“La palabra libertad es maravillosa. Nada tiene que tapar el verdadero y real significado de esa palabra, ni una coyuntura ni un partido político ni nada. La libertad es lo que todo espíritu necesita para poder crear”, sostiene el músico y actor Nicolás Pauls, productor ejecutivo del disco Canciones de libertad, que impulsa y desarrolla La Casa de la Cultura de la Calle. “La Casa nace como un espacio para trabajar a través de la cultura en la reinserción social de niños en situación de vulnerabilidad de derechos”, explica Pauls. “Después, fue incorporando distintas problemáticas y una de ellas es la de jóvenes en situación de recuperación de adicciones”.

Al igual que el proyecto Canciones de Cuna, que contó con tres volúmenes, un grupo de jóvenes –en este caso, en recuperación de adicciones- participaron en talleres de escritura en los que crearon letras de canciones a partir de una pregunta: "¿Qué es la libertad para vos?". Luego, esas letras fueron entregadas a músicos reconocidos que las convirtieron en canciones. Hasta el momento, el disco cuenta con dos lanzamientos: “Todo depende de mí”, interpretada por Benjamín Amadeo; y el rap “Dichos”, con la voz de Neo Pistea. En los próximos meses, saldrán canciones a cargo de Turf, Frijo y Frescolate.

“A diferencia de los tres discos de Canciones de cuna que produje, en algunos casos, como Neo Pistea, Frijo y Frescolate, se trata de artistas que van por otra línea musical”, precisa Pauls. “Son artistas emergentes o traperos, una línea que había quedado afuera de Canciones de cuna por varios motivos. Porque buscábamos otra cosa y porque no era un género emergente la música urbana en ese momento”, dice. “Si bien la cantidad de letras que he leído tienen momentos muy dolorosos, porque son historias muy bravas, hay algo muy distinto también en comparación con las canciones de cuna”, distingue. “Acá el sueño de libertad nos lleva a otro humor, pero en este proyecto no damos ninguna pauta a los músicos, dejamos libertad absoluta para que hagan lo que quieran”.


La Casa de la Cultura de la Calle, que no cuenta con un espacio físico, organizó nueve talleres de escritura de canciones en centros de recuperación de adicciones y de salud mental, entre fines de 2023 y comienzos de 2024. “Nuestra casa es la calle, vamos al territorio. Trabajamos de forma itinerante y no tenemos un espacio que cobije a gente. En el momento en el que nos pongamos una sede, nos alejaremos de la calle”, cuenta Mariano Carrara, uno de los directores de La Casa. “Nuestro foco es la prevención, no la asistencia; ya sea en el territorio o de forma virtual. Creemos que la madre de todas las batallas es atacar el consumo”, explica Carrara.

“Cada taller duraba cuatro encuentros con el objetivo de que todas las personas que participaban pudieran sacar adelante al menos una letra de canción referida al tema de la libertad visto desde una perspectiva individual”, precisa el escritor y tallerista Alejandro Güerri. “En cada encuentro había una escucha y análisis de canciones ya existentes sobre la libertad, muchas del rock nacional. Ese era uno de los disparadores para la parte fundamental: los ejercicios de escritura para ir generando letras”, resalta. “Dentro de esas propuestas había ejercicios individuales, de a pares o colectivos. Pero siempre con la idea de ir de menos a más, de arrancar con una palabra y después buscarle rima y asociaciones, y a partir de eso empezar a construir letras. Finalmente invitábamos en el tercer encuentro a un músico amigo y con ellos lo que hacíamos era musicalizar en el momento las letras que estaban en proceso”.

Si bien no es un fin en sí mismo, el hecho de que un artista reconocido transforme en canciones los textos de los jóvenes que participan en los talleres es una situación gratificante y una motivación extra para ellos. “Es quizás lo más importante del proyecto: que estos niños y niñas se hayan sentido de la mano de artistas como Spinetta, Fito Páez, Ricardo Mollo, Litto Nebbia, Skay Beilinson, Chango Spasiuk, Turf, Neo Pistea, Benjamín Amadeo”, destaca Pauls. “Se dieron cuenta de que lo que hacen tiene un valor. Han sido muy menospreciados a lo largo de su vida y esto significa darles el lugar que se merecen para que se sientan seguros para sentir escribiendo y creando. Además, si la parte económica tiene un peso, esto también les genera un ingreso en Sadaic”.

“Los pibes sienten una especie de autodescubrimiento de poder expresar algo en un formato de canción. En casi todos los lugares me encontré mucha gente que ya rapeaba, que se ponía bases de YouTube y sobre eso entraban a jugar. O gente más grande que sabía tocar la guitarra”, dice Güerri sobre la dinámica de los talleres que dicta en el territorio. “Lo que aportaba el taller era esta liberación que provoca el poder expresar algo de la vida propia que uno quizás no dialoga mucho en su cotidiano con los demás”, explica. “Después de una fase inicial de empezar a soltar la mano había como un gran disparador sobre qué cosas nos quitan la libertad y qué cosas nos hacen sentir libres”. 

“En la parte sobre qué nos quita la libertad podía ser una relación un poco opresiva, instituciones como la Policía, la falta de plata o a veces también un estado anímico o ligado a recuerdos duros de vida –continúa-. Y por el lado de lo que nos hace sentir libres aparecían muchas cuestiones ligadas al placer, a las cosas que uno disfruta hacer y también podían ser relaciones afectivas positivas”, detalla.Así como antes existía el imaginario de ser futbolista o famoso para salvarse, ahora existe la idea de que pegarla con un tema te puede poner en otro lugar. Entonces, quizás las canciones ya terminadas y producidas tienen un poco ese impacto: de ser escuchados y visibles, que es algo que cuesta mucho en un montón de barrios y lugares donde las posibilidades son menos”.

Fundada por Gastón Pauls en 2004, La Casa ha colaborado con miles de personas de diferentes condiciones y rangos etarios, promoviendo la inclusión social y brindando herramientas de prevención vinculadas a la educación emocional, programas de capacitación y espacios de encuentro y creatividad. “No todos los pibes que participaron en los talleres y escribieron letras son chicos en recuperación de adicciones. La mayoría sí, pero no es algo taxativo”, cuenta Carrara. “La que participa es gente que vive una realidad muy cruda y tiene una relación con el concepto de libertad que es mucho más sofisticado que lo que uno podría llegar a pensar”, entiende. “La idea del taller es que sea itinerante y anual. Si todo sale bien, la intención es arrancar ahora en marzo”, adelanta.