Fue polémica, visceral, provocadora, pero sobre todo, consecuente. Su vida, como la de miles, se transformó para siempre cuando dos de sus hijos fueron desaparecidos. La historia la parió como Madre y con su lucha y su compromiso enalteció ese lugar. Por ser el mes de la memoria, Caras y Caretas homenajea en su edición de marzo –que estará el domingo 16 en los kioscos opcional con Página/12– a Hebe de Bonafini, gran conductora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

En su editorial, Felipe Pigna destaca: “Hebe protagonizó la lucha de las Madres, sufrió aprietes de todo tipo, se opuso a las leyes de impunidad de Alfonsín y Menem. Ha quedado registrado en imágenes su coraje a toda prueba enfrentando a la policía montada en las dramáticas jornadas de 2001, y apoyó decididamente las políticas de derechos humanos impulsadas por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Hebe ya es leyenda”.

Víctor Santa María, en su columna editorial, recuerda la jornada del 20 de julio de 2017. Ese día, “Hebe de Bonafini, con su presencia imponente y corazón generoso, me otorgó el más sagrado de los símbolos: un pañuelo blanco. Lo recibí con humildad, en mi rol de secretario general del Suterh y director del Grupo Octubre. Este gesto tuvo lugar en un período particularmente difícil de mi vida. Bajo el gobierno de Mauricio Macri, enfrentábamos una persecución política y judicial constante, con amenazas latentes de encarcelamiento dirigidas hacia quienes alzábamos la voz en oposición. En medio de esa adversidad, el abrazo y reconocimiento de Hebe y las Madres se convirtió en un faro de esperanza y resistencia”.

Desde la nota de tapa, Ulises Gorini escribe: “Lo llamó asesino a Videla, mentiroso a Alfonsín, cerdo al papa Juan Pablo II, basura a Menem y mierda a Macri. Hasta Néstor Kirchner la ligó, aunque luego ella se retractaría. ¿Cómo lo llamaría ahora a Milei? No hay respuesta para esta pregunta, pero sin duda utilizaría palabras de igual calibre. Sus dichos no eran una mera estrategia de provocación. No se trataba de incorrección política en busca de impacto, sino la forma directa y franca en la que Hebe de Bonafini entendía la política, sin medias tintas ni eufemismos. Decir basura o mierda no era un recurso retórico sino la manera en que definía a ciertos dirigentes sin intención de disfrazarlo. Era el habla plebeya. Era una forma de hacer política que reivindicaba el lenguaje, los gestos y las formas populares, en oposición a las élites pretendidamente ilustradas. Porque para Hebe no se trataba de ser incorrecta como el progre o el populista que sacan por un momento los pies del plato, sino de adoptar una lógica de confrontación con los sectores hegemónicos y sus códigos. Era disruptiva, no meramente revulsiva. Pretendía romper con el orden, no solamente conmoverlo. Pretendía un cambio profundo, no al estilo de Trump, Bolsonaro o Milei, para establecer una nueva dominación, sino para acabar con el privilegio de las clases dominantes”.

Luciana Bertoia reconstruye la historia de las Madres de Plaza de Mayo. Gustavo Sarmiento da cuenta de las Marchas de la Resistencia, desde la primera, en 1981, hasta la más reciente, en febrero último. Y Luciana Rosende refiere la división entre la Asociación conducida por Bonafini y la Línea Fundadora.

Boyanovsky Bazán escribe sobre la relación de Hebe y las Madres con los distintos gobiernos. Pablo Llonto se refiere al legado de Hebe y la gran obra de la Asociación. Y Ricardo Ragendorfer reseña el caso de Sueños Compartidos.

Respecto del estilo confrontativo de Hebe, Oscar Muñoz reúne sus dichos más controvertidos y el contexto en el que fueron pronunciados. Mientras que Marisa Avigliano aborda el costado más humano y cálido de la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo: sus clases de cocina y política. Y Marina Amabile da cuenta de la relación de las Madres con los artistas nacionales e internacionales, que siempre les brindaron apoyo y reconocimiento.

El número se completa con entrevistas con Carmen Arias (por Adrián Melo), Estela de Carlotto (por Demián Verduga), Teresa Parodi (por Daniel Cholakian) y Demetrio Iramain (por Adrián Melo).

Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.