Más allá del cruce puntual, el trasfondo es político y personal. La relación entre ambos se quebró en 2023, cuando Lousteau presentó una lista propia para disputar la conducción del Comité bonaerense de la UCR, que Abad presidía. Esa jugada, interpretada como una avanzada del sector porteño sobre la estructura provincial, dejó heridas abiertas. Tras perder esa interna, Lousteau judicializó el proceso, profundizando aún más la distancia.
En esa elección se impuso Miguel Fernández, respaldado por Abad. La judicialización tensionó aún más la convivencia partidaria. La discusión por la Corte fue apenas el escenario para un conflicto no resuelto.
Lousteau, Abad y el radicalismo ante su espejo
El radicalismo atraviesa un momento de redefiniciones. Con un Gobierno nacional liderado por Javier Milei, las divisiones internas sobre cómo pararse frente al oficialismo se vuelven cada vez más visibles. Lousteau intenta proyectarse como una voz crítica y modernizadora, mientras que Abad defiende una línea más tradicional y territorial.
El intercambio de este miércoles no fue un episodio aislado. Fue una postal más del desgaste interno de un partido que, lejos de su histórica cohesión, parece navegar entre recriminaciones cruzadas, pases de factura y una disputa permanente por el control político.
El pliego de García-Mansilla finalmente avanzó, pero el radicalismo quedó, otra vez, atrapado en su propio laberinto.