Las analogías históricas aportan elementos para comprender situaciones y esto mismo induce a errores debido a que la atención tiende a concentrarse solo en lo común y no en lo específico.

Para aproximarse a las circunstancias actuales, debe tenerse en cuenta que los principales capitales y las potencias de principios del siglo pasado extendieron la competencia intermonopolista u oligopólica al terreno bélico, dando lugar a la Primera Guerra Mundial. En la Segunda Guerra Mundial, esta competencia también estaba a la orden del día, aunque primaba la disputa de “occidente” con el socialismo encarnado en la Unión Soviética.

En la segunda conflagración, no obstante, en uno de los bloques contendientes convergieron transitoria y eventualmente desde la Unión Soviética hasta Estados Unidos, que pasarían a ser los polos del enfrentamiento epocal una vez resuelta o aplacada de manera temporal la disputa al interior de “occidente”.

Como necesidad del despliegue de la “Guerra Fría”, Estados Unidos realizó “concesiones” a países europeos, Japón, Taiwán y Corea del Sur, entre otros. Simultáneamente, endeudó a Europa con el Plan Marshall, impuso el patrón oro-dólar y lo rompió unilateralmente en 1971, sin devolver el oro a Francia y Alemania. Se consolidaba la hegemonía del dólar.

Desde la década de 1950, la nación que inauguró la era atómica, destruyendo Hiroshima y Nagasaki, ha dominado los organismos supranacionales como el FMI, la OMC, el CIADI, la CIJ y la OTAN. Luego de un proceso de décadas, entre fines del siglo XX y principios del XXI, se crearon la Unión Europea y el Euro como única forma de existencia posible de los países miembros.

En las postrimerías de la década de 1960, los capitales monopolistas comenzaron a desacelerar su proceso de acumulación, en parte por las regulaciones y barreras nacionales. Debido a esto, tomaron medidas para trascenderlas.

Si bien se había iniciado con anterioridad, el proceso de transnacionalización del capital se convirtió en el aspecto dominante de aquel entonces. Pudo aplicarse casi a escala universal a partir de la desaparición del socialismo del este europeo, el surgimiento de la unipolaridad y la globalización neoliberal.

A quién representa Trump

Es sabido que, si bien su cambio de estrategia se emprendió en 1978, China aprovechó la etapa de “globalización” y “libre comercio” para desarrollarse del modo más integral posible, a tal punto que en un breve período en términos históricos se pasó de un mundo unipolar encabezado por Estados Unidos a otro multipolar en el que China es el otro actor destacado.

Donald Trump se propone detener el declive de la hegemonía estadounidense, primero, para fortalecerla luego. Aunque su disputa principal se centra en China, Rusia -aunque ahora no parezca-, el BRICS y el multilateralismo, una de las especificidades de la política implementada por el sucesor de Joe Biden reside en que en una primera etapa está intentando subsumir a “occidente”, en el que se destacan Europa y Canadá, a la política estadounidense.

Abusando de los neologismos, ante las dificultades para la “globalización”, aunque sin resignarse a ella, Estados Unidos comienza por “el eslabón más débil” y ensaya una “hemisferización” o la “estadounidización” de occidente, que es la forma predominante de centralización y concentración del capital que intenta implementarse. Los principales capitales del “primer mundo” están luchando entre sí. No es todo: las contradicciones también se manifiestan en tensiones entre fracciones del propio capital estadounidense, que se benefician o perjudican con el plan en marcha.

El discurso trumpista es explícitamente expansionista y anexionista. No se expresaba en estado puro desde que lo hiciera Hitler. No es una metáfora ni una adjetivación atribuirle a esta política el atributo de fascista: es su contenido económico.

Milei y el FMI

Más allá del estallido devaluatorio asegurado que espera a Argentina antes o después de las elecciones de 2025, la última bomba de deuda lanzada sobre Argentina por el FMI a instancias de Trump hará sentir su radiación por muchas décadas. Representa el fortalecimiento del anclaje al dólar. Fue solicitada por el estadunidense Javier Milei.

Quizá el único presidente de occidente con el que Trump no confronta es el argentino y tal vez se deba a que el mandatario envuelto en la criptoestafa y creador del RIGI no solo no presenta reparos en la política de subsumir occidente a Estados Unidos, sino que es un apasionado impulsor de este enfoque. Por esto, holdings transnacionales locales comenzaron a confrontar de manera parcial con el gobierno.

Mientras el actual primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y también el futuro, Mark Carney, rechazan que Canadá sea un estado norteamericano más -al igual que lo hace Europa- como reclama el presidente estadounidense, Milei cede activos argentinos como si se tratara del quincuagésimo primer estado de la nación que aplica la Doctrina Monroe. En estas condiciones se desenvuelven las fuerzas populares argentinas, desde las cuales deben plantearse una estrategia para, como Jonás, salir de la ballena.

* Economista UBA-UNDAV. @Pablo_Ferrari77