Stefan Zweig en uno de sus grandes libros, Momentos estelares de la humanidad, nos narra su visión de los últimos día de Marco Tulio Cicerón, poco antes de ser asesinado, a los 64 años, y define a Antonio, Octavio y Lépido, los tres que han reemplazado a César y que han instaurado un régimen de terror, como solo “hambrientos de poder sin importarles la opinión de los demás, únicamente importa el botín y no el honor”.
En nuestra región, con democracias representativas cada vez más raquíticas, hemos asistido a la asunción de déspotas, bastantes ignorantones, y que ven al Estado como ese botín tan apetecido, que les permitirá acrecentar sus fortunas materiales ya bastante desbordadas.
En mi país, Ecuador, Daniel Noboa, el heredero de la fortuna más grande de este país de la mitad del mundo, levantada por su abuelo Luis Noboa en plantaciones bananeras, se las volverá a ver con Luisa González el 13 de abril para definir quién ocupará la silla presidencial de Carondelet.
Estamos ya en medio de una campaña de segunda vuelta, cargada de mentiras, con enormes dosis de cinismo.
El muchacho millonario, de mirada esquiva, de silencios propios de un ausente, “mal enemigo para tener”, según su propia definición, ha callado frente a las denuncias de corrupción que han oscurecido aún más su pasar por la presidencia.
No se puede hacer campaña todavía, lo prohíbe la ley de elecciones, pero el presidente candidato recorre el Ecuador, no inaugurando obras, sino regalando pequeñeces muy propias de la política clientelar.
Noboa, que sí asistió a la posesión de Trump, no a la de Yamandú Orsi en Uruguay, aplaudió el discurso del villano del Norte incluso cuando anunciaba su política migratoria que ya a deportado a muchos ecuatorianos, que han llegado al país encadenados, cual si fueran delincuentes.
Ecuador es productor marginal de petróleo cuyas exportaciones representan el 9% del PIB, con gobiernos que han dejado de invertir para recuperar campos, reactivar otros. Sin embargo, tiene técnicos nacionales que actúan como patriotas y sostienen la actividad. Hoy estamos frente a unos de los atracos más brutales, el atraco del siglo, porque entrega el campo más productivo, Sacha 1.5% del mismo PIB, a una empresa extranjera de dudosa procedencia, a dedo, sin concurso y restando miles de millones de dólares al erario nacional. No les importa, en su lógica neoliberal, el Estado debe desaparecer, dejando aún más inermes a los pobres: no a la educación gratuita y de calidad, no a la atención pública en salud, cero obras en infraestructura. Esta nube oscura que recorre parte de nuestra región solo podrá ser disipada con la llegada de gobiernos que vuelvan a recuperar al Estado. No es una batalla contra el capitalismo, solo se busca algo de dignidad que atiende a la gente en sus necesidades más urgentes.
Vivir en paz, es otra vital aspiración, esa paz nos permitirá recuperar dignidad, orgullo, honor.
Luisa González de la Revolución Ciudadana puede ser la respuesta a la seguidilla de tres gobiernos neoliberales, precarizadores de la vida social, política, cultural de Ecuador. El muchacho millonario ha cooptado todo, tiene dinero suficiente para comprar a las instituciones, por eso procuraduría, contraloría, fiscalía, cortes electorales y de justica, guardan silencio cómplice frente a las violaciones muy propias de las lumpen oligarquías, en este caso agro exportadora.
El 13 de abril el Ecuador se juega mucho, incluso la posibilidad de volver a insertarse en el circuito progresista de América Latina; Ecuador puede, y debe, volver a ser la capital de la Unasur, ahí está ese hermoso edificio que albergó al más grande y serio proyecto de integración regional y que, en palabras de Petro, hoy debe ser activado.
En la vida práctica y simbólica desde las urnas podemos torcer el perverso rumbo al que nos ha sometido la codicia, la indolencia, el latrocinio de estos criollos cuya gran pasión es el dinero.
* Comunicador, cientista social y ex vicecanciller de Rafael Correa.