Un evento intempestivo que arrasa con la vida, historia y construcción de una ciudad entera, es impensado en un presente donde el día a día, minuto a minuto, nos pisa los talones y nos respira en la nuca.
Sucedió y la ciudad de Bahía Blanca se transformó en pocas horas, en un mar de dolor y destrucción. El 60 por ciento del territorio está desmoronado, devastado. Frente a esto, comenzaron a asomar voces, manos, historias, mujeres que, una vez más, condecoramos con el título más altruista que tenemos a mano: heroínas. Una palabra que a veces es la antesala a una trampa.
La romantización de lo sacrificial anula la posibilidad de revertir la desigualdad en la que vivimos. Deja fuera de juego las preguntas urgentes en relación al día a día de las trabajadoras precarizadas, invisibles en un sistema en el que los roles de cuidado dentro y fuera del hogar están cubiertos mayoritariamente por mujeres.
Doce enfermeras de neonatología del Hospital Penna salvaron a los bebés prematuros de un abismo inimaginable. Ellas, las que ponen todo su conocimiento, profesionalismo y amor en cada latido durante meses, tienen el pecho florecido de tanta vida acurrucada, y cuarteado de dolor por cada desenlace irreparable, en partes iguales. Son las madres que segundean a las que no pueden acceder a abrazar a sus hijos, son las amigas de esas mujeres que asisten al minuto a minuto del péndulo de vida-muerte que parieron antes de tiempo. Son las sostienen el alma de esas madres a las que la salud mental amenaza con saltar por la ventana del hospital.
“Cuando llegamos a la neo teníamos el agua a la cintura, entonces empezamos a sacar a los bebés. Con otra compañera teníamos los bebés más complejos, y tuvimos que hacerles el contacto piel a piel. Fuimos trasladadas, yo estaba con la bebé adentro del ambo para que no perdiera temperatura. Tenía que ser derivada sí o sí porque en algún momento se iba a cansar”, relata Luciana Marrero, una de las enfermeras.
El pliegue que se abre tiene forma de pregunta. ¿Cómo es la vida de una enfermera de la que depende la vida de los prematuros? ¿Tiene hijos? De qué manera, con qué artilugio amoroso combina las horas interminables en una sala de neonatología con el afuera, su propia maternidad y en este caso, salvar vidas de los hijos de otras, sin saber el estado de los propios: “Yo tengo cuatro chicos y no sabía nada de mi familia. Todas con familia y sin saber cómo estaban nuestros hijos”, continúa Marrero.
Rocío Soto, vecina de Bahía, tuvo que ser evacuada junto a sus dos hijos de 3 y 11 años. “Llamamos a defensa civil dos veces pero nunca llegaron al barrio. Los barrios siempre son postergados, entonces para nosotros la salida es vecinal. Tenía a los nenes arriba de la mesa", cuenta a Las12.
Después de lograr salir de su casa con sus dos hijos, se arremangó y retomó su tarea como cocinera del Vagón de La Poderosa junto a una veintena de mujeres. “No solo es dar de comer a 100 familias, (cada grupo familiar es entre 5 y 10 personas). Es también contener a la gente que perdió todo, porque acá en el Centro Pineyro hay solamente una psicóloga. A veces traemos a maridos, primos, hijos que ayuden porque si estamos escuchando a la gente se quema la comida”.
Una enfermera gana aproximadamente 850.000 pesos de sueldo básico, por debajo de la canasta familiar básica. Para llegar a fin de mes debe hacer guardias que se pagan aparte. Las cocineras de los comedores populares que hace tres comidas a la semana (almuerzo, merienda y cena) están ganando $78000 desde diciembre del año pasado. Los proyectos de reconocimiento de las cocineras de los comedores populares duermen el sueño de los justos en los cajones del Congreso y Milei logró desenganchar el salario mínimo vital y móvil del programa social que ahora se llama “Volver al trabajo”, en un claro ataque al magro ingreso que en algún momento pretendía mitigar el hambre de quienes alimentan a los que tienen hambre.
¿Cuál es la carga horaria tolerable para una mujer que, además ejerce tareas de cuidado en un promedio de 6,7 horas diarias? ¿Cuántas changas necesita una jefa de hogar para cubrir las necesidades básicas alimentarias de su grupo familiar? “He llegado a tener cinco trabajos pero por salud tuve que dejar algunos. En mi trabajo actual de limpieza gano $15.000 por semana, tengo que comer en la casa de mi mamá porque no me alcanza” , cuenta otra mujer en la misma situación de Rocío.
La catástrofe, como un círculo distópico, vuelve a poner a las mujeres imprescindibles, en el podio de heroínas por el instante que nos conmueva desde lejos.
“Lamentablemente después de este evento inédito van a entender que nuestro trabajo es importante”. Estas palabras son de Paula Zapperi, investigadora del CONICET , bahiense, que anticipó el riesgo de inundaciones graves en Bahía Blanca, en su tesis de 2012.
Bajará el agua y con los suelos más secos, también mermará la espuma y Bahía Blanca dejará de ser noticia.
Ellas seguirán salvando vidas, trabajando a destajo, cocinando y prestando la oreja a desgracias ajenas o abrazando a cada bebé prematuro hasta devolverlo a los brazos de su madre, mientras desinfectan sus propias viviendas arrasadas por la inundación.