Una de las preocupaciones de la derecha local siempre fue la percepción provinciana por “cómo nos ven en el mundo”. Un “mundo” que no es precisamente el mundo, sino aquello que llaman Occidente: Estados Unidos y Europa, las sedes de las matrices de las principales multinacionales que operan en el país. “Volver al mundo” es el eufemismo para el regreso a la normalidad imperial afectada por la intromisión de los regímenes populistas, generalmente más pragmáticos en materia de política exterior y menos afectos a las perspectivas de Washington. 

“La vuelta”, entonces, representa el cruce entre la liberación de trabas para el entretejido de negocios de las transnacionales y la acelerada reconstrucción de los vínculos de sujeción colonial y extracción del excedente: el endeudamiento externo a la mayor velocidad que la historia recuerde, un proceso que amenaza terminar con recaída en los brazos del FMI y sus programas de estabilización.

En este marco y desde el día cero, Mauricio Macri intentó las tradicionales políticas de buenos modales y señales de sumisión hacia los poderes financieros globales tan caras a los regímenes neoliberales. A poco de asumir viajó al World Economic Forum de Davos, acompañado por un servicial Sergio Massa, y se entrevistó con todos los empresarios y mandatarios europeos que le fue posible. También pagó sin discutir la cuenta que le presentaron los fondos buitre, reputados especialistas en difamación internacional, lo que le valió los halagos públicos de Paul Singer. Pero fue con la visita al país de Barack Obama que el hijo de Franco Macri sintió que tocaba el cielo con las manos. Los resultados formales no se hicieron esperar. 

Como en los tiempos de las relaciones carnales de la última década del siglo XX, desde el embajador estadounidense a los organismos multilaterales de crédito expresaron un exagerado beneplácito con la nueva administración. Fue una reacción predecible con anterioridad a los gestos. Para los estereotipos del mainstream ideológico de la prensa internacional, siempre en línea con los departamentos de Estado y de Defensa estadounidenses, Cristina Fernández de Kirchner era “la presidenta izquierdista”, mientras que a Macri se lo definía como “favorable a los negocios” (business-friendly). No hace falta aclarar que para los valores de estos medios lo primero se aproxima al mal absoluto y lo segundo es el paradigma de lo deseable.

Corresponsales

En el camino para entender lo publicado en el exterior, a la visión tradicional del mundo de los negocios debe sumarse un segundo elemento, el sesgo de origen de la información. Muchas veces lo que se publica sobre el país en los principales medios de Estados Unidos y Europa es redactado en Argentina, y por corresponsales que pueden ser argentinos, quienes por supuesto, no son ajenos al clima de época y a los alineamientos de la prensa local. 

Una lógica similar al trabajo de los corresponsales es el de la circulación de la información estrictamente económica y financiera, suministrada por consultoras locales de matriz ortodoxa, información que constituye la raíz de los informes de los organismos financieros internacionales sobre Argentina. Es probable que el lector atento descubra hasta la similitud de estilos. La mirada de afuera, entonces, es inseparable del establishment de adentro.

Sin embargo, a pesar de tanta algarabía entre la diplomacia y las finanzas, en “el mundo” no ven a la administración de la Alianza PRO con la misma autocomplacencia que sus funcionarios creen percibir. Un breve repaso refleja una impresión muy distinta, con hitos en los Panama Papers, ninguneados internamente, la prisión política de Milagro Sala y en una economía que no arranca.

Recesión

Empezando por la economía y por un clásico, la agencia Bloomberg, que el pasado 30 de noviembre tituló que “La economía argentina no muestra señales de salir de la recesión”. Allí los inversores de un mundo inestable pudieron leer que en octubre la industria se contrajo el 8 por ciento y la construcción un impresionante 19, indicadores que, además, habían empeorado. Con tono escéptico el artículo recordó que Macri había dicho que la economía se recuperaría en el cuarto trimestre, “más tarde que su promesa inicial”, pero que aun así “las últimas estadísticas sugieren que la recesión todavía tiene un camino por recorrer”. (https://www.bloomberg.com/news/articles/2016-11-30/argentina-s-economy-shows-no-signs-of-exiting-recession).

