Los imitadores de Carlos Menem, entre las muletillas que repetían para reforzar la caracterización del personaje parodiado, decían -exagerando la tonada riojana-: “si no me aprueban la ley…, la saco por decreeto!” Pero Milei ya arranca con un decreto.

El texto de 10 páginas fue inflado con 9 de considerandos, y un único artículo que pide la aprobación. Los demás son los habituales “comuníquese, publíquese”, etc. Es un DNU a libro cerrado. Pretende que los legisladores lo aprueben sin saber qué hay en la caja, la cual lleva la firma de Sturzenegger, como una Norma ISO9001 de garantía de calidad, pero a la inversa. El firmante quebró la Argentina en el 2001 y cerró el acuerdo de Macri con el Fondo. En el FMI deberían tener las paredes empapeladas con su cara, como hacen los supermercados chinos con quienes los afanan.

Para desenmascarar a Milei, no hace falta volver a contar la historia de la deuda externa desde Rivadavia. Solo hay que remontarse a 2022, cuando el Congreso enfrentó una situación similar, y un novel (no Nobel) Milei diputado votó junto a La Cámpora en contra de la reestructuración de esta misma deuda con el FMI, que ahora pide reestructurar. En esa ocasión, dijo que era inmoral endeudar a generaciones que aún ni habían nacido.

No deja de ser una (in)oportuna ocasión para reflexionar si acaso fue una buena estrategia el acuerdo de 2022, que pasó a legitimar este juego del huevo podrido por el cual los gobiernos se van pasando la deuda maloliente del FMI, garantizándose para sí que los años de gracia -en los que no se pagan vencimientos-, sean todos durante su propio mandato, y le toque el paquete al que sigue.

Como en el juego infantil, se salva el turno sacando un papel superficial, a costa de dejar el problema con menos cobertura. De esta manera obliga al próximo a hacer lo mismo, hasta que uno ya no pueda pasarlo.

Néstor terminó con este juego perverso del FMI pagándole 10.000 millones de dólares. Milei aspira a recibir esa suma para enredarnos con el organismo. Buena parte del problema del acuerdo de Macri fue que no atendía el repago, a consumarse en un plazo de tres años, sin relación alguna con las exportaciones. Tampoco incluía condiciones de uso para aumentarlas. Lo poco que se sabe de este nuevo acuerdo -por ese único artículo 1°-, es que va a ser usado para cancelar la vieja deuda con el propio FMI y la deuda fantasma intrasector público de Hacienda con el BCRA. Es decir, no será invertido para devolverlo.

Cuando vemos que la otra firma es de Caputo, que ya está fugando las reservas netas que no tiene para contener los dólares financieros, si encima quieren sacar el cepo, es natural pensar que el nuevo préstamo será fugado. Por más destino que se declame en el DNU, desde el punto de vista económico, el dinero que se deja de gastar en una cosa, queda libre para otra.

En vez de cerrar el BCRA porque emite pesos Milei nos endeuda en dólares con el FMI para sanearlo. El préstamo será para los fugadores, y la C del BCRA no será de Central, sino de Cueva.