Deuda

Otro clásico del mundo de los negocios, el Financial Times, titulaba el pasado 26 de octubre que “La bonanza de la deuda argentina compra tiempo, pero aumenta los riesgos”. Según el artículo, el endeudamiento aseguró “un colchón financiero para las reformas” y si bien “el récord alcanzado por Argentina en el mercado de capitales ya fue roto este año por Arabia Saudí, el gobierno continúa sorprendiendo a los inversores con una agresiva estrategia de deuda” gracias una combinación de “las tasas de interés reales más altas del mundo” y un “sólido balance soberano”, lo que hizo de los bonos en pesos resulten un vehículo atractivo para el “carry trade” (tomar deuda a tasas baratas en una plaza y colocarla a tasas más altas en otra). El marco es más que propicio, “mientras que la deuda soberana argentina rinde alrededor del 6,5 por ciento, Colombia puede endeudarse más cerca del 2 por ciento”. De esta manera, “la búsqueda mundial de altos rendimientos está ayudando a Argentina a posponer un doloroso pero inevitable ajuste fiscal hasta después de las elecciones legislativas de mediano plazo del próximo año, cuando el gobierno espera fortalecer su posición en el Congreso para consolidar su programa de reformas”. O sea, según el Financial Times, después de la fiesta de deuda vendrá un ajuste aun peor. Frente a tanto endeudamiento, además, los dueños de los dólares comienzan a ponerse nerviosos: “No pueden seguir endeudándose a estos niveles cada año”. Sin “una solución a la situación fiscal los inversores podrían empezar a perder la confianza. (…) En algún momento el pozo se quedará seco.” (https://www.ft.com/content/2454bf82-9a7c-11e6-b8c6-568a43813464)

Pobreza

Ya en septiembre el diario conservador El País, de España, titulaba: “Mauricio Macri pone a prueba la paciencia de los argentinos” debido a que “tras nueve meses en el cargo, todos los datos son negativos, pero el presidente aguanta por la confianza en que mejoren en 2017 y la división de la oposición”. El balance era lapidario: “La economía está parada, empieza a haber despidos aunque aún no masivos, gracias a la presión de los sindicatos, y los precios siguen subiendo, lo que ha convertido a Argentina en el país más caro de Latinoamérica. Si a eso se le suman los datos de pobreza (…) hay 1,4 millones de nuevos pobres desde que llegó Macri, la combinación es explosiva”. (http://internacional.elpais.com/internacional/2016/09/01/argentina/1472744292_541281.html)

Inflación

También la BBC de Londres, que no suele recargar sus artículos, comenzó, al menos desde septiembre, a publicar los malos números. En su sitio puede leerse, en diversos artículos, que “la economía argentina está en fase de diagnóstico. Y algunos síntomas no son buenos: hay quejas de que los salarios no alcanzan, este año se prevé una recesión y el gobierno aplica un severo ajuste a las tarifas de los servicios que preocupa a los argentinos. Macri, sin embargo, habla de buenos tiempos por venir”. “De acuerdo a diversas encuestas, la mayor preocupación de los argentinos es la inflación, que según cifras oficiales e independientes supera el 40 por ciento anual. En 2015, reportaron agencias privadas, el alza de precios fue de 25 por ciento. (…) Expertos atribuyen el aumento de la inflación, sobre todo, a (las) políticas promovidas por Macri”. Ya en noviembre el sitio británico sostuvo “Algo –o alguien– tenía que aguar la fiesta. En Argentina, un grupo cada vez más grande y diverso de economistas y políticos muestran preocupación por los niveles inéditos de endeudamiento a los que ha llegado el gobierno de Mauricio Macri, a un mes de cumplir un año en el poder. Este nerviosismo contrasta con el entusiasmo que se siente en algunos círculos y medios de comunicación, que celebran con frases como “no terminamos como Venezuela” el viraje de las políticas “populistas” del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner”.

Inversiones

Finalmente, para la revista especializada The Economist solo se trata de gráfica hiperrealista: “El Sr. Macri está desesperado por buenas noticias. Con las elecciones legislativas previstas para octubre de 2017, su fortuna política dependerá de si los argentinos empiezan a sentir mejoras tangibles en la economía. La inflación está finalmente desacelerándose: en agosto los precios subieron sólo 0,2 por ciento (el artículo es de septiembre y en agosto la caída de la inflación se debió al freno judicial de las tarifas, lo que llevó a algunos analistas locales a esbozar la teoría de los brotes verdes). Pero la avalancha de inversiones extranjeras que el Sr. Macri prometió que llegarían tras el regreso de la Argentina a los mercados no se materializó hasta ahora”. (http://www.economist.com/blogs/economist-explains/2016/09/economist-explains-15)

Balance  

Si se continúa el recorrido por los principales medios los resultados comienzan a repetirse. Pero en el plano económico no se requiere un análisis muy fino para sacar las conclusiones más generales. Para la principal prensa financiera del mundo no está en absoluto claro cuándo el país saldrá de la recesión, a la vez que la única razón para el ingreso capitales es una tasa de interés real entre las más altas del mundo. Por la magnitud de la nueva deuda se vislumbra inestabilidad de mediano plazo, a la vez que, más temprano que tarde, se auguran ajustes “dolorosos”, en especial si el oficialismo se impone en las elecciones de medio término. 

Aunque las ofertas del gobierno a los inversores, según se explica en los foros internaciones, son las áreas de energía e infraestructura, el mundo no considera a la Argentina un lugar atractivo para hundir capitales. Sí se percibe en cambio como un espacio apto para los negocios financieros de corto plazo. 

En la misma línea, la prensa tradicional, no económica, comienza a reflejar cada vez con más frecuencia y regularidad los inocultables números de la recesión y las falsas promesas.

El balance de resultados muestra, primero, que las adulaciones al nuevo gobierno neoliberal no fueron acompañadas por el esperado apoyo en metálico. Sólo hubo créditos a tasas extraordinarias, pero nada parecido a la lluvia de inversiones. Desde la perspectiva de cualquiera que conozca los parámetros de la economía internacional, el razonamiento de la Alianza PRO rozó el voluntarismo infantil. 

La idea era que si se hacían todos los deberes exigidos por el capital financiero en materia de pagos a buitres y desregulación a los movimientos de capitales llegarían recursos externos infinitos para aprovechar un presunto despegue de la economía local, una lógica que ni siquiera incluyó la elementalidad de que los capitales no fluyen hacia mercados en los que se esperan recesiones, salvo que se trate de nichos acotados de súper negocios.

Luego, no menos importante que la situación estrictamente económica, también se presentaron otras interferencias que afectaron lo que la ortodoxia denomina “clima de negocios” y que ayuda a componer la “imagen país” en el exterior. La buena imagen inicial de un régimen “favorable a los negocios” fue primero sacudida en su legitimidad por la información de los Panama Papers, ninguneados por la prensa local, y luego, con mayor potencia, por el caso Milagro Sala, cuya liberación, de la prisión política a la que es sometida por la gestión de Cambiemos, es reclamada por organismos internacionales, regionales y de Derechos Humanos. Y como frutilla del postre, un dato de color. Según publicó The New York Times, Donald Trump fue duramente criticado en su país por el contenido de la comunicación que sus allegados mantuvieron con Mauricio Macri. Según trascendió la principal preocupación del magnate no estuvo ligada a la relación bilateral, sino a razones de sus negocios inmobiliarios (http://www.nytimes.com/2016/11/21/business/with-a-meeting-trump-renewed-a-british-wind-farm-fight.html). 

 El pasado siempre vuelve



Claves

mirada 

internacional

  • “Volver al mundo” es el eufemismo para el regreso a la normalidad imperial afectada por la intromisión de los regímenes populistas.
  • Una de las preocupaciones de la derecha local siempre fue la percepción provinciana por “cómo nos ven en el mundo”.
  • Desde el embajador estadounidense a los organismos multilaterales de crédito expresaron un exagerado beneplácito con la nueva administración.
  • A pesar de tanta algarabía entre la diplomacia y las finanzas, en “el mundo” no ven a la administración de la Alianza PRO con la misma autocomplacencia que sus funcionarios creen percibir.
  • Para la principal prensa financiera del mundo no está en absoluto claro cuándo el país saldrá de la recesión